Artículo redactado por José Carlos sacristán
No podemos esperar de un autor cristiano del siglo VII una producción literaria en el sentido de lo que conocemos actualmente, aun así, podemos decir que Isidoro de Sevilla fue el humanista visigodo que educó a la Europa Medieval, fue el protagonista del Renacimiento cultural del reino visigodo en los siglos VI y VII, con certeza único en Europa occidental.
“Isidoro es un pregonero de España. Registra como hecho histórico la unificación del territorio, una vez lograda la expulsión de los bizantinos bajo Suintila. La autoridad le viene de Dios, pero pasa por el pueblo, en quien reside primariamente el poder” (1).
(1). Ricardo de la Cierva en: Alberto Bárcena, La Pérdida de España Tomo I. Ed. San Román, pag. 22.
De esta elocuente forma retrató el historiador Ricardo de la Cierva la figura del obispo hispalense, y de lo que no cabe duda alguna, es de la amplísima cultura que tuvo la cual le valió para extender sus enseñanzas prácticas y teóricas a la sociedad de su tiempo, así como a las venideras, sin perder en ningún momento el sentido práctico de la realidad.
Es importante conocer de forma somera la época que le tocó vivir a Isidoro, con la intención de poder valorar en toda su amplitud su legado. Se cree que nace hacia el año 560 muere en el 636. Durante el siglo VI se producen tres hechos de indudable relevancia en España: la ocupación del sureste de la península ibérica por los bizantinos, la anexión por Leovigildo del reino suevo (588) y sobre todo la conversión del pueblo visigodo al catolicismo bajo el reinado de Recaredo en el 589.
De Isidoro sabemos que tuvo tres hermanos mayores –Leandro, obispo de Sevilla, Fulgencio, obispo de Écija y Florentina-, que juntos lograron ser una de las familias más influyentes en el nuevo “Reino de Hispania”, según atestigua el historiador franco contemporáneo Gregorio de Tours. Para confirmar esta afirmación basta comparar con las dos grandes potencias europeas del siglo VII, que fueron la Francia de los merovingios y la anglosajona Inglaterra, en las cuales los reyes letrados no existían sin saber ni siquiera escribir su nombre en algunos casos. Podríamos decir que el surgimiento de hombres doctos en la Hispania del siglo VII no tuvo equiparación en Europa. Y en buena medida uno de los principales protagonistas de este despertar intelectual y cultural fue san Isidoro de Sevilla.
Según palabras de su hermano Leandro, Isidoro se educó junto a él en Sevilla, ciudad en la que Leandro fue obispo desde el año 579. Poco más sabemos de él con seguridad hasta su nombramiento como obispo de Sevilla en el 600 para suceder a su hermano. En el año 610 firmó el decreto que reconocía a Toledo como metrópoli. Su capacidad e influencia la conocemos por el Canon LXXV del IV Concilio de Toledo de 633, en el cual se definen las obligaciones del rey hacia el pueblo y del pueblo hacia el rey. Isidoro definió cuales debían ser las virtudes del rey, y así en su Etimologíae (Etimologías) dice al respecto:
“Los reyes son llamados así de la palabra regir; como sacerdote se deriva de santificar así al rey de regir. Más no rige quien no corrige. Se conserva el nombre del rey obrando rectamente; se pierde pecando; por lo que circulaba entre los antiguos este proverbio: serás rey si te portas rectamente; no lo serás sino obras así. Son dos las virtudes principales de los reyes: la justicia y la piedad; se pondera más en los reyes la piedad, pues la justicia es por sí severa”(2).
(2). San Isidoro de Sevilla, Etimologías, en Fray Valentín de la Cruz, pág. 103-104.
La obra más conocida de Isidoro son las Etimologíae, casi toda su producción tuvo una enorme importancia en el ámbito religioso y educativo. Podemos diferenciar en esta obra grandes grupos temáticos como las obras dedicadas a facilitar la lectura de la Biblia, las que responden a las necesidades del clero, las de carácter histórico, las de carácter pedagógico y las de carácter científico.
Las Etimologías son una reflexión y síntesis del saber de los antiguos griegos y romanos, este saber lo adaptó al mundo nuevo surgido tras la caída del Imperio Romano de occidente. Decía Isidoro que “si se sabe cuál es el origen de una palabra, más rápidamente se comprenderá su sentido”. Se componen de veinte libros que sirvieron para toda Europa hasta el siglo XV, la temática es la siguiente:
Libro I: acerca de la gramática.
Libro II: acerca de la retórica y la dialéctica.
Libro III: acerca de la matemática.
Libro IV: acerca de la medicina.
Libro V: acerca de las leyes y los tiempos.
Libro VI: de los libros y oficios eclesiásticos.
Libro VII: acerca de Dios, los ángeles y los fieles.
Libro VIII: acerca de la Iglesia y las sectas.
Libro IX: acerca de las lenguas, pueblos, reinos, milicia, ciudades y parentescos.
Libro X: acerca de las palabras.
