larrinagaEnraizados entrevista a Jaime Larrinaga, antiguo párroco de Maruri, días antes de las elecciones en el País Vasco el próximo 21 de octubre. Con él hablamos de su papel en el Foro El Salvador, del papel de la Iglesia en el País Vasco, del final de ETA, de los movimientos independentistas y del futuro del País Vasco tras el 21 de octubre.

¿Puede recordarnos su papel en los movimientos cívicos contra ETA?

Mi papel en la lucha contra ETA comenzó muy tarde. Allá en el año 1.999. Fui un cobarde más. Para  entonces   ETA había hecho muchas “barbaridades”, había asesinado a mucha gente, todos inocentes. Queríamos ser la “voz” de la Iglesia en aquel tiempo, conocido también como los “años de plomo”. Presentamos un grupo muy reducido de sacerdotes, tres, y una religiosa, consagrada, con el apoyo de unos pocos seglares un manifiesto, a nombre de El Foro El Salvador en el que denunciábamos la gran hegemonía que tenía el nacionalismo vasco en la Iglesia de las tres diócesis vascas, condenábamos los asesinatos de ETA y le pedíamos que dejase de matar- Nos dolía que los católicos no se manifestasen ante tanta extorsión y asesinato. Nos animamos a luchar contra ETA y su base social: el nacionalismo. Me tocó a mí presidir el Foro El Salvador.

¿Qué le decidió a dar el paso?

Mi conciencia de cristiano. Tenía una lucha interior muy fuerte. El Evangelio en el que creía no me permitía callarme ante  lo que estaba ocurriendo en el País Vasco y en el resto de España.

¿Cómo valora el abandono de las armas por parte de ETA?

Como una medida astuta y muy inteligente de ETA. Pues no necesita matar más. Ya ha conseguido su objetivo: imponer una dictadura de terror en todo el territorio vasco para conseguir sus objetivos: hacerse con el poder y con una política totalitaria declarar la independencia de Euskadi.

Las victimas se han sentido a menudo abandonadas por sus Pastores en el País Vasco, ¿cree que la situación ha cambiado con los últimos nombramientos?

Las víctimas, con los nuevos Pastores en el País Vasco, se sienten más “arropadas”, más contentas por el trato que están recibiendo. Pero aún tienen que recibir mucho más apoyo y calor por parte de los muchos colaboradores que tienen esos Pastores, y sobre todo me preocupa el “silencio de los buenos, de los cristianos practicantes”. El Hermano Roger, de Taizé, nos recuerda: “Dios jamás nos invita a permanecer pasivos. Todo lo contrario”. La Iglesia no debe olvidar los crímenes de ETA y tiene que pedir perdón a las víctimas por el silencio de tantos cristianos.

¿Cómo ve actualmente el papel de la Iglesia en el País Vasco?

De tener hace años una gran influencia, a tener actualmente muy poca. La intoxicación nacionalista en los últimos años ha sido tan fuerte, que ha dejado a la Iglesia muy afónica para proclamar el Evangelio de Cristo.

¿Qué puede aportar la Iglesia para el final de ETA?

Puede aportar mucho, poco o nada. Lo peor que tiene ETA es que contagie a personas e instituciones sin que nadie lo note y que lo invada con su metástasis parte del cerebro y del corazón de muchos políticos, juristas y ciudadanos cristianos… y de muchos encargados de extirpar ese cáncer. Esto explica que, a veces y en estos últimos tiempos, ciertos medios de comunicación proclamen que las propuestas de Bildu y de ETA merecen aprobación, con la simple exigencia de que condene el uso de las armas. Seamos claros y valientes. Eso no basta. Se necesita mucho más. Es indispensable, –  y todo estudiante de primero de Derecho lo sabe – que cualquier propuesta de paz proclame lo elemental de la justicia. Y lo elemental de la justicia incluye dos imperativos categóricos: Compasión y Restauración.  Todo edificio de convivencia que levantemos  sin colocar en su primera piedra la reparación “plena” a las víctimas de ETA, se construye sobre arena. Y nos aplastará bajo sus ruinas. Los terroristas de ETA cuentan con mucho apoyo en la sociedad vasca. Sin apoyo social, ETA pierde toda su eficacia y su ser. La Iglesia tiene que tomar partido. La Ética elemental nos prohíbe permanecer neutrales, nos prohíbe cruzarnos de brazos. En frase de un moralista, “seríamos cómplices” y mereceríamos, según el Código Penal, la misma sanción que los terroristas.

Y a pesar de lo que puedan decir los “verificadores internacionales” del alto el fuego de ETA, – su perfil humano, muy pobre, ignorando en todo momento a las victimas – la Ética cristiana nos recuerda , con toda claridad, que la justicia no gira en torno al delito, ni en torno al delincuente, sino que coloca en el centro a las víctimas. Y la justicia que nos lleva hacia la paz es la justicia “restaurativa», nunca a través de la impunidad. El diálogo sólo después de que el delincuente ha reconocido el crimen, y sólo después de la justicia.

¿Es importante lo que pueden ofrecer los creyentes en este momento?

Muy importante. ¿Cómo? No olvidando los crímenes de ETA y reconociendo la dignidad especial y mayor de las víctimas. Debemos ser la voz de las víctimas. Ante los actos terroristas tenemos que tomar partido, pues la posición neutral ayuda siempre al opresor, nunca a la víctima y como nos dice el Premio Nobel de la Paz, Wiesel, el silencio estimula al verdugo, nunca a que sufre.

