Asimismo, y respecto a la polémica surgida por la referida Nota de este pasado 11 de mayo, queremos exponer:
a.Aplaudimos la llamada al diálogo que realizan nuestros Obispos ante la actitud de algunos que pretenden romper España sin dar voz a todos aquellos que la formamos y sin respetar los criterios morales que todo hombre de buena voluntad debe tomar en consideración en tan delicada materia.
b.Respecto al reconocimiento de la «realidad nacional de Cataluña» hemos de recordar que la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) distingue entre lo cultural y lo político.
En este sentido, Juan Pablo II recordaba al Cuerpo Diplomático en 1979 que «la nación es la gran comunidad de los hombres que están unidos por diversos vínculos, pero, sobre todo, precisamente, por la cultura». Es decir, en la DSI, la nación es un término esencialmente cultural y no político.
Por ser cultural cabe hablar de una nación catalana totalmente compatible con una de mayor amplitud y de la que forma parte la nación española, al igual que la nación ampurdanesa, con su cultura propia, puede formar parte de la catalana. Pero lo que no cabe entender esa realidad como depositaria de la soberanía, como lo hace la teoría política desde el siglo XIX con el auge de los nacionalismos.
Por ello, los Obispos catalanes, junto con el resto de sus hermanos españoles, recordaban en la Instrucción Pastoral Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias el 22 de noviembre de 2002: «La pretensión de que a toda nación, por el hecho de serlo, le corresponda el derecho de constituirse en Estado, ignorando las múltiples relaciones históricamente establecidas entre los pueblos y sometiendo los derechos de las personas a proyectos nacionales o estatales impuestos de una u otra manera por la fuerza, dan lugar a un nacionalismo totalitario, que es incompatible con la doctrina católica».
Lamentamos que no se haya incluido en la Nota actual de nuestros Obispos catalanes esta aclaración que seguro que libraba a la misma de malas interpretaciones. Asimismo, quizás deben estudiar nuestros Obispos si los fieles de calle entienden sus Notas, haciendo lo posible por aunar lo breve con lo claro, pues al usar un término que puede entenderse en distintos sentidos, crean confusión si no aclaran en qué sentido lo dicen.
Como fieles laicos, pedimos respetuosamente a los Obispos de Cataluña que sean claros. Si con esta nota quieren decir que solo los ciudadanos de Cataluña tienen derecho a decidir sobre la situación de Cataluña, que lo digan. Y si no es esto lo que han querido decir, que lo aclaren.
c. También lamentamos la referencia a que «sean escuchadas las legítimas aspiraciones del pueblo catalán». Si nos quedamos al nivel de una declaración retórica no habría nada que objetar, pues todos estamos de acuerdo en que «sean escuchadas las legítimas aspiraciones del pueblo catalán o del español o del europeo o del australiano». El problema es el contexto en el que se pronuncia. ¿A qué se refieren nuestros Obispos? ¿A qué se oiga el clamor de los niños abortados en Cataluña? ¿A qué se oiga la voz de los necesitados en lo material y en lo espiritual? ¿Quizás a los padres que no pueden escolarizar a sus hijos en su lengua materna cuando esta no es la catalana? ¿Quizás a los perseguidos por rotular en español? ¿Quizás a los indignados porque en su tierra los poderes públicos se salten la ley justa? Nos tememos que no se refieren a estos clamores aunque todos ellos los consideramos «legítimas aspiraciones del pueblo catalán».
d. Por último, festejamos las referencias de nuestros Obispos a la erradicación de la corrupción y a la regeneración moral a nivel personal y social, y sobre todo su llamada a la transcendencia y a la oración.
Volvemos a remitir aquí al Comunicado emitido hace unos años por la Asociación Enraizados sobre los principios éticos a considerar para adoptar un juicio razonable sobre una posible secesión en España.
Curas catalanes, no me extraña que no tengáis fieles en las iglesias, creo que a beis echado a Dios de ellas, sois la vergüenza nacional
El problema principal del catalán de lengua española en el Nordeste de España es que la Iglesia catalana siempre ha sido no cómplice, sino impulsora de toda la hispanofobia política. A duras penas encuentras una misa en español incluso en barrios de Barcelona en los que la población de sentimiento hispanófilo es mayoritaria. La iglesia catalana hace tiempo que sustituyó el crucifijo por las cuatro barras, y esto lo digo literalmente. ¿Dónde? en la Sagrada Familia. En el altar está un escudo heráldico con la cuatribarrada. No hay nada más.
Así pues, el problema es la sustitución no de España sino de la Cruz. Se deja de adorar a Cristo y se adoran… a sí mismos. Ahí comienza el mal, las mentiras de todo tipo, comenzando por el propio 11 de Septiembre, la persecución lingüística, la violencia física, los señalamientos al que piensa diferente, la opresión de la mitad del pueblo por la otra mitad.
Pero lo peor para los catalanes de sentimiento y pertenencia española no ha sido el abandono de la iglesia catalana, como en su momento abandonó la iglesia vasca a los pobres e infelices «maketos», sino la indiferencia de los distintos gobiernos españoles que nos dejaron a merced de la más rabiosa hispanofobia para sacar sus presupuestos, para tener sus legislaturas y sus cuotas de poder. Hoy, bien es verdad, les insultan a ellos cuando van al Nordeste de España, los cubren de injurias y vejaciones públicas, pero eso sólo durante unos minutos. A los cristianos españoles en este rincón de nuestro país nos han injuriado, nos han negado trabajos, han perseguido nuestra lengua en cualquier manifestación pública de la misma, nos multan si la usamos y a veces nos han hecho blanco de una violencia racista descarnada, como el tiro en la pierna a Jiménez Losantos.
Así pues, la Iglesia en esa parte de España abandonó la Cruz y se asió a las cuatro barras. Los gobiernos de España abandonaron sus competencias y a todos los que esperábamos su amparo ante la persecución lingüística. Los cristianos españoles nororientales tuvimos el completo: nos abandonó nuestra Iglesia y nos abandonó nuestro país.
Vg2: Lo que no se pueden saltar a la torera, sus Eminencias, es la Ley. Esta está por encima de los deseos políticos o culturales de aquéllos que tienen la obligación ética de aceptarla. ¿Es que no han leído el Evangelio? Jesús respetó escrupulosamente la situación infinitamente peor en la que se encuentra Catalunya. Y eso que sus discípulos apuraron ese deseo hasta el final. ¿Es que no han leído el episodio evangélico del por qué tuvieron que trasladarse a Belén, en virtud del capricho del emperador romano?. ¿En qué aprecian la Providencia de Dios? ¿No saben lo que Jesús le dijo a Pilatos: «Toda autoridad viene de Dios». Esa Autoridad se concreta en la Ley en nuestro caso..