Libro XI: acerca del hombre y los seres prodigiosos.
Libro XII: acerca de los animales.
Libro XIII: acerca del mundo y sus partes.
Libro XIV: acerca de la tierra y sus partes.
Libro XV: acerca de los edificios y sus campos.
Libro XVI: acerca de las piedras y los metales.
Libro XVII: acerca de la agricultura.
Libro XVIII: acerca de la guerra y los juegos.
Libro XIX: acerca de las naves, edificios y vestidos.
Libro XX: acerca de las provisiones y de los utensilios domésticos.
Sus dos libros Differentiae, son un ejemplo claro de la finalidad que perseguía el autor. El libro I es una especie de diccionario temático que aspira a la precisión en el uso de las palabras. En el libro II las “diferencias” que Isidoro propone están pensadas para alcanzar la comprensión de los problemas que el cristianismo plantea.
En Prooemia se pretende permitir el acceso a la lectura de la Biblia. Son una especie de introducciones que han de servir para facilitar la comprensión de los diferentes libros de la Biblia. En De ortu, presenta biografías de personajes bíblicos.
Isidoro destina su De ecclesiasticis officiis a su hermano Fulgencio, obispo de Écija. Se compone de dos libros, el primero trata de la procedencia de los ritos en los oficios como música, lecturas, oraciones, sentido de la consagración, etc. El segundo libro describe al clero y sus tipos y sigue con los sacramentos.
Synonyma puede ser considerada la obra más literaria de Isidoro, de hecho, en la Edad Media constituyó un estilo muy valorado que llegó a llamarse “stilus isidorianus”. La obra representa un monólogo interior que recuerda los “Soliloquios” de san Agustín de Hipona.
En De natura rerum se dan lecciones sobre astronomía, meteorología y fenómenos terrestres. De haeresibus es una compilación de las herejías que se dieron durante los siglos anteriores, tanto cristianas como judaicas y filosóficas. Las Sententaie constan de tres libros y tienen un carácter doctrinal y moral. La Chronica es una recopilación de hechos históricos desde el año 5200 a.C. hasta Sisebuto o Suintila, según la versión.
De fide catholica contra Iudaeos es una obra doctrinal que se divide en dos libros, el primero explica la verdad cristiana y el segundo introduce argumentos de la Biblia para mostrar el error de los judíos y los gentiles. La obra se tomó como un apoyo a la política antijudía de Sisebuto que el año 616 forzó la conversión de todos los judíos. La verdad es que no es un alegato contra los judíos, sino una exposición razonada acerca de la verdad y el error.
Regula monachorum trata de modelizar la conducta de los monjes, en su introducción trata de flexibilizar las antiguas normas, de modo que la condición de monje sea asequible a todos. Historia Gothorum, Wandalorum et Sueuorum, está restringido a la historia de los pueblos que en el siglo V ocuparon las zonas de Hispania.
“Las enseñanzas prácticas y teóricas del enciclopédico prelado revelan una amplísima cultura, un gran sentido de la realidad política, una posibilidad cuajada ya de orientación intelectual para un futuro que nunca existió” (R. de la Cierva). Y no existió porque la invasión musulmana lo impidió. Aun así, su herencia se extendió, las escuelas catedralicias, origen de las universidades, no fueron una novedad carolingia, sino la mayor de las aportaciones isidorianas. Con los decretos del Concilio IV de Toledo instauró la enseñanza en todos los obispados, como haría Carlo Magno un siglo más tarde.
El gran historiador de la Iglesia José de Orlandís le define como sigue: “Un español –san Isidoro de Sevilla- puede considerarse es rigor como el último Padre occidental. Sus “Etimologías” fueron la primera enciclopedia cristiana, y su misión, la de ser el maestro de Occidente medieval, al que hizo llegar las riquezas de la sabiduría de la Antigüedad”(3).
(3). José de Orlandis, Historia Breve del Cristianismo, pag. 66
Aunque la producción de san Isidoro es más extensa y variopinta, con lo expuesto creo que se puede apreciar la erudición y sabiduría del obispo. De no haber escrito sus Etimologías Isidoro no ocuparía un lugar tan destacado en la historia literaria, a esta obra se la suele catalogar como “la Enciclopedia de la Edad Media”. La influencia de Isidoro fue enorme, ya desde su propio tiempo, pronto se copiaron sus obras en Irlanda donde fue un autor de gran difusión, y desde luego se extendieron por Inglaterra, Francia e Italia.
Bibliografía
1.- BÁRCENA ALBERTO, La Pérdida de España, Tomo I; editorial san Román, 2019.
2.- DE LA CIERVA RICARDO, Historia Total de España; editorial Fénix; octava edición, 1999.
3.- ESCUDERO JOSÉ ANTONIO, La Iglesia en la Historia de España; ediciones Marcial Pons, 2015.
4.- ORLANDIS JOSÉ, Historia Breve del Cristianismo; ediciones Rialp, octava edición, 2021.