mártires de canet
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[emailpetition id=»109″] El próximo sábado 6 de mayo, serán beatificados en la Catedral de Girona siete Misioneros del Sagrado Corazón. Como hemos hecho anteriormente en el caso de otras beatificaciones recientes, desde Enraizados queremos poner de manifiesto el valor de aquellos que dieron todo lo que tenían, hasta su vida, por amor a Dios y a los demás. Dando su perdón a aquellos que los mataban de forma violenta.

Por ello te pido que firmes aquí para solicitar al Ayuntamiento de Canet de Mar que dedique una calle para estos jóvenes valientes muertos por amor a Cristo y a su Iglesia.

Los nuevos beatos eran siete jóvenes religiosos de los Misioneros del Sagrado Corazón que fueron asesinados en Serinyá (Gerona) el 29 de septiembre de 1936. Ninguno superaba los 30 años en el momento de ser asesinados, tenían solo entre 20 y 28 de edad y procedían de diferentes lugares de España:

Padre Antonio Arribas Hortiguela de Cardeñadijo, 28 años (Burgos)
Padre Abundio Marín Rodriguez de Villaescusa de Ecla, 28 años (Burgos)
Padre José Bergara Echevarria de Almandoz, 28 años (Navarra)
Padre José Oriol Iserns Masso de Vilanova i la Geltrú, 23 años (Barcelona)
Hermano Gumersindo Gómez Rodrigo de Benuza, 25 años (León)
Hermano Jesús Moreno Ruiz de Osorno, 21 años (Palencia)
Hermano José del Amo del Amo, 20 años (Zamora)

Ninguno de ellos militaba en ningún partido, ni participaba de ninguna actividad política que le situara en uno u otro bando. Su único delito: ser religiosos.

Estos jóvenes son, ante todo, testigos de la fe en Cristo Redentor: sólo de la gracia de la fe puede desprenderse una actitud heroica ante la muerte cruel y violenta.

Por ello, te pido que firmes aquí para que el Ayuntamiento de Canet de Mar dedique una calle a estos mártires.

Los siete religiosos se encontraban trabajando al servicio de la formación de nuevos misioneros en el Seminario Menor y Noviciado que la orden tenía en Canet de Mar, perteneciente a la diócesis de Gerona.

El 19 de julio de 1936, los milicianos de la Junta Revolucionaria local irrumpen en el Seminario y obligan a los religiosos a abandonar la casa. Son retenidos bajo vigilancia durante dos semanas en el cercano parque de la Misericordia, hasta que un miembro del comité de Canet de Mar, que se había educado en el centro católico, les informó de que todos los religiosos iban a ser asesinados esa misma noche.

Firma aquí para que Canet de Mar les dedique una calle.

Aprovechando el turno de guardia de su confidente, los jóvenes salieron del improvisado campo de concentración y se encaminaron a la frontera con Francia para tratar de cruzarla y ponerse a salvo.

En la localidad gerundense de Beguda, cerca de límite con Francia, una persona ofreció ayuda a los religiosos para pasar al país vecino a cambio de dinero. Sin embargo, cuando acudieron al punto acordado, en vez de encontrar al hombre esperado, en su lugar estaba un grupo de milicianos del comité revolucionario local.

Según algunas fuentes, los religiosos fueron detenidos e interrogados. A cada uno de los religiosos se les hizo, por separado, dos preguntas. La primera fue su nombre y apellidos, la segunda si eran frailes o sacerdotes, a lo que respondieron que sí.

Sin más juicio ni interrogatorio, la sentencia fue ejecutada por los milicianos del comité revolucionario local durante la madrugada del 29 de septiembre de 1936, en un paraje desierto entre los pueblos gerundenses de Besalú, Seriñá y Bañolas, cerca de una casa en ruinas. Sus restos mortales fueron trasladados más tarde al cementerio de Canet de Mar.

Esta es la historia de su martirio. A mi me parece conmovedora. Estos chicos (pues realmente es lo que eran, no tenían más de 28 años), pese a su juventud, supieron mantenerse firmes en sus creencias y no renunciaron a ellas aún cuando la muerte estaba cerca.

¿No crees que merecen una calle honrando su memoria? Firma aquí para pedirlo.

En el tiempo en qué vivimos, algunos cristianos podemos sentir la tentación de esconder nuestra fe, de vivirla sólo de puertas para adentro, para evitar burlas, escarnios y marginaciones.

Hoy, estos mártires encarnan para nosotros valores fundamentales para evitar esta tentación: fe, coraje, fidelidad a Cristo hasta la muerte y amor al prójimo para perdonar el enemigo.

Por todo ello, por su coraje, por su valentía, su fe y por el valor del ejemplo que suponen, te pido que firmes para que el Ayuntamiento de Canet les dedique una calle y así sus habitantes puedan recordad que en sus calles vivieron estos jóvenes audaces que dieron su vida por Cristo.

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