El 28 de enero de 1920 un Real Decreto aprobado por Alfonso XIII creaba el Tercio de Extranjeros, una unidad armada del Ejército cuyo objetivo sería actuar como fuerza de choque en la guerra de Marruecos. Venía a sustituir a las unidades de reemplazo, mal preparadas para la dureza de la guerra africana. El Tercio de Extranjeros fue un empeño personal del teniente coronel José Millán-Astray, veterano de Filipinas y de la guerra de Marruecos, que quería fundar una unidad a semejanza de la Legión Extranjera francesa. Millán-Astray contó desde el principio con la complicidad y el auxilio del monarca Alfonso XIII. De la Legión Extranjera tomaron el sistema de reclutamiento, que quedaba abierto para todo nacional o extranjero sano, fuerte y en disposición de empuñar armas. A cambio se le ofrecía la posibilidad de prosperar militarmente dentro del cuerpo. Para Millán-Astray, el reclutamiento de soldados extranjeros tenía un doble beneficio, ahorraba un soldado nacional y sumaba otro.

Millán-Astray dotará a la unidad de un credo legionario al estilo del bushido japonés, el código de honor de los samuráis, impregnado de heroísmo, honor y sacrificio. El legionario buscará el camino más corto hacia el enemigo, permanecerá hasta la muerte con el compañero caído, acudirá a la voz de «¡A mí la Legión!» cualquiera que sea la causa del legionario que pide auxilio, no sentirá fatiga, ni hambre, ni dