(Por Javier Espinosa, voluntario de Enraizados. Artículo publicado en Actuall)

Leo la columna Ultraderechita fraudulenta de Don Carlos Gómez Gil, en el Informaciones de Alicante del 7 de julio de 2019. Su lectura me deja perplejo. Me pregunto si una persona como yo tiene cabida en esta sociedad nuestra que presume de democracia, de haber conquistado unos grados de libertad y unos avances sociales nunca vistos y de ser una sociedad tolerante, solidaria y amante de la libertad.

Me lo pregunto porque, los que como yo, pensamos que el sexo es una condición de la persona que permanece inalterable durante toda su vida, ¿podemos pensarlo?, y que toda la persona, independientemente de su orientación sexual, debe ser respetada, protegida y apoyada por la sociedad para optar, en libertad, por la opción que mejor crea conveniente para él, sea cual sea; ¿podemos pensar así, sin que se nos califique de homófobos, retrógrados, ultras, etc.?

Los que, como yo, pensamos que el matrimonio entre un hombre y una mujer, es la base de nuestra sociedad y sin él, no sería posible un desarrollo equilibrado, ¿podemos pensarlo?, y que puede haber otro tipo de uniones, por supuesto, entre personas del mismo sexo con los derechos que les corresponda; pero que realmente no deben ser llamadas “matrimionio”; ¿podemos pensar así, sin que se nos insulte?

Los que, como yo, pensamos que la educación de los hijos corresponde a los padres ¿podemos pensarlo?, y que esa libertad de educar a nuestros hijos en la tolerancia, el respeto y los valores en los que creemos, se nos ha cercenado (¿de qué libertad estamos hablando?).

Los que, como yo, pensamos que el aborto es un rotundo fracaso social y que en él se pone en juego la vida humana ¿podemos pensarlo? A los que pensamos que, tras cada uno de los abortos, hay siempre dos víctimas: el hijo y la madre, y que la madre necesita un apoyo, sobre todo antes de abortar, pero también después; apoyos que la sociedad les niega ¿por qué se nos dice que estamos en contra de los derechos de la mujer? ¿Y de los derechos del niño, quién se ocupa? Una sociedad, abocada a un invierno demográfico a corto plazo, sin relevo generacional, que se permite y facilita que no nazcan miles y miles de personas, se me antoja una sociedad enferma, suicida y muy mal gobernada.

Los que, como yo, pensamos que la inmigración hay que regularla y que, con la dignidad de inmigrantes no se puede hacer demagogia, ¿podemos pensarlo?; porque no deja de ser demagogia engañar a tantos miles y miles de personas, que se ven obligadas a abandonar sus países de origen, a manos de mafias sin escrúpulos, esperando encontrar el paraíso, y, una vez en nuestro país, son abandonados a su suerte, viéndose abocados a malvivir explotados y en condiciones inhumanas. Se nos llama xenófobos a los que, como yo, pensamos que la inmigración incontrolada está creando problemas, en primer lugar, a los propios inmigrantes, y, como consecuencia, también de convivencia en su entorno.

Los que, como yo, pensamos que el Estado de las Autonomías, aun siendo bueno para la convivencia y el desarrollo de las regiones, está en el origen de otros muchos problemas como son el gasto incontrolado, corrupción, desigualdad entre españoles, incremento absurdo de la burocracia ¿podemos pensarlo sin que se nos tache retrógrados y franquistas?

La eclosión de Vox en el panorama político español no hay que buscarla en esas teorías extrañas del “nacionalcatolicismo castizo”, o en la influencia de esas corrientes internacionales de la ultraderecha que ha llevado al poder a “malas personas y peores políticos” (la democracia, al parecer, sólo lo es cuando da el poder a las izquierdas). No, la eclosión de Vox se debe a que millones de personas hemos encontrado, por fin, un partido con el que, en gran medida nos identificamos, un partido que ha roto tabús; un partido que esperamos se mantenga fiel y podamos confiar en él; si su rumbo cambia, si Vox se deja arrastrar por el modo de hacer política de los otros partidos, los que, como yo pensamos, buscaremos otras soluciones, porque lo que ha venido a poner de manifiesto Vox es que somos muchos.

Los que, como yo, pensamos que en la sociedad actual se nos margina, tenemos ante nosotros la oportunidad de hacernos oír, de trabajar por conseguir, de verdad, una sociedad más tolerante, más justa y más libre, en la que todos podamos pensar y expresar nuestros pensamientos y la convivencia entre todos sea posible.

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