Antonio Ortega Sánchez nació en La Calahorra (Granada) el 10 de mayo de 1900. Fue alumno de Don Andrés Manjón, fundador de las Escuelas del «Ave María» del Sacramonte.
Maestro Nacional por oposición, su destino primero fue Orjiva (Granada). Posteriormente fue profesor durante tres años en el Noviciado de los Hermanos de San Juan de Dios, en Ciempozuelos (Madrid).
Fue trasladado a Madrid como maestro-secretario del Grupo Escolar «Menéndez Pelayo» (situado en la esquina con la Plaza de Atocha, actualmente Glorieta de Carlos V), del que era Director Isidro Almazán y Francos.
Ambos fueron elegidos presidente y secretario de la Asociación Nacional de Maestros Católicos, dado su prestigio personal y profesional entre los miembros de la citada asociación. Además, ambos fundaron por elección del Cardenal Pla y Daniel, Obispo de Madrid, el Colegio de Enseñanza Primaria y Media «Institución del Divino Maestre» (calle San Vicente Ferrer).
Isidro Almazán fue sacado de su casa en la madrugada del día 28 de agosto de 1936, con la única vestimenta de su pijama y trasladado a al Cementerio de Aravaca (Madrid), donde fue fusilado sin juicio, ni tan siquiera ingreso previo en prisión, por el solo hecho de ser el Presidente de la Asociación Nacional de Maestros Católicos.
Antonio Ortega Sanchez (tío del suscriptor que nos escribe) fue detenido cuando el 4 de septiembre de 1936 se disponga a entrar en la Pagaduria del Magisterio de Madrid (Travesía del Arenal). Trasladado directamente al Cementerio de Aravaca (Madrid) y fusilado en las mismas condiciones que su amigo y compañero D. Isidro Almazán, sin juicio previo ni ingreso en cárcelninguna, y por el solo «pecado» de sus creencias, plasmadas en el desempeño de su profesión y del cargo que ocupaba en la mencionada Asociación de Maestros Católicos.
Su vida, que Andrés conoce por referencias familiares, fue siempre la de un ejemplar maestro católico practicante, que reflejó en las enseñanzas impartidas a sus alumnos.
En el «Archivo del Magisterio Español», existente en Alcalá de Henares (Madrid) como complemento del Archivo Histórico de Salamanca, existe documentación de estas dos personas.
Me parece excelente que los católicos empiecen a reivindicar aquello que debería ser otorgado por el estado o municipio de oficio. Ciertamente, un maestro católico, discípulo del gran pedagogo español Manjón, fusilado de esta manera tan ignominiosa, tiene derecho moralmente a que se le rememore y una de las mejores maneras es dándole su nombre a una de las calles del municipio en que fue fusilado.