Roger Bacon – 1220-1292

Roger Bacon – 1220-1292

Artículo redactado por Pedro Ochoa

 

Roger Bacon

O.F.M. Filósofo, científico, y teólogo inglés.

Estatua de Roger Bacon en el Museo de Historia Natural de Oxford

En 1240 ingresó en la Orden de los Franciscanos pertenecientes a la Escuela de Oxford. Conocido también como Doctor Mirabilis (Doctor Admirable), fue uno de los frailes franciscanos más famosos de su tiempo. Inspirado en las obras de autores herederos y conservadores de las antiguas obras del mundo griego, puso considerable énfasis en el empirismo y ha sido presentado como uno de los primeros pensadores que propusieron el moderno Método Científico.

Descendiente de una familia adinerada, entró en la Universidad de Oxford, donde estudió las diversas ciencias de la época. Continuó sus estudios en París, donde se hizo doctor en Teología.

Fue un entusiasta proponente y practicante del método experimental para adquirir conocimiento sobre el mundo. Planeó publicar una enciclopedia completa, pero solo aparecieron fragmentos. Su frase más famosa fue «la matemática es la puerta y la llave de toda ciencia».

Científico avanzado a su tiempo, captó los errores del calendario juliano, señaló los puntos débiles de la astronomía de Ptolomeo, indicó en óptica las leyes de reflexión y los fenómenos de refracción, comprendió el funcionamiento de los espejos esféricos, ideó una teoría explicativa del arco iris, describió ingenios mecánicos (barcos, coches, máquinas voladoras) y tomó de los árabes la fórmula de la pólvora de cañón.

En sus once libros que hay publicados, Bacon trata de cimentar el saber científico sobre la experiencia. El cometido fundamental de la filosofía debe ser proyectar la sabiduría cristiana sobre la organización de la sociedad.

El Papa Clemente IV estuvo muy interesado en el trabajo de Bacon, tanto es así que lo ayudó a financiar un tratado que hable tanto de la fe cristiana como de la ciencia confirmada en ella. De esta propuesta salieron sus más célebres obras llamada Opera majusOpera minus y Opera tertium.

Opus maius, edición de 1750

Defendió el método de conocimiento basado en la experimentación y en la matemática. Bacon entendía que el fin de todas las ciencias estriba en aumentar el poder del hombre sobre la naturaleza. Su contribución matemática fundamental es la aplicación de la geometría a la óptica, para impulsar el uso de lentes de aumento como ayuda a la visión natural.

Estudios de óptica de Bacon

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España pionera de la cultura en Europa: San Isidoro de Sevilla

España pionera de la cultura en Europa: San Isidoro de Sevilla

Artículo redactado por José Carlos sacristán

No podemos esperar de un autor cristiano del siglo VII una producción literaria en el sentido de lo que conocemos actualmente, aun así, podemos decir que Isidoro de Sevilla fue el humanista visigodo que educó a la Europa Medieval, fue el protagonista del Renacimiento cultural del reino visigodo en los siglos VI y VII, con certeza único en Europa occidental.

“Isidoro es un pregonero de España. Registra como hecho histórico la unificación del territorio, una vez lograda la expulsión de los bizantinos bajo Suintila. La autoridad le viene de Dios, pero pasa por el pueblo, en quien reside primariamente el poder” (1).

(1). Ricardo de la Cierva en: Alberto Bárcena, La Pérdida de España Tomo I. Ed. San Román, pag. 22.

De esta elocuente forma retrató el historiador Ricardo de la Cierva la figura del obispo hispalense, y de lo que no cabe duda alguna, es de la amplísima cultura que tuvo la cual le valió para extender sus enseñanzas prácticas y teóricas a la sociedad de su tiempo, así como a las venideras, sin perder en ningún momento el sentido práctico de la realidad.

Es importante conocer de forma somera la época que le tocó vivir a Isidoro, con la intención de poder valorar en toda su amplitud su legado. Se cree que nace hacia el año 560 muere en el 636. Durante el siglo VI se producen tres hechos de indudable relevancia en España: la ocupación del sureste de la península ibérica por los bizantinos, la anexión por Leovigildo del reino suevo (588) y sobre todo la conversión del pueblo visigodo al catolicismo bajo el reinado de Recaredo en el 589.