¿Qué opinión le merece la actuación tanto del Gobierno como de los jueces con el caso del etarra Bolinaga?

Deplorable. Los últimos “pasos” anteriores a su liberación fueron muy turbios. En el pulso Gobierno – ETA, ganó ETA. Y lo más doloroso es que con esa medida, el Gobierno y los jueces, opuestos al terrorismo, en las circunstancias especiales de Bolinaga, piensan y sienten, inconscientemente, en clave terrorista.

¿Cómo cree que cambiará el panorama político del País Vasco tras las elecciones de octubre?

Cambiará  pero cambiará a peor. Actualmente se recoge lo que se ha sembrado y se ha sembrado nacionalismo con todo lo que ello conlleva: miedo a expresarse libremente a los que no son nacionalistas, odio a todo lo español y a considerar a los terroristas públicamente como libertadores. En el Gobierno de Patxi López hubo una ralentización nacionalista, pero nacionalista.

¿Cómo valora que católicos practicantes vayan en la lista de Bildu, coalición que apuesta por el aborto, la destrucción del matrimonio, el adoctrinamiento y cuya condena del terrorismo no existe?

Negativamente. Pero no sólo en Bildu sino también van en otras siglas. Es muy grave y nada democrático que no condenen el terrorismo.

¿Cómo es su vida tras dejar el País Vasco? ¿Puede indicarnos las razones de su salida?

Feliz. Siempre dispuesto a ayudar donde haga falta. Y hay tantas necesidades….En estos últimos cinco años he ido a trabajar a una Misión en la Gran Sabana de Venezuela en donde no tenían sacerdote. (Una vez al mes les iba el obispo a celebrar una Eucaristía) Cada año he estado de 4 a 5 meses. Ha sido una experiencia apasionante. No recibo nada de los indios, porque no tienen nada, carecen de todo.  Sólo recibo de ellos, y eso es muchísimo, una sonrisa de agradecimiento y de cariño.

El último año en Vizcaya, año 2002, tuve que vivir con escolta por amenazas de ETA. Y como “persona non grata” para los nacionalistas. Ante esa situación, por indicaciones del Obispo, salí de mi parroquia y de mi tierra. ¿Cuándo volveré? No lo sé, pues el asunto está muy feo. Este verano del 2012, al encontrarme con el Vicario General de la Diócesis y al ir a saludarle en un acto litúrgico, me negó el saludo.

¿Puede indicarnos que es el llamado Foro de Curas de Vizcaya?

No conozco tal Foro. Seguro que es un “frente” para defender el Nacionalismo ante el Obispo y la CEE.

¿Qué opinión le merece la declaración de este colectivo criticando la última Nota de la Comisión Permanente de la CEE que ha denunciado la inmoralidad de una secesión unilateral?

Que están siendo víctimas del virus nacionalista. Anteponen Euskadi a Dios, ante el silencio de tanta gente acobardada y complicidad de tantos medios de comunicación que hacen el juego fácil a los nacionalistas. Se habla mucho sobre sondeos de soberanía en Cataluña y el País Vasco con argumentos falsos y con derechos autoproclamados totalmente inventados por los nacionalistas. Lo que más me extraña es que los medios de comunicación los propaguen como auténticos y legítimos. Todos formamos parte de España desde hace más de cinco siglos. Además los vascos y catalanes, con un gran protagonismo. Y formando parte de España, ¿cómo una región próspera puede pedir la independencia?. ¿Por odio a España? ¿Dónde está su solidaridad con las otras regiones que han contribuido en su bienestar? Dos hechos que no he visto en ningún medio de comunicación: Todo el dinero que la gente ingresa en un banco en Castilla-León u otra región, ¿dónde lo invierte ese banco? Posiblemente en las Comunidades más ricas. De mejor infraestructura. Y éstas son las que piden la independencia. ¡Qué solidaridad¡ El segundo hecho es el siguiente del que nadie habla tampoco : A Cataluña y al País Vasco han llegado muchachos de estas regiones menos desarrolladas para trabajar ya desde el primer día que llegan. A las regiones receptoras no les ha costado nada la formación de estos muchachos. En cambio, sí a las regiones emisoras, quienes ha quedado empobrecidas y envejecidas. Han perdido un gran capital humano. Y yo pregunto a esos políticos corruptos: ¿Las provincias emisoras no tienen derecho para hablar en la situación actual? ¿No tienen derecho a participar en un hipotético referéndum?  Proponer un referéndum a su medida es totalmente antidemocrático, – pues no respeta la legislación actual – y nada cristiana.

Las Diócesis vascas y catalanas se sitúan las ultimas en el ratio seminaristas / población. ¿Cree que hay alguna relación entre nacionalismo y descristianización?

Si pones a tu “patria” por encima de Dios, la gente se aleja totalmente de Dios y se deshumaniza. A mediados del siglo XX el País Vasco era una “familia cristiana”. Cristo quiere sin embargo construir una comunidad humana basada en la bondad, en el respeto, en la ayuda mutua y en la solidaridad

¿Ve algún signo de esperanza en los últimos tiempos?

Se ven brotes verdes. Los signos de los tiempos nos llevan hacia todos los hombres y mujeres del mundo. Aparece cada vez más gente comprometida con la construcción del Reino de Dios, un Reino de verdad, de libertad, de justicia y de amor hacia todos los hombres.

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