Dic 27, 2018 | Actualidad
Los españoles hemos sido pioneros en muchas cosas y pocas veces se nos reconoce esta particularidad. A penas se reconoce la capacidad de nuestros antepasados de realizar enormes conquistas con medios insignificantes, tan solo paliados con enormes cantidades de voluntad y esfuerzo. Esta falta de reconocimiento empieza en nuestras propias aulas. Yo, en mis libros de texto, nunca leí lo que a continuación voy a reseñar.
En un frío 27 de diciembre de 1512 y apenas un año después de que el dominico Antonio de Montesinos acusara al virrey Diego Colón de maltratar a los súbditos indígenas oriundos del nuevo continente descubierto en 1492, en Burgos el rey Fernando II el Católico firmaba unas leyes que no tenían precedente en toda la jurisprudencia conocida hasta la fecha.
Pongamos en contexto el acontecimiento. Cristóbal Colón había descubierto un camino hacia nuevas tierras, pero estas no ofrecían las riquezas que el descubridor anunciaba. No fue hasta 1519 que se descubrieron los imperios indígenas de Centroamérica y las riquezas que en ellos había. Hasta 1511, la explotación de las islas caribeñas se basaba en la agricultura de las especies originarias de América y que empezaban a encontrar mercado entre las clases pudientes de España. En resumen, el descubrimiento era un motivo de curiosidad, pero no aportaba gran cosa a las arcas reales. Las guerras europeas en las cuales se había empezado a embarcar Castilla y Aragón se continuaban financiando con las rentas de la lana de las ovejas de la meseta.
¿A qué venía el interés del monarca en legislar específicamente para aquellos lejanos lugares? Podemos decir muchas cosas, que si la reina Isabel había redactado un testamento en el cual se preocupaba de sus nuevos súbditos, que si los dominicos presionaban para mejorar sus condiciones de vida. En fin, mucha palabrería que esconde la simple realidad. En un mundo cruel y duro, los Reyes Católicos, siempre tuvieron presente que gobernaban no para su beneficio personal sino para el bien del pueblo.
El hecho es que las Leyes de Burgos fueron el resultado de un interés genuino en luchar por los derechos humanos universales de la forma que hoy entendemos. No fueron unos preceptos rápidamente redactados, si no el resultado de profundas discusiones entre eminentes juristas de la época. Y el hecho no quedo ahí. Su aplicación en América no fue fácil y la corona española continuó trabajando para su mejora y revisión. No fue un texto muerto. Fue una ley viva en constante mejora y adaptación a la evolución cambiante en el Nuevo Mundo.
Manuel de Francisco
Dic 24, 2018 | Actualidad
Este es el nombre que se le dio a la revolución iniciada en septiembre de 1868 que condujo al país hacia la Primera República, la cual perduró desde el 11 de febrero de 1873 hasta el 29 de diciembre de 1874, cuando con el pronunciamiento del general Martínez Campos comenzó la restauración borbónica. Una república que se pactó en Ostende, Bélgica, y se inició con el pronunciamiento de la escuadra gaditana en su bahía. Cuando en la batalla de Alcolea (Córdoba) el general Serrano —el general bonito, como le llamaba Isabel II el tiempo en que era su amante—, derrotó a las fuerzas isabelinas, obligó a la Reina a tomar la decisión de exiliarse y salir hacia Francia. No sin antes dejarnos para el recuerdo una frase: «La gloria para los niños que mueren, el laurel para la pepitoria».
Con el rastro de la renuncia de Amadeo de Saboya al trono, el 12 de febrero de 1873, Emilio Castelar pronunció en las Cortes un aclamado discurso: «Señores, con Fernando VII murió la monarquía tradicional; con la fuga de Isabel II, la monarquía parlamentaria; con la renuncia de don Amadeo de Saboya, la monarquía democrática; nadie ha acabado con ella, ha muerto por sí misma; nadie trae la República, la traen todas las circunstancias, la trae una conjuración de la sociedad, de la naturaleza y de la Historia. Señores, saludémosla como el sol que se levanta por su propia fuerza en el cielo de nuestra Patria». Bellas y emotivas palabras, pero completamente huecas en su desarrollo histórico.