De Isidoro sabemos que tuvo tres hermanos mayores –Leandro, obispo de Sevilla, Fulgencio, obispo de Écija y Florentina-, que juntos lograron ser una de las familias más influyentes en el nuevo “Reino de Hispania”, según atestigua el historiador franco contemporáneo Gregorio de Tours. Para confirmar esta afirmación basta comparar con las dos grandes potencias europeas del siglo VII, que fueron la Francia de los merovingios y la anglosajona Inglaterra, en las cuales los reyes letrados no existían sin saber ni siquiera escribir su nombre en algunos casos. Podríamos decir que el surgimiento de hombres doctos en la Hispania del siglo VII no tuvo equiparación en Europa. Y en buena medida uno de los principales protagonistas de este despertar intelectual y cultural fue san Isidoro de Sevilla.

Según palabras de su hermano Leandro, Isidoro se educó junto a él en Sevilla, ciudad en la que Leandro fue obispo desde el año 579. Poco más sabemos de él con seguridad hasta su nombramiento como obispo de Sevilla en el 600 para suceder a su hermano. En el año 610 firmó el decreto que reconocía a Toledo como metrópoli. Su capacidad e influencia la conocemos por el Canon LXXV del IV Concilio de Toledo de 633, en el cual se definen las obligaciones del rey hacia el pueblo y del pueblo hacia el rey. Isidoro definió cuales debían ser las virtudes del rey, y así en su Etimologíae (Etimologías) dice al respecto:

“Los reyes son llamados así de la palabra regir; como sacerdote se deriva de santificar así al rey de regir. Más no rige quien no corrige. Se conserva el nombre del rey obrando rectamente; se pierde pecando; por lo que circulaba entre los antiguos este proverbio: serás rey si te portas rectamente; no lo serás sino obras así. Son dos las virtudes principales de los reyes: la justicia y la piedad; se pondera más en los reyes la piedad, pues la justicia es por sí severa”(2).

(2). San Isidoro de Sevilla, Etimologías, en Fray Valentín de la Cruz, pág. 103-104.

La obra más conocida de Isidoro son las Etimologíae, casi toda su producción tuvo una enorme importancia en el ámbito religioso y educativo. Podemos diferenciar en esta obra grandes grupos temáticos como las obras dedicadas a facilitar la lectura de la Biblia, las que responden a las necesidades del clero, las de carácter histórico, las de carácter pedagógico y las de carácter científico.

Las Etimologías son una reflexión y síntesis del saber de los antiguos griegos y romanos, este saber lo adaptó al mundo nuevo surgido tras la caída del Imperio Romano de occidente. Decía Isidoro que “si se sabe cuál es el origen de una palabra, más rápidamente se comprenderá su sentido”. Se componen de veinte libros que sirvieron para toda Europa hasta el siglo XV, la temática es la siguiente:

Libro I: acerca de la gramática.
Libro II: acerca de la retórica y la dialéctica.
Libro III: acerca de la matemática.
Libro IV: acerca de la medicina.
Libro V: acerca de las leyes y los tiempos.
Libro VI: de los libros y oficios eclesiásticos.
Libro VII: acerca de Dios, los ángeles y los fieles.
Libro VIII: acerca de la Iglesia y las sectas.
Libro IX: acerca de las lenguas, pueblos, reinos, milicia, ciudades y parentescos.
Libro X: acerca de las palabras.
Libro XI: acerca del hombre y los seres prodigiosos.
Libro XII: acerca de los animales.
Libro XIII: acerca del mundo y sus partes.
Libro XIV: acerca de la tierra y sus partes.
Libro XV: acerca de los edificios y sus campos.
Libro XVI: acerca de las piedras y los metales.
Libro XVII: acerca de la agricultura.
Libro XVIII: acerca de la guerra y los juegos.
Libro XIX: acerca de las naves, edificios y vestidos.
Libro XX: acerca de las provisiones y de los utensilios domésticos.

Sus dos libros Differentiae, son un ejemplo claro de la finalidad que perseguía el autor. El libro I es una especie de diccionario temático que aspira a la precisión en el uso de las palabras. En el libro II las “diferencias” que Isidoro propone están pensadas para alcanzar la comprensión de los problemas que el cristianismo plantea.

