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(Del libro “Un día, una historia”, de Jaime Retena, promovido por la Fundación Villacisneros)

El Cid Campeador logra su mayor victoria, esta vez sobre las tropas almorávides en la Batalla de Cuarte (1094).
Después de que el Cid conquistase la ciudad de Valencia, el Imperio almorávide reunió a mediados de agosto un gran ejército con objeto de recuperarla.

Frente a tropas tres veces más numerosas, El Cid, utilizó la estratagema de rodear de noche a las fuerzas sarracenas para caer al amanecer sobre la retaguardia y el campamento del Real almorávide. La desbandada enemiga fue total, apoderándose El Cid de un valioso botín.

La victoria permitió a El Cid asegurar y reforzar la posesión del principado de Valencia como plaza cristiana hasta su muerte, e impidió la expansión musulmana hasta 1102 en el Levante.

Todo ello facilitó la expansión del Reino de Aragón hacia el Sur.

Hechos como estos contribuyeron a crear la leyenda de nuestro héroe medieval, que ha traspasado fronteras, pudiendose encontrar una estatua suya en San Francisco (EE.UU.), obra de la escultora americana Anna Hyatt Huntington.

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