Para los que no hayan podido asistir, y para aquellos que quieran orar con estos testimonios, dejamos algunas de las frases:
Kayla y Hauwa, padres de la joven estadounidense secuestrada y asesinada por Boko Haram en Nigeria: «Nuestra relación con Dios no ha cambiado. Dios está siempre ahí, con nosotros: siempre. Me preguntan si estoy enfada con Él; a veces me dan que pensar: «¿debería estarlo’?» Pero no: Dios no me ha enfadado en absoluto». «Es difícil pasar por la muerte de un ser querido, y cuando ocurre es normal que uno pregunte a Dios por qué. Quizá no sepamos el por qué hasta que un día nos reunamos con Kayla».
Su Beatitud Ignatius Joseph III Younan Patriarca de Antioquía (Siria) y y obispo de Beirut: «Los cristianos se han convertido en blanco muy fácil, somos los más vulnerables». «Occidente debe invitar a la reconciliación entre los grupos islamistas y a un verdadero diálogo».
Mons. Angaelos Obispo Gral Iglesia Ortodoxa Copta: «Se nos presiona por todos lados pero no nos hundimos; perseguidos pero no olvidados; abatidos pero no destruidos. Padecemos mucho sufrimiento, pero somos fuertes. Cuesta mucho destrozar a un cristiano, porque tenemos esperanza».
Mons. Bashar Matti Warda, de Irak: «Qué no mueran más inocentes sin razón».
Reverendo Michael, pastor evangélico en Egipto: «Desde la primavera árabe, el lugar más peligroso es la Iglesia».
Mons. Bagobiri, Nigeria: «Hay que afrontar el mal con valor».
Padre Luis Montes, de Irak: «Los cristianos de Irak tienen mayor confianza en la providencia y no cuestionan a Dios, están más unidos a Él en la adversidad. Van a misa todos los días, leen la Biblia más que nosotros y las dificultades les ayudan a purificarse para poder rezar mejor. Piden oraciones por todos. El pueblo árabe nos da enseñanzas a nosotros». También contó como, en un reciente viaje a Egipto, escuchó como los niños hablaban sobre qué harían cuando fueran degollados: uno rezaría a la Virgen, otro se ofrecería a Dios…
Mireille Al Farah, joven de Siria: «Cuando abrazamos nuestra fe la cogemos completa». «Los cristianos siguen llenando las iglesias. Mis amigos me dicen que prefieren morir tomando el cuerpo de Cristo a quedarse en casa». «Los funerales son para nosotros una fiesta, los celebramos como una boda, los engalanamos con flores blancas… Los mártires son como novios y novias que se entregan al cielo para unirse Cristo».
Ashiq Masquiq, marido de Asia Bibi, y Eisam Ashiq, hija pequeña: «Mi mamá trabajaba en el campo. Salió a beber agua y la tomó de donde bebían los musulmanes; los musulmanes lo vieron «impuro» y discutieron cinco días sobre ese tema. Al quinto día, la sacaron de casa, rodeada por todo el pueblo. Nosotros éramos la única familia cristiana de la aldea, junto a la de mi tío». En la cárcel, «Asia Bibi no ha podido tener ninguna asistencia religiosa, pero se mantiene firme en la fe».
Reverendo Edward, Presidente de la Alianza Cristiana Evangélica en Siria y Líbano: “La oración es algo en lo que podemos confiar”. Él tiene al ISIS a solo 13 kilómetros de su casa.
Joseph Fadelle, autor del libro «El precio a pagar», iraquí convertido al cristianismo y perseguido incluso por su familia: “Ni en mi familia ni en mi entorno musulmán, me tendieron una mano». «La policía me pide que cambie constantemente de residencia».
Mons. Oliver Dashe Doeme, de Nigeria: “El Rosario vencerá al demonio de Boko Haram». «El día que acepté ser obispo sabía que estaba firmando mi sentencia de muerte».