En Prooemia se pretende permitir el acceso a la lectura de la Biblia. Son una especie de introducciones que han de servir para facilitar la comprensión de los diferentes libros de la Biblia. En De ortu, presenta biografías de personajes bíblicos.

Isidoro destina su De ecclesiasticis officiis a su hermano Fulgencio, obispo de Écija. Se compone de dos libros, el primero trata de la procedencia de los ritos en los oficios como música, lecturas, oraciones, sentido de la consagración, etc. El segundo libro describe al clero y sus tipos y sigue con los sacramentos.

Synonyma puede ser considerada la obra más literaria de Isidoro, de hecho, en la Edad Media constituyó un estilo muy valorado que llegó a llamarse “stilus isidorianus”. La obra representa un monólogo interior que recuerda los “Soliloquios” de san Agustín de Hipona.

En De natura rerum se dan lecciones sobre astronomía, meteorología y fenómenos terrestres. De haeresibus es una compilación de las herejías que se dieron durante los siglos anteriores, tanto cristianas como judaicas y filosóficas. Las Sententaie constan de tres libros y tienen un carácter doctrinal y moral. La Chronica es una recopilación de hechos históricos desde el año 5200 a.C. hasta Sisebuto o Suintila, según la versión.

De fide catholica contra Iudaeos es una obra doctrinal que se divide en dos libros, el primero explica la verdad cristiana y el segundo introduce argumentos de la Biblia para mostrar el error de los judíos y los gentiles. La obra se tomó como un apoyo a la política antijudía de Sisebuto que el año 616 forzó la conversión de todos los judíos. La verdad es que no es un alegato contra los judíos, sino una exposición razonada acerca de la verdad y el error.

Regula monachorum trata de modelizar la conducta de los monjes, en su introducción trata de flexibilizar las antiguas normas, de modo que la condición de monje sea asequible a todos. Historia Gothorum, Wandalorum et Sueuorum, está restringido a la historia de los pueblos que en el siglo V ocuparon las zonas de Hispania.

“Las enseñanzas prácticas y teóricas del enciclopédico prelado revelan una amplísima cultura, un gran sentido de la realidad política, una posibilidad cuajada ya de orientación intelectual para un futuro que nunca existió” (R. de la Cierva). Y no existió porque la invasión musulmana lo impidió. Aun así, su herencia se extendió, las escuelas catedralicias, origen de las universidades, no fueron una novedad carolingia, sino la mayor de las aportaciones isidorianas. Con los decretos del Concilio IV de Toledo instauró la enseñanza en todos los obispados, como haría Carlo Magno un siglo más tarde.

El gran historiador de la Iglesia José de Orlandís le define como sigue: “Un español –san Isidoro de Sevilla- puede considerarse es rigor como el último Padre occidental. Sus “Etimologías” fueron la primera enciclopedia cristiana, y su misión, la de ser el maestro de Occidente medieval, al que hizo llegar las riquezas de la sabiduría de la Antigüedad”(3).

(3). José de Orlandis, Historia Breve del Cristianismo, pag. 66

Aunque la producción de san Isidoro es más extensa y variopinta, con lo expuesto creo que se puede apreciar la erudición y sabiduría del obispo. De no haber escrito sus Etimologías Isidoro no ocuparía un lugar tan destacado en la historia literaria, a esta obra se la suele catalogar como “la Enciclopedia de la Edad Media”. La influencia de Isidoro fue enorme, ya desde su propio tiempo, pronto se copiaron sus obras en Irlanda donde fue un autor de gran difusión, y desde luego se extendieron por Inglaterra, Francia e Italia.

Bibliografía
1.- BÁRCENA ALBERTO, La Pérdida de España, Tomo I; editorial san Román, 2019.
2.- DE LA CIERVA RICARDO, Historia Total de España; editorial Fénix; octava edición, 1999.
3.- ESCUDERO JOSÉ ANTONIO, La Iglesia en la Historia de España; ediciones Marcial Pons, 2015.
4.- ORLANDIS JOSÉ, Historia Breve del Cristianismo; ediciones Rialp, octava edición, 2021.

La ciencia moderna nació en la Edad Media Católica

La ciencia moderna nació en la Edad Media Católica

Autor: Jesús Caraballo

Uno de los más firmes defensores de tal afirmación en Pierre Duhem (1861-1916), físico de arraigada fe católica, que por eso mismo fue marginado en la Francia de la laicista Tercera República en la que vivió.

