Una persona de su diócesis nos cuenta una anécdota que demuestra estos rasgos de personalidad:
Se celebraba la Jornada Diocesana de Juventud y los jóvenes de una parroquia llegaron con la hora justa, por lo que todas las sillas del lugar donde tenía lugar el evento estaban ocupadas. Aún no había comenzado el festival y estaban buscando donde había un hueco en el suelo para sentarse. De repente, Don Francisco se acercó a ellos y les preguntó: «¿No tenéis sitio? Pues nos sentamos todos en el suelo».
Así que allí estaba Don Francisco, todo vestido de Obispo y sentado en el suelo con los jóvenes, repartiendo estampitas, como siempre hacía. Sabía ponerse en el lugar de su interlocutor, siempre en su sitio.
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