La Asociación Enraizados, una voz católica en la vida pública, muestra su rechazo ante las declaraciones hechas por la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, sobre el Valle de los Caídos en las que afirmó que “la presencia de los benedictinos en el Valle de los Caídos es incompatible con la resignificación de este lugar” y que quiere convertir el lugar en un “cementerio civil”. Es por ello que Enraizados ha recogido más de 27.000 firmas en apoyo de esta comunidad religiosa.
“El gobierno, que dice que respeta lo que quieren los familiares, va a saltarse a la torera la voluntad de las familias que expresaron su deseo de que los muertos descansaran en paz en el cementerio de Cuelgamuros, bajo la paz que proporciona la oración de los monjes”, afirma José Castro Velarde, presidente de Enraizados. “Por ello, emprenderemos acciones legales”, remarca Castro Velarde.
Por otra parte, Enraizados está preparando un libro de testimonios de perdón, en el cual se recogen historias de personas que perdieron padres, tíos, abuelos, etcétera durante la guerra. “Con esta publicación buscamos una reconciliación real, mostrar que el rencor no está en los que sufrieron la guerra y muchas pérdidas, sino en un gobierno que maneja políticamente un tema sensible para todos los españoles”, señala el presidente de Enraizados.
Entre los casos que recoge el libro encontramos testimonios como estos:
- En el relato sobre Tomás García-Noblejas Quevedo, asesinado el 4 de diciembre de 1936, su nieto cuenta como al hermano del difunto le insinuaron que podía hacer uso de unas escopetas para asesinar a los responsables de la muerte y él dijo que eso jamás se le había pasado por la cabeza.
- Uno de los hijos de Pascual Castillo Soriano, al que mataron el 5 de octubre de 1936, trabajó en un banco tras la guerra y se dedicó a ayudar a todos los que pudo, incluyendo a los descendientes del asesino de su padre.
- La esposa de Gumersindo Ruíz Suárez, asesinado también en 1936, fue la única que atendió al acusador de su marido tras contraer este un cáncer muy doloroso cuando nadie más quería atenderle.