La Francia de finales del siglo XIX era el país de la religión laica vaciada de todos los rasgos sobrenaturales. La ideología republicana encuentra un fértil aliado en el materialismo, que incluye las ideas darwinianas de la evolución, y que acaba teniendo un lugar relevante en la enseñanza secundaria y superior, aunque es ridiculizado por quienes aún siguen haciendo un recto uso de la razón.

Ridiculización reflejada en una opereta satírica, Au pays des gorilles (En el país de los gorilas), de Esteban de Richermoz (pseudónimo de Étienne Recamier) con ilustraciones y música. La opereta, un panfleto contra las leyes que tienden a laicizar la enseñanza escolar (sobre todo la ley del 28 de marzo de 1882), describe el viaje que los miembros de la Misión Simiófila Internacional realizan a Congo, volviendo a París con un grupo de gorilas a los que les explican y les ofrecen los beneficios de la nueva legislación, que ha sido un fracaso con los jóvenes franceses. Pero también fracasa con los gorilas y estos prefieren volver a África.

Son características de este panfleto satírico las bellísimas ilustraciones que hacen más evidente, incluso más que el texto, la ironía de la historia. Los cuadros llevan la firma «Ch. Clerice», pseudónimo de Pierre Duhem, físico, pionero en el estudio de la termodinámica de los procesos irreversibles, filósofo e historiador de la ciencia.

Hijo de progenitores profundamente católicos y legitimistas, corrió el riesgo, con estas ilustraciones, de poner en peligro su carrera académica en la École Normale de París, donde había conseguido entrar en 1882. Por este motivo firmó sus grabados con un pseudónimo, consciente de ser un científico católico en un ambiente hostil. 

Nacido en un modesto barrio de París, su padre, Pierre-Joseph, de origen flamenco, educado por los jesuitas, trabajaba en la industria textil y mantenía una gran pasión por los estudios y, en particular, por los autores latinos. La madre, Marie-Alexandrine Fabre, era descendiente de una familia de orígenes burgueses que llegó a París en el siglo XVII. La educación del joven Pierre comenzó a los siete años con clases privadas junto a un pequeño grupo de estudiantes: gramática, aritmética, latín y catecismo fueron las materias que pusieron en evidencia sus habilidades literarias a la edad de nueve años. 

  Los años de su juventud fueron años turbulentos para Francia, especialmente en el Ayuntamiento de París (marzo de 1871, alzamiento de La Comuna), que se convirtió en el ejemplo de la anarquía y la ausencia de religión. Pero fueron años difíciles no sólo por la política; una epidemia de difteria causó la muerte de dos de sus hermanos. Pierre continuó su educación en el Colegio Estanislao de París durante diez años, periodo muy formativo sobre todo por las enseñanzas que recibe en física y matemáticas, que le llevaron a completar sus estudios en estas dos materias en la prestigiosa École Normale en los años 1883-84.

   Su amor por la física teórica le hizo rechazar un puesto como químico-bacteriólogo en el laboratorio de Louis Pasteur, pero enseguida empezaron las dificultades. Sus tesis, la primera sobre el potencial termodinámico y la segunda sobre matemáticas aplicadas, fueron rechazadas por un mundo académico laicista que no veía con buenos ojos a un científico católico y abiertamente conservador para el que las puertas de la enseñanza en París permanecieron siempre cerradas. Es famosa la frase de Marcellin Berthelot: «Este joven no podrá enseñar nunca en París».

   Y así fue Enseñó en Lille, en Rennes, en Burdeos, pero nunca en París. De nada le sirvió la enorme mole de publicaciones, no sólo en el campo científico con importantes contribuciones a la física y la termodinámica, sino también en filosofía e historia de la ciencia. El resultado de este ostracismo hacia el científico francés fue que sus obras no se publicaron de nuevo en Francia hasta mediados de los años 80 del siglo XX. 

