Oct 27, 2022 | Iglesia y Civilización, La Iglesia y la economía
Autor: Juan Carlos García García / economista, 1983.
En 1817 David Ricardo, economista inglés, formuló la teoría de la ventaja competitiva en el comercio internacional con la lana y el vino. La vuelta de Cristóbal Colón a Europa fue el inicio real de la revolución en el comercio europeo. Los puertos establecidos con América y posteriormente Filipinas, por la corona de Castilla, ya actuaban así, en el siglo XVI. Era el (25/sep./1493). (más…)
Oct 20, 2022 | Iglesia y Civilización, La Iglesia Arte y la arquitectura
Artículo redactado por Vicente Medina Prados
Monasterio de Nuestra Señora de Tentudía
Siglo XIII
Fernando III de Castilla
Reconquista de Sevilla

Calera de León. Fuente: Cazador de Viajes
Viajando por la inmensa Historia de España nos detenemos en una pequeña localidad de la provincia de Badajoz, en el municipio de Calera de León.
Localidad extremeña que recoge importantes riquezas históricas, monumentales y religiosas, como la Iglesia de Santiago Apóstol, el Monasterio de Nuestra Señora de Tentudía, el Convento de la Orden de Santiago y la Ermita de Nuestra Señora de los Dolores.
Fuente: Que ver en Calera de León. Cazador de Viajes
Ampliando la imagen del mapa, tomando como centro Calera de León, vemos que nos encontramos en la Comarca de Tentudía, donde además podemos encontrar importantes puntos geográficos como el Pico de Tentudía, el más alto de la provincia de Badajoz, el espacio ecológico y paisajista de la Sierra de Tentudía y, para los aficionados a la pesca, el Embalse de Tentudía.
Fuente: Turismo de Extremadura

Claustro del Monasterio de Tentudía. Fuente: Viajar por Extremadura
Pero volvamos a la Historia de España …
Saltamos a las campañas en el siglo XIII del rey Fernando III de Castilla, El Santo, y a los movimientos de la Orden de Santiago que precedieron a la Reconquista de Sevilla, que se desarrollaban a lo largo de la ‘raya’ entre las actuales Portugal y España.
“La situación geográfica fronteriza de la comarca de Tentudía se ve acentuada por su proximidad a Portugal, de la que la localidad más cercana dista apenas 30 Km. en línea recta.”
Fuente: Mancomunidad de Tentudía
En aquellos momentos de la Reconquista las victorias cristianas sobre los musulmanes no fueron ni mucho menos paseos militares, ya que en numerosas ocasiones las batallas se alargaban sin lograr su conclusión a lo largo del día.
“Legendaria zona de frontera, Tentudía fue tierra de tránsito atravesada de norte a sur por la Ruta de la Plata, vínculo entre la Bética y la Lusitania y más tarde entre la taifa de Sevilla y el reino de Badajoz. Por ella llegaron a mediados del siglo XIII los caballeros de la Orden de Santiago, que conquistaron el territorio a los musulmanes y fundaron aquí, con el maestre Pelay Pérez Correa a la cabeza, su Provincia de León, a la que pertenecerá la mayor parte de las tierras de la actual comarca.”
Fuente: Diputación de Badajoz

Capilla de los maestres de la Orden de Santiago. Fuente: Monasterio de Tentudía (wikipedia)
Una de estas ocasiones fue la ocurrida a la Orden de Santiago frente a las tropas musulmanas, en aquella jornada en la que el Maestre de la Orden Pelay Pérez Correa, viendo que no se lograba la victoria cristiana, imploró a la Virgen que se detuviese el día y así les permitiera alzarse con la victoria a las tropas cristianas.
“A principios del siglo XIII, durante una batalla contra los árabes, el capitán Pelay Pérez Correa, maestre de la Orden de Santiago, al ver que llegaba la noche y no obtenía la victoria, imploró a la Virgen gritando: ¡Santa María, detén tu día! Y cuenta la tradición que el sol se detuvo en el horizonte para permitir a las tropas cristianas la victoria. El maestre mandó edificar un templo para Santa María de Tentudía.”
Fuente: Viajar por Extremadura
Pequeño templo que iría creciendo en siglos posteriores, convirtiéndose en uno de los centros relevantes de la Provincia de León en Extremadura, del Priorato de San Marcos de la Orden de Santiago.
Fuente: Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura
“El edificio original se fue ampliando en etapas sucesivas por los maestres de la Orden de Santiago.
Con la construcción del Conventual en la localidad cercana de Calera de León, en el siglo XV, la zona se convirtió en uno de los centros más importantes de la Orden de Santiago.
Y a principios del siglo XVI, el Eremitorio de Santa María de Tudía fue declarado Monasterio por el Papa León X, lo que supuso la adjudicación de grandes privilegios y el monasterio fue adquiriendo más importancia.
La Orden encargó en 1518 un retablo al prestigioso maestro azulejero Niculoso Pisano, de origen italiano pero afincado en Sevilla. Este retablo es probablemente uno de los elementos más importantes del monasterio en la actualidad. En el retablo se puede apreciar una placa con la inscripción: NICVLOSVUS PISANVS ME FECIT A.D.1518”
Fuente: Viajar por Extremadura

Retablo Mayor. Fuente: Monasterio de Tentudía (wikipedia)
A continuación, terminemos con la enumeración y una breve descripción, de los elementos que forman el monasterio.
“La Iglesia
Tiene una sola nave cubierta con bóveda de cañón dividida en tres tramos; está reforzada con arcos fajones que descansan sobre pilastras …
Retablo mayor
Fue encargado en 1518, por el vicario santiaguista de Tudía, Juan Riero, al prestigioso azulejero italiano Francisco Niculoso Pisano afincado en Sevilla, donde ya había realizado trabajos de destacada calidad …
Capilla de maestres
Situada a la izquierda del espectador, aneja al presbiterio, es de planta cuadrada con bóveda sustentada por trompas …
Capilla de Santiago
Situada a la derecha del espectador, aneja al presbiterio, es igual a la de los maestres, tiene planta cuadrada, y bóveda sobre trompas; aunque aquí no se conservan sepulcros, se tiene constancia de que estuvo enterrado el maestre santiaguista Juan Zapata, por lo que la capilla también lleva su nombre …”
Fuente: Monasterio de Tentudía (wikipedia)
Oct 20, 2022 | Iglesia y Civilización, La Iglesia y la ciencia
Artículo redactado por Pedro Ochoa
Roger Bacon
O.F.M. Filósofo, científico, y teólogo inglés.

Estatua de Roger Bacon en el Museo de Historia Natural de Oxford
En 1240 ingresó en la Orden de los Franciscanos pertenecientes a la Escuela de Oxford. Conocido también como Doctor Mirabilis (Doctor Admirable), fue uno de los frailes franciscanos más famosos de su tiempo. Inspirado en las obras de autores herederos y conservadores de las antiguas obras del mundo griego, puso considerable énfasis en el empirismo y ha sido presentado como uno de los primeros pensadores que propusieron el moderno Método Científico.
Descendiente de una familia adinerada, entró en la Universidad de Oxford, donde estudió las diversas ciencias de la época. Continuó sus estudios en París, donde se hizo doctor en Teología.
Fue un entusiasta proponente y practicante del método experimental para adquirir conocimiento sobre el mundo. Planeó publicar una enciclopedia completa, pero solo aparecieron fragmentos. Su frase más famosa fue «la matemática es la puerta y la llave de toda ciencia».
Científico avanzado a su tiempo, captó los errores del calendario juliano, señaló los puntos débiles de la astronomía de Ptolomeo, indicó en óptica las leyes de reflexión y los fenómenos de refracción, comprendió el funcionamiento de los espejos esféricos, ideó una teoría explicativa del arco iris, describió ingenios mecánicos (barcos, coches, máquinas voladoras) y tomó de los árabes la fórmula de la pólvora de cañón.
En sus once libros que hay publicados, Bacon trata de cimentar el saber científico sobre la experiencia. El cometido fundamental de la filosofía debe ser proyectar la sabiduría cristiana sobre la organización de la sociedad.
El Papa Clemente IV estuvo muy interesado en el trabajo de Bacon, tanto es así que lo ayudó a financiar un tratado que hable tanto de la fe cristiana como de la ciencia confirmada en ella. De esta propuesta salieron sus más célebres obras llamada Opera majus, Opera minus y Opera tertium.

Opus maius, edición de 1750
Defendió el método de conocimiento basado en la experimentación y en la matemática. Bacon entendía que el fin de todas las ciencias estriba en aumentar el poder del hombre sobre la naturaleza. Su contribución matemática fundamental es la aplicación de la geometría a la óptica, para impulsar el uso de lentes de aumento como ayuda a la visión natural.

Estudios de óptica de Bacon
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Oct 20, 2022 | Iglesia y Civilización, La Iglesia y la ciencia
Autor: Jesús Caraballo
Contrariamente al mito popular, la Iglesia era el mayor apoyo de la Ciencia. El objetivo de los cristianos devotos era acercarse a Dios y para comprender la mente de Dios tenían que estudiar Su Creación tanto como la Biblia.
(más…)
Oct 13, 2022 | Iglesia y Civilización
Artículo redactado por José Carlos sacristán
No podemos esperar de un autor cristiano del siglo VII una producción literaria en el sentido de lo que conocemos actualmente, aun así, podemos decir que Isidoro de Sevilla fue el humanista visigodo que educó a la Europa Medieval, fue el protagonista del Renacimiento cultural del reino visigodo en los siglos VI y VII, con certeza único en Europa occidental.
“Isidoro es un pregonero de España. Registra como hecho histórico la unificación del territorio, una vez lograda la expulsión de los bizantinos bajo Suintila. La autoridad le viene de Dios, pero pasa por el pueblo, en quien reside primariamente el poder” (1).
(1). Ricardo de la Cierva en: Alberto Bárcena, La Pérdida de España Tomo I. Ed. San Román, pag. 22.
De esta elocuente forma retrató el historiador Ricardo de la Cierva la figura del obispo hispalense, y de lo que no cabe duda alguna, es de la amplísima cultura que tuvo la cual le valió para extender sus enseñanzas prácticas y teóricas a la sociedad de su tiempo, así como a las venideras, sin perder en ningún momento el sentido práctico de la realidad.
Es importante conocer de forma somera la época que le tocó vivir a Isidoro, con la intención de poder valorar en toda su amplitud su legado. Se cree que nace hacia el año 560 muere en el 636. Durante el siglo VI se producen tres hechos de indudable relevancia en España: la ocupación del sureste de la península ibérica por los bizantinos, la anexión por Leovigildo del reino suevo (588) y sobre todo la conversión del pueblo visigodo al catolicismo bajo el reinado de Recaredo en el 589.
De Isidoro sabemos que tuvo tres hermanos mayores –Leandro, obispo de Sevilla, Fulgencio, obispo de Écija y Florentina-, que juntos lograron ser una de las familias más influyentes en el nuevo “Reino de Hispania”, según atestigua el historiador franco contemporáneo Gregorio de Tours. Para confirmar esta afirmación basta comparar con las dos grandes potencias europeas del siglo VII, que fueron la Francia de los merovingios y la anglosajona Inglaterra, en las cuales los reyes letrados no existían sin saber ni siquiera escribir su nombre en algunos casos. Podríamos decir que el surgimiento de hombres doctos en la Hispania del siglo VII no tuvo equiparación en Europa. Y en buena medida uno de los principales protagonistas de este despertar intelectual y cultural fue san Isidoro de Sevilla.
Según palabras de su hermano Leandro, Isidoro se educó junto a él en Sevilla, ciudad en la que Leandro fue obispo desde el año 579. Poco más sabemos de él con seguridad hasta su nombramiento como obispo de Sevilla en el 600 para suceder a su hermano. En el año 610 firmó el decreto que reconocía a Toledo como metrópoli. Su capacidad e influencia la conocemos por el Canon LXXV del IV Concilio de Toledo de 633, en el cual se definen las obligaciones del rey hacia el pueblo y del pueblo hacia el rey. Isidoro definió cuales debían ser las virtudes del rey, y así en su Etimologíae (Etimologías) dice al respecto:
“Los reyes son llamados así de la palabra regir; como sacerdote se deriva de santificar así al rey de regir. Más no rige quien no corrige. Se conserva el nombre del rey obrando rectamente; se pierde pecando; por lo que circulaba entre los antiguos este proverbio: serás rey si te portas rectamente; no lo serás sino obras así. Son dos las virtudes principales de los reyes: la justicia y la piedad; se pondera más en los reyes la piedad, pues la justicia es por sí severa”(2).
