La Asociación Enraizados cree que Fray Ambrosio de Santibáñez y el Padre Mauro Palazuelos deberían contar con un reconocimiento en la ciudad. “Estos hombres son ejemplo y esperanza para los santanderinos. Por su comportamiento pacífico aceptando la mayor de las injusticias, su propia muerte por su fe, por su testimonio de perdón, por su convicción en valores profundos por los que merece la pena dar la vida y por su actitud de reconciliación, son dignos de ser recordados”, afirma José Castro, presidente de Enraizados.
El capuchino Fray Ambrosio de Santibáñez (Alejo Pan López, en la vida civil) nació en 1888 en Santibáñez de la Isla (León). De 1931 hasta su muerte el 27 de diciembre de 1936 estuvo destinado en Santander. El Padre Mauro (Abel Ángel Palazuelos Maruri) nació en Peñacastillo (Cantabria) en 1903 y murió el 28 de agosto de 1936 en Barbastro (Huesca).
“Ambrosio de Santibáñez, por el ejercicio continuo de las virtudes, por la exactitud con que cumplió los deberes para con Dios y para con el prójimo, por su generoso y heroico comportamiento en las prisiones de Santander, y finalmente, por el modo sereno y decidido con que afrontó la muerte, se conquistó la fama y el concepto de santo y mártir ya antes de ser beatificado. Así mismo, Mauro Palazuelos habrá intercedido por su joven ejecutor, pues en todo momento recordó a sus hermanos monjes el precepto evangélico del amor al enemigo, instándoles al perdón para quienes los llevaban a matar. Por estos motivos, solicitamos algún reconocimiento público para ellos, como es ponerle su nombre a una calle”, explica María Teresa Cortés, responsable de Enraizados en Cantabria.
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