Redescubrimiento de la ciencia medieval

   Uno de los importantes componentes de los estudios y del pensamiento de Pierre Duhem es el que atañe a la historia de la ciencia y, en manera particular, del periodo medieval. Hablar de ciencia medieval parecía, antes de Duhem, un contrasentido, pero con Duhem se colma una laguna y se descubre una continuidad en el pensamiento científico que va desde Jean Buridán, Nicolás de Oresme y Alberto de Sajonia hasta Galileo Galilei. Es célebre su frase: 

«Si nos hubieran obligado a asignar una fecha al nacimiento de la ciencia moderna habríamos elegido, sin dudarlo, el año 1277, cuando el obispo de París proclamó solemnemente que podría existir una multiplicidad de mundos y que el sistema de esferas celestes podría, sin contradicción, estar dotado de una línea recta de movimiento». 

   El nacimiento de la ciencia moderna se desplazó, así, unos cuantos siglos atrás y los que antes eran considerados los «siglos oscuros» empezaron a resplandecer a los ojos de una sociedad laicista y anticlerical que, de hecho, no le perdonó nunca a Duhem estos descubrimientos. Murió el 14 de septiembre de hace cien años, dejando incompleta su obra principal, Le System du Monde, doce volúmenes acerca de las doctrinas cosmológicas de los que terminó sólo nueve, pero dejando también una gran cantidad de información sobre astronomía medieval, teoría de las mareas, astrología y geoestática.

   Duhem, al rechazar el mito de la ausencia de una ciencia medieval, fue el primer estudioso que sacudió el polvo acumulado encima de una cantidad de códices manuscritos que habían permanecido inexplorados durante siglos. Lo que descubrió le indujo a hacer la sorprendente afirmación de que la Revolución científica, asociada a los gloriosos nombres de Nicolás Copérnico, Galileo Galilei, Johannes Kleper, Descartes e Isaac Newton, había sido sólo una extensión y una reelaboración de las ideas físicas y cosmológicas formuladas en el siglo XIV por los maestros parisinos de la Universidad de París. Duhem consideraba a los filósofos naturales de la escolástica medieval los precursores de Galileo. 

Ruđer Josip Bošković

Ruđer Josip Bošković

La Iglesia ante los retos de la historia

Científicos y religiosos

 

Ruđer Josip Bošković

(Croacia 1711– Milán 1787)

“No nos cansemos, pues, de hacer el bien”

Ruđer Josip Bošković

Fue un Sacerdote Jesuita y también Físico, astrónomo, matemático, filósofo y poeta. Realizó labores de investigación, docencia, escritos políticos y resolución de conflictos de su tiempo.

Admirado por el mundo culto y científico, que no podía sino sorprenderse con cada nuevo trabajo que publicaba, Boskovic, es sobretodo recordado por sentar las bases de la teoría atómica basada en la teoría newtoniana, fundamental para el posterior desarrollo de la física contemporánea.

Mostró la maravillosa unión entre Ciencia y Fe.

“No nos cansemos, pues, de hacer el bien”

Esta frase de San Pablo podría ser el lema de Ruder Boskovic, resumiendo su infatigable tarea de entender y descifrar como funciona el mundo, la obra del Creador, estudiando las estrellas, las órbitas y la esencia de la materia. Su trabajo, con más de 60 tratados, dejó huella en el mundo científico y un legado que sirvió de inspiración a los trabajos posteriores de Michael Faraday y Albert Einstein.

Nació en Ragusa el 8 de mayo de 1711, el más joven de seis hermanos, estudió en el colegio jesuita de su ciudad natal. Cautivado por esta experiencia, a los 14 años, decidió  entrar al Noviciado de la Compañía de Jesús en Roma. Sus maestros del Colegio Romano cultivaron con éxito los talentos del joven Boskovic, que empezaba a brillar especialmente en Matemáticas.

Zagreb, Croacia

Su actividad intelectual abarcó una pluralidad de disciplinas. Además tomó parte activa en las discusiones científicas de su época. A éstas  pertenecen su Desviación de la Tierra de la probable Forma Esférica o El Cómputo de la Órbita de un Cometa a partir de unas breves Observaciones.

Así pues, tenemos a Boscovic investigando la esencia de la materia e intentando establecer más ampliamente la ley de Newton sobre la gravitación universal, buscando siempre la relación entre lo creado y el Creador. Para este jesuita, lo importante es reconocer al Diseñador en las Leyes que gobiernan la naturaleza. “Quien considera todo lo creado como fruto de la casualidad, no puede cometer un error más grave”. La labor del científico es reconocer a este Autor.