(2). San Isidoro de Sevilla, Etimologías, en Fray Valentín de la Cruz, pág. 103-104.
La obra más conocida de Isidoro son las Etimologíae, casi toda su producción tuvo una enorme importancia en el ámbito religioso y educativo. Podemos diferenciar en esta obra grandes grupos temáticos como las obras dedicadas a facilitar la lectura de la Biblia, las que responden a las necesidades del clero, las de carácter histórico, las de carácter pedagógico y las de carácter científico.
Las Etimologías son una reflexión y síntesis del saber de los antiguos griegos y romanos, este saber lo adaptó al mundo nuevo surgido tras la caída del Imperio Romano de occidente. Decía Isidoro que “si se sabe cuál es el origen de una palabra, más rápidamente se comprenderá su sentido”. Se componen de veinte libros que sirvieron para toda Europa hasta el siglo XV, la temática es la siguiente:
Libro I: acerca de la gramática.
Libro II: acerca de la retórica y la dialéctica.
Libro III: acerca de la matemática.
Libro IV: acerca de la medicina.
Libro V: acerca de las leyes y los tiempos.
Libro VI: de los libros y oficios eclesiásticos.
Libro VII: acerca de Dios, los ángeles y los fieles.
Libro VIII: acerca de la Iglesia y las sectas.
Libro IX: acerca de las lenguas, pueblos, reinos, milicia, ciudades y parentescos.
Libro X: acerca de las palabras.
Libro XI: acerca del hombre y los seres prodigiosos.
Libro XII: acerca de los animales.
Libro XIII: acerca del mundo y sus partes.
Libro XIV: acerca de la tierra y sus partes.
Libro XV: acerca de los edificios y sus campos.
Libro XVI: acerca de las piedras y los metales.
Libro XVII: acerca de la agricultura.
Libro XVIII: acerca de la guerra y los juegos.
Libro XIX: acerca de las naves, edificios y vestidos.
Libro XX: acerca de las provisiones y de los utensilios domésticos.
Sus dos libros Differentiae, son un ejemplo claro de la finalidad que perseguía el autor. El libro I es una especie de diccionario temático que aspira a la precisión en el uso de las palabras. En el libro II las “diferencias” que Isidoro propone están pensadas para alcanzar la comprensión de los problemas que el cristianismo plantea.
En Prooemia se pretende permitir el acceso a la lectura de la Biblia. Son una especie de introducciones que han de servir para facilitar la comprensión de los diferentes libros de la Biblia. En De ortu, presenta biografías de personajes bíblicos.
Isidoro destina su De ecclesiasticis officiis a su hermano Fulgencio, obispo de Écija. Se compone de dos libros, el primero trata de la procedencia de los ritos en los oficios como música, lecturas, oraciones, sentido de la consagración, etc. El segundo libro describe al clero y sus tipos y sigue con los sacramentos.
Synonyma puede ser considerada la obra más literaria de Isidoro, de hecho, en la Edad Media constituyó un estilo muy valorado que llegó a llamarse “stilus isidorianus”. La obra representa un monólogo interior que recuerda los “Soliloquios” de san Agustín de Hipona.
En De natura rerum se dan lecciones sobre astronomía, meteorología y fenómenos terrestres. De haeresibus es una compilación de las herejías que se dieron durante los siglos anteriores, tanto cristianas como judaicas y filosóficas. Las Sententaie constan de tres libros y tienen un carácter doctrinal y moral. La Chronica es una recopilación de hechos históricos desde el año 5200 a.C. hasta Sisebuto o Suintila, según la versión.
De fide catholica contra Iudaeos es una obra doctrinal que se divide en dos libros, el primero explica la verdad cristiana y el segundo introduce argumentos de la Biblia para mostrar el error de los judíos y los gentiles. La obra se tomó como un apoyo a la política antijudía de Sisebuto que el año 616 forzó la conversión de todos los judíos. La verdad es que no es un alegato contra los judíos, sino una exposición razonada acerca de la verdad y el error.
Regula monachorum trata de modelizar la conducta de los monjes, en su introducción trata de flexibilizar las antiguas normas, de modo que la condición de monje sea asequible a todos. Historia Gothorum, Wandalorum et Sueuorum, está restringido a la historia de los pueblos que en el siglo V ocuparon las zonas de Hispania.
