En este Monasterio de Valvanera hemos visitado muchas veces a la Virgen “Sol de La Rioja y de Cameros», junto con mis padres (que en paz descansen). La última vez, hace menos de 2 años, todavía me acompañó mi madre.

Valvanera significa Valle de las Venas, por sus abundante arroyos. Está ubicado en el centro de la Sierra de la Demanda, en La Rioja, que en tiempos remotos separaba Cantabria de Celtiberia, y en otros más recientes separaron los dominios de los reinos de Castilla y de Navarra.

He oído contar a un buen amigo, que escuchó al abad Padre Casiano Martínez Sedano (años 60 y 70 del pasado siglo) que está documentado en los libros de historia del Monasterio que Isabel la Católica fue muy devota de Nuestra Señora de Valvanera, que pasó una semana en su monasterio y que el nombre completo de la Primera de las Carabelas de Colón era Santa María de Valvanera. También he escuchado esta misma información de otros sacerdotes bien documentados. Este hecho pudiera ser la explicación de que haya en Hispanoamérica tantas iglesias y ermitas dedicadas a la Virgen de Valvanera.

La imagen de la Virgen estuvo escondida muchos años, durante el dominio musulmán y la encontró el bandido Nuño Oñez que, arrepentido de sus crímenes, imploraba la ayuda de la Virgen para cambiar de vida. Así nos lo cuenta el Abad Rodrigo de Castroviejo (año 1419), traduciendo un texto en latín del siglo XII escrito probablemente por Gonzalo de Berceo.

Nuño Oñez, oyendo el rezo de un labriego, antes de comenzar su ardua tarea, a quien vigilaba para atracarle, se arrepintió de sus crímenes y se encomendó a la Virgen María para que le ayudara a cambiar su vida. Un día, durante sus oraciones se le apareció un ángel, indicándole que fuera a Valvanera en busca de un roble que sobresaliese de los demás, de cuyo tronco brotaba una fuente y que contenía varios enjambres de abejas. En él, le dijo el ángel, encontrarás una imagen de la Virgen María. Acudió a dicho lugar con el clérigo Domingo encontrando la imagen. En ese lugar comenzaron a edificar un lugar de culto a la Virgen al final del siglo IX, no mucho tiempo después de la celebre victoria del rey Ordoño I de León sobre Muza en Clavijo – año 859-.

En la talla que veneramos en la actualidad, probablemente una réplica de la original, de estilo románico y una de las más bellas que existen de esa época, seguimos viendo el roble, la fuente y las abejas. Es muy llamativa la postura del Niño Jesús, que se representa como el Buen Pastor que se vuelve completamente en busca de los hombres extraviados por el pecado, mostrándonos la Buena Noticia: el Evangelio.

Termino con una cita de San Josemaría en su homilía «Por María hacía Jesús» (punto 142):

«La fe católica ha sabido reconocer en María un signo privilegiado del amor de Dios: Dios nos llama ya ahora sus amigos, su gracia obra en nosotros, nos regenera del pecado, nos da las fuerzas para que, entre las debilidades propias de quien aún es polvo y miseria, podamos reflejar de algún modo el rostro de Cristo.

De esa cordialidad, de esa confianza, de esa seguridad, nos habla María. Por eso su nombre llega tan derecho al corazón. La relación de cada uno de nosotros con nuestra propia madre puede servirnos de modelo y de pauta para nuestro trato con la Señora del Dulce Nombre, María».

Julio Íñiguez Estremiana

 

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