En De materiae divisibilitate et du principiis corporum dissertatio (1748) Boscovic considera a las moléculas como puntos matemáticos y conjetura la existencia de complejas fuerzas intermoleculares que pueden ser repulsivas o atractivas dependiendo de la distancia entre las partículas. El caso de Boscovic es especialmente significativo porque él fue el primero en afirmar, en contra de sus contemporáneos, que la naturaleza de los átomos que forman los sólidos y los líquidos es la misma que la de los que forman los gases.

Además, su intento de establecer una teoría unificada de los fenómenos físicos basada en la Naturphilosophie kantiana, influenciará a grandes científicos del siglo XIX como Faraday, Oersted o Lord Kelvin.

Boscovic también demostró mucha habilidad en solucionar los problemas prácticos de su época. A mitad del siglo XVIII la gran cúpula de San Pedro comenzó a agrietarse, causando consternación al Papa y a la Ciudad Eterna. Boscovic fue consultado y salvó del derrumbe a la cúpula de la Basílica de San Pedro en Roma, rodeándola de cinco anillos de hierro.

No fue el único reto al que se enfrentó. También se implicó como mediador cuando los ciudadanos de Ragusa, su ciudad natal, le pidieron que fuera árbitro de una disputa en la que estaban envueltos con el rey de Francia.

Muchas universidades buscaron reclutar a Boscovic en su profesorado. Sus trabajos atrajeron la atención de prestigiosas academias que lo hicieron miembro activo, como la Academia Rusa de Ciencias o la Royal Society en 1760. Es más, la emperatriz María Teresa y el emperador Francisco de Austria le ofrecieron títulos de nobleza, que rechazó por su juramento a la Compañía de Jesús.

Boskovic estuvo siempre lleno de espíritu emprendedor, atrayendo la atención tanto con sus escritos políticos como con sus logros científicos. Mientras estuvo en Inglaterra, impulsó las observaciones del tránsito de Venus, el 6 de junio de 1761. La Academia de Londres propuso enviar a Boscovic a cargo de una expedición a California a observar el tránsito de Venus en 1769, pero desafortunadamente, la oposición manifestada en todas partes a la Compañía de Jesús que llevó finalmente a su supresión, la hizo imposible. Continuó, sin embargo, dando sus servicios al Observatorio de Milán.

Tras la publicación de su último trabajo se retiró por un tiempo al monasterio de los monjes de Vallombrosa. La muerte lo visitó a la edad de 76 años, precedida por un largo malestar acompañado de enfermedades nerviosas y desarreglos mentales. Fue sepultado en la iglesia de Santa María Podone.

Es tanta su influencia en el mundo científico que varias calles en Italia tienen su nombre, un cráter de la luna también fue bautizado con su nombre, e incluso existe un monumento en su honor en los jardines del Instituto Atómico de Zagreb. También el asteroide Boskovic conmemora su figura.

Cráter lunar Boskovich

En Boskovic encontramos un sacerdote y un ser humano, que probó las dificultades de la vida, comenzando por su propio mundo interior, pues tendía a las enfermedades nerviosas, especialmente a la depresión. Sin embargo, esto no fue obstáculo para entregar los dones recibidos de Dios y hacerlos multiplicar, dejando un gran legado para el desarrollo científico de la humanidad.

A pesar de trabajar en tiempos difíciles, que vieron el cierre de la Compañía de Jesús, nunca cesó en su activismo y en su incansable trabajo por conocer y enseñar la esencia de la realidad. Su amor a la ciencia estuvo siempre sometido al amor por Cristo.

Rvdo. Padre Gregor Mendel

Rvdo. Padre Gregor Mendel

Artículo escrito por Fernando Junceda Quintana – Arqueólogo y profesor

Rvdo. Padre Gregor Mendel

Padre de la genética moderna

Gregor Johann Mendel

Desde la revolución neolítica -con la lenta y continua selección de las especies naturales más rentables- pocos descubrimientos han influido tanto en nuestras sociedades, no sólo para mejorar la productividad y calidad de nuestros alimentos sino también para hacer frente a la escasez de estos. El P. G. Mendel -con la humildad del orden sacerdotal y sin proponérselo- inició en el siglo XIX el camino científico de la industria alimentaria, médica y biológica de los próximos siglos. (más…)

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