“Las enseñanzas prácticas y teóricas del enciclopédico prelado revelan una amplísima cultura, un gran sentido de la realidad política, una posibilidad cuajada ya de orientación intelectual para un futuro que nunca existió” (R. de la Cierva). Y no existió porque la invasión musulmana lo impidió. Aun así, su herencia se extendió, las escuelas catedralicias, origen de las universidades, no fueron una novedad carolingia, sino la mayor de las aportaciones isidorianas. Con los decretos del Concilio IV de Toledo instauró la enseñanza en todos los obispados, como haría Carlo Magno un siglo más tarde.
El gran historiador de la Iglesia José de Orlandís le define como sigue: “Un español –san Isidoro de Sevilla- puede considerarse es rigor como el último Padre occidental. Sus “Etimologías” fueron la primera enciclopedia cristiana, y su misión, la de ser el maestro de Occidente medieval, al que hizo llegar las riquezas de la sabiduría de la Antigüedad”(3).
(3). José de Orlandis, Historia Breve del Cristianismo, pag. 66
Aunque la producción de san Isidoro es más extensa y variopinta, con lo expuesto creo que se puede apreciar la erudición y sabiduría del obispo. De no haber escrito sus Etimologías Isidoro no ocuparía un lugar tan destacado en la historia literaria, a esta obra se la suele catalogar como “la Enciclopedia de la Edad Media”. La influencia de Isidoro fue enorme, ya desde su propio tiempo, pronto se copiaron sus obras en Irlanda donde fue un autor de gran difusión, y desde luego se extendieron por Inglaterra, Francia e Italia.
Bibliografía
1.- BÁRCENA ALBERTO, La Pérdida de España, Tomo I; editorial san Román, 2019.
2.- DE LA CIERVA RICARDO, Historia Total de España; editorial Fénix; octava edición, 1999.
3.- ESCUDERO JOSÉ ANTONIO, La Iglesia en la Historia de España; ediciones Marcial Pons, 2015.
4.- ORLANDIS JOSÉ, Historia Breve del Cristianismo; ediciones Rialp, octava edición, 2021.
Oct 13, 2022 | Iglesia y Civilización, La Iglesia y la ciencia
Autor: Jesús Caraballo
Uno de los más firmes defensores de tal afirmación en Pierre Duhem (1861-1916), físico de arraigada fe católica, que por eso mismo fue marginado en la Francia de la laicista Tercera República en la que vivió.
La Francia de finales del siglo XIX era el país de la religión laica vaciada de todos los rasgos sobrenaturales. La ideología republicana encuentra un fértil aliado en el materialismo, que incluye las ideas darwinianas de la evolución, y que acaba teniendo un lugar relevante en la enseñanza secundaria y superior, aunque es ridiculizado por quienes aún siguen haciendo un recto uso de la razón.
Ridiculización reflejada en una opereta satírica, Au pays des gorilles (En el país de los gorilas), de Esteban de Richermoz (pseudónimo de Étienne Recamier) con ilustraciones y música. La opereta, un panfleto contra las leyes que tienden a laicizar la enseñanza escolar (sobre todo la ley del 28 de marzo de 1882), describe el viaje que los miembros de la Misión Simiófila Internacional realizan a Congo, volviendo a París con un grupo de gorilas a los que les explican y les ofrecen los beneficios de la nueva legislación, que ha sido un fracaso con los jóvenes franceses. Pero también fracasa con los gorilas y estos prefieren volver a África.

Son características de este panfleto satírico las bellísimas ilustraciones que hacen más evidente, incluso más que el texto, la ironía de la historia. Los cuadros llevan la firma «Ch. Clerice», pseudónimo de Pierre Duhem, físico, pionero en el estudio de la termodinámica de los procesos irreversibles, filósofo e historiador de la ciencia.
Hijo de progenitores profundamente católicos y legitimistas, corrió el riesgo, con estas ilustraciones, de poner en peligro su carrera académica en la École Normale de París, donde había conseguido entrar en 1882. Por este motivo firmó sus grabados con un pseudónimo, consciente de ser un científico católico en un ambiente hostil.
Nacido en un modesto barrio de París, su padre, Pierre-Joseph, de origen flamenco, educado por los jesuitas, trabajaba en la industria textil y mantenía una gran pasión por los estudios y, en particular, por los autores latinos. La madre, Marie-Alexandrine Fabre, era descendiente de una familia de orígenes burgueses que llegó a París en el siglo XVII. La educación del joven Pierre comenzó a los siete años con clases privadas junto a un pequeño grupo de estudiantes: gramática, aritmética, latín y catecismo fueron las materias que pusieron en evidencia sus habilidades literarias a la edad de nueve años.
Los años de su juventud fueron años turbulentos para Francia, especialmente en el Ayuntamiento de París (marzo de 1871, alzamiento de La Comuna), que se convirtió en el ejemplo de la anarquía y la ausencia de religión. Pero fueron años difíciles no sólo por la política; una epidemia de difteria causó la muerte de dos de sus hermanos. Pierre continuó su educación en el Colegio Estanislao de París durante diez años, periodo muy formativo sobre todo por las enseñanzas que recibe en física y matemáticas, que le llevaron a completar sus estudios en estas dos materias en la prestigiosa École Normale en los años 1883-84.
Su amor por la física teórica le hizo rechazar un puesto como químico-bacteriólogo en el laboratorio de Louis Pasteur, pero enseguida empezaron las dificultades. Sus tesis, la primera sobre el potencial termodinámico y la segunda sobre matemáticas aplicadas, fueron rechazadas por un mundo académico laicista que no veía con buenos ojos a un científico católico y abiertamente conservador para el que las puertas de la enseñanza en París permanecieron siempre cerradas. Es famosa la frase de Marcellin Berthelot: «Este joven no podrá enseñar nunca en París».
Y así fue Enseñó en Lille, en Rennes, en Burdeos, pero nunca en París. De nada le sirvió la enorme mole de publicaciones, no sólo en el campo científico con importantes contribuciones a la física y la termodinámica, sino también en filosofía e historia de la ciencia. El resultado de este ostracismo hacia el científico francés fue que sus obras no se publicaron de nuevo en Francia hasta mediados de los años 80 del siglo XX.
Redescubrimiento de la ciencia medieval
Uno de los importantes componentes de los estudios y del pensamiento de Pierre Duhem es el que atañe a la historia de la ciencia y, en manera particular, del periodo medieval. Hablar de ciencia medieval parecía, antes de Duhem, un contrasentido, pero con Duhem se colma una laguna y se descubre una continuidad en el pensamiento científico que va desde Jean Buridán, Nicolás de Oresme y Alberto de Sajonia hasta Galileo Galilei. Es célebre su frase:
«Si nos hubieran obligado a asignar una fecha al nacimiento de la ciencia moderna habríamos elegido, sin dudarlo, el año 1277, cuando el obispo de París proclamó solemnemente que podría existir una multiplicidad de mundos y que el sistema de esferas celestes podría, sin contradicción, estar dotado de una línea recta de movimiento».
El nacimiento de la ciencia moderna se desplazó, así, unos cuantos siglos atrás y los que antes eran considerados los «siglos oscuros» empezaron a resplandecer a los ojos de una sociedad laicista y anticlerical que, de hecho, no le perdonó nunca a Duhem estos descubrimientos. Murió el 14 de septiembre de hace cien años, dejando incompleta su obra principal, Le System du Monde, doce volúmenes acerca de las doctrinas cosmológicas de los que terminó sólo nueve, pero dejando también una gran cantidad de información sobre astronomía medieval, teoría de las mareas, astrología y geoestática.
Duhem, al rechazar el mito de la ausencia de una ciencia medieval, fue el primer estudioso que sacudió el polvo acumulado encima de una cantidad de códices manuscritos que habían permanecido inexplorados durante siglos. Lo que descubrió le indujo a hacer la sorprendente afirmación de que la Revolución científica, asociada a los gloriosos nombres de Nicolás Copérnico, Galileo Galilei, Johannes Kleper, Descartes e Isaac Newton, había sido sólo una extensión y una reelaboración de las ideas físicas y cosmológicas formuladas en el siglo XIV por los maestros parisinos de la Universidad de París. Duhem consideraba a los filósofos naturales de la escolástica medieval los precursores de Galileo.