La Gloriosa alumbró una república que duró escasamente un año y que contempló a cuatro presidentes. El primero fue Figueras, quien, harto de crispaciones y radicalizaciones, abandonó la presidencia y marchó hacia París, no sin antes reunir a sus correligionarios y expresarle que estaba más que harto de todos ellos. Aunque no exactamente con esas palabras, sino con otras mucho más contundentes.
El siguiente fue Pi y Margall, del cual nos queda también un recuerdo: «Han sido tantas mis amarguras en el poder, que no puedo codiciarlo. He perdido en el gobierno mi tranquilidad, mi reposo, mis ilusiones, mi confianza en los hombres, que constituía el fondo de mi carácter. Por cada hombre agradecido, cien ingratos; por cada hombre desinteresado y patriótico, cientos que no buscaban en la política sino la satisfacción de sus apetitos. He recibido mal por bien».
La continuidad republicana vino de la mano de Nicolás Salmerón, esplendido orador, que nos dejó una lápida en el cementerio de Madrid, en la cual se puede leer: «Abandonó el poder por no firmar una sentencia de muerte». Sin duda alguna, gloriosa fue la causa que le llevó a dimitir de la presidencia de la República, para dar paso a otro gran orador, Emilio Castelar. Una presidencia perfectamente definida con otra frase memorable: «Para sostener esta forma de gobierno necesito mucha infantería, mucha caballería, mucha artillería, mucha Guardia civil y muchos carabineros».
La inestabilidad recorría todo el país, llegando incluso a tener su eco en la prensa francesa, en la cual se pudo leer: «Se va restableciendo la tranquilidad. Hoy no han sido asesinados más que tres generales y un obispo. En Sevilla, fueron apedreados unos extranjeros. Pi y Margall amenazó a Castelar con un revólver».
Mientras tanto, Isabel II, «la reina de los tristes destinos» como se la nombraba, vivía todos los acontecimientos en París, bajo el amparo de Napoleón III y de su esposa Eugenia de Montijo. Ella, en el parisino palacio de Castilla, y su esposo, Francisco de Asís de Borbón, en Épinay-sur-Seine. En 1870, abdicó a favor de su hijo, el futuro Alfonso XII, para contemplar su muerte en 1885, la regencia de su nuera, María Cristina de Habsburgo-Lorena y el inicio del reinado personal de su nieto, Alfonso XIII. En 1904, falleció Su Majestad Católica Doña Isabel II, por la Gracia de Dios y por la Constitución de la monarquía española, reina de las Españas, en el palacio donde había vivido su exilio, para ser enterrada en el Monasterio de El Escorial, justo enfrente de su esposo. Una Reina sobre cuya historia algún día tendremos que detenernos para recordar de su reinado algo más que el Canal que lleva su nombre.
Francisco Gilet.
Bibliografía:
López-Cordón, María Victoria (1976). La revolución de 1868 y la I República.
José Luis Comellas, Isabel II. Una reina y un reinado, Ariel. Barcelona, 1999
Dic 24, 2018 | Peticiones

Dic 20, 2018 | Actualidad
El 20 de diciembre de 1960, la Fundación Juan March compró el códice del siglo XIV que contiene el texto más antiguo del Cantar de Mio Cid para cederlo posteriormente al Estado Español.
El Cantar de Mio Cid es una obra escrita alrededor del 1200 por un autor desconocido, del cual podemos asegurar que vivía en la comarca de Burgos y que además de poeta tenía profundos conocimientos jurídicos. La copia de la cual hacemos referencia, fue escrita en 1307 por Per Abbat, a partir del original que estaba fechado en 1207. Este documento sufrió diversos avatares y cambió de dueño muchas veces, pero siempre se conservó en suelo hispánico.
La obra está inscrita dentro del género de los “Cantares de Gesta”, muy populares en la Edad Media y sobretodo en Francia, donde se escribieron relatos como el famoso “Chanson de Roland”. Sin embargo en nuestro caso, hay algunas características que lo diferencian de los relatos que se escribieron al norte de los Pirineos. Una de ellas es la lengua en que se escribió, castellano antiguo muy homogéneo, cuando en la literatura francesa se advierte la pugna entre lengua de oïl, origen de la actual francesa, y el occitano. Otra característica es la casi ausencia de elementos fantásticos o prodigiosos.
El Cantar de Mio Cid describe, ajustándose a la realidad histórica, la vida de Rodrigo Díaz de Vivar, un noble castellano que, partiendo de una posición social elevada, aunque siempre subordinada a un poder real superior, conseguir arrebatar a los musulmanes de Valencia el control de una zona del levante español y administrarlo con independencia de los diversas poderes cristianos que pugnaban por abrirse paso hacia el sur de la península.
Hacemos hincapié en la gran diferencia con las otras obras que se escribieron durante este periodo en Francia y España. Aquí, Rodrigo Díaz de Vivar es representado como un personaje auténtico, con sus defectos, sus fallos y sus virtudes. Casi no hay ninguna referencia milagrosa o fantástica y todas las descripciones se ajustan a la realidad histórica, con la única excepción del pasaje de los Condes de Carrión.
En resumen, un personaje recio, sobrio y con grandes dotes de organización, que enlaza con otro personaje mucho más cercano en el tiempo, Juan March Ordinas, que también partiendo de una posición elevada, supo utilizar su capital financiero para preservar nuestras tradiciones, cultura y obras de arte.
Manuel de Francisco
Dic 20, 2018 | Peticiones
Así, casi sin quererlo, hemos llegado a la V edición de nuestro Concurso de Belenes.
Porque nos encanta saber que hay muchas familias que lo siguen poniendo en su hogar, como seguro que hace la tuya.
Porque nos gusta que nos lleguen Belenes de todas las partes de España, muchos muy trabajados, incluso artesanales.
Porque nos encanta enseñárselos a todos nuestros suscriptores.
Y, sobre todo, porque la Sagrada Familia es nuestro ejemplo a seguir.
Si para ti también, participa en nuestro V Concurso de Belenes.
Este año hemos preparado dos modalidades, una para adultos y otra para niños.
1ª: El Belén en tu hogar. ¿Cómo puedes participar?
- Haz una foto al Belén de tu casa.
- Cuélgala en nuestro muro de facebook (www.facebook.com/asociacionenraizados) o envíanos la foto a info@enraizados.org
2ª modalidad: El Belén dibujado por los niños. ¿Cómo puedes participar?
- Si tienes hijos, sobrinos o nietos, cuelga en nuestro facebook o mándanos una foto de un Belén dibujado por ellos, junto con el nombre y la edad del niño.
- Podrán participar niños hasta los 12 años.
Los ganadores los anunciaremos el 8 de enero. Contará el 50% el número de “me gusta” en la foto (siempre y cuando estas personas hayan dado “me gusta” a la página de facebook de Enraizados) y 50% las votaciones de un jurado formado por los voluntarios de nuestra Asociación.
Se podrán enviar y colgar fotos (para ambas modalidades) hasta el día 4 de enero a las 12 de la mañana, para que podáis participar durante toda la Navidad.
Enraizados podrá utilizar cualquiera de las dos fotos ganadoras para las felicitaciones de Navidad de 2019.
Los premios serán:
Para “El Belén en tu hogar”:
- El libro “Isabel la Cruzada” (W.T.Walsh).
- El librito “Despertar al gigante dormido”, selección de textos de Juan Pablo II y Benedicto XVI sobre el compromiso de los laicos con el bien común, editado por Enraizados.
- Los teatrillos de Navidad “Un regalo caído del cielo” y “Siempre toca” de Enrique Calicó.
- Un librito del Santo Rosario.
- Una gorra y un bolígrafo de Enraizados.
Para “El Belén dibujado por niños”:
- El libro “Agustina de Aragón y el Sitio de Zaragoza” (Gestas de España) con un marcapáginas y una chapa.
- El librito “Despertar al gigante dormido”, elección de textos de Juan Pablo II y Benedicto XVI sobre el compromiso de los laicos con el bien común, editado por Enraizados.
- Los teatrillos de Navidad “Un regalo caído del cielo” y “Siempre toca” de Enrique Calicó.
- Un librito del Santo Rosario.
- Una gorra y un bolígrafo de Enraizados.
Recuerda que, para participar, tienes que colgar la foto del Belén o del dibujo en nuestro facebook o enviárnoslo a info@enraizados.org hasta el 4 de enero.