Siempre las vacaciones quedan atrás con rapidez en el tiempo, pero conservando vivencias familiares bellas que dejan huella.

Sin embargo, y fuera del ámbito familiar, 2024 en su comienzo estival pasará a la historia como el de la zafia y atea apertura de los Juegos Olímpicos en la “moderna” Francia.

Aseguraban los medios digitales que el Comité Olímpico Internacional pone a la Agenda 2030 como eje de los Juegos Olímpicos de París 2024 y, sin duda, no es una noticia fake porque bastó encender unos minutos la televisión (eso que algunos llaman “el sagrario de satanás”) para evidenciar la sintonía entre el espectáculo inaugural y los objetivos de la Agenda 2030; si, esa que se ha conjurado contra la verdad, haciéndonos creer que Dios es el enemigo de nuestra felicidad.

Nos vienen inyectando en vena el ecologismo y adoctrinándonos machaconamente con el calentamiento global a fin de persuadirnos sobre la gran importancia de la naturaleza, que supera a la persona misma y ésta deviene en una mera partícula más del universo. 

Obligados estamos a salvar el planeta con nuestra inmolación. Se apoderan de nuestras mentes y conciencias ofreciéndonos juguetes temporales de placer a través de la ideología de género y el aborto, porque los animales y los vegetales son mucho más valiosos que el hombre.  

Y, ciertamente, en estos Juegos Olímpicos de la “moderna” Francia (el país de la Revolución Francesa y La Vendée) han desfilado todos esos juguetes rotos, las víctimas LGTBI, las del derecho al aborto consagrado en la Constitución de Macron -asumiendo los postulados que lo califica de tortura en el Tratado Internacional de la ONU 2007-, hombres y mujeres que se perciben no sé qué, exhibidos como atracción de feria, ajenos, quizá, a su desamparo, festejando ser sujetos de esos nuevos pseudo derechos humanos evolutivos, pero ignorando que son su propia destrucción.

La Europa vasalla del NOM que abraza la pedofilia y todo lo que sea contrario a la moral y la ley natural, no respeta la Obra del Creador porque es la forma más fácil de robar al hombre su dignidad.

La Europa atea que nos imponen, necesita destruir el cristianismo y no lo ocultan. Aunque las burlas y faltas de respeto hacia nuestra fe cristiana, son constantes desde hace más de 2000 años y cuanto más mediocre es una mente, más se ceba con su Creador, últimamente se han intensificado en nuestro viejo Continente que reniega sus raíces. 

Quiero citar estas palabras del Cardenal Cañizares, a quien tengo gran afecto y encomiendo en mis oraciones por su precaria salud en estos momentos, pronunciadas en 2004, siendo Arzobispo de Toledo y Primado de España, dijo:

  • «La Iglesia en su peregrinar a lo largo del siglo XX y en los comienzos del XXI ha padecido muchas tribulaciones y ha tenido que librar duras batallas contra el poder de las tinieblas. Nunca, tal vez en la historia, se ha visto tan acosada como en este periodo. El laicismo reinante, la secularización generalizada del mundo y, en el interior de la misma Iglesia, la apostasía silenciosa y las deserciones de tantos cristianos, el debilitamiento de las conciencias y la quiebra moral de los tiempos actuales están siendo una prueba muy severa. Las más duras y las mayores persecuciones las sufre en este tiempo.»

Veinte años después, la situación es más grave y por eso es imprescindible orar por esta Europa, laboratorio del sueño del Gobierno mundial a través de la Agenda 2030. 

El Papa Benedicto XVI nos repetía constantemente que donde Dios es excluido entra en su lugar la ley de la organización criminal. 

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Lamentablemente, todos los invitados a la inauguración de los JJ. OO. permanecieron en sus asientos admirando un triste espectáculo. Muchos aplaudían llevados por el entusiasmo; bastantes, adaptados al nuevo pensamiento, permanecieron impasibles; otros serviles; algunos con su relativismo moral en alianza con la democracia progre… . No sé si había público enraizado en Cristo que se levantaran para defenderlo. Yo no los ví.  

Y es que así es el hombre postmoderno que se cree tan libre y emancipado, sin valores, sin belleza, sin moral, sin fe y sin verdades objetivas… y es así como cae en las garras de las minorías que manejan la Agenda del poder.  

Que San Luis de Francia y Santa Juana de Arco, ayuden a Francia a recuperar su fe católica y no olvidemos que de Dios nadie se burla (Gálatas 6:7-9.).

Gracia M.ª Pellicer de Juan
Colaboradora de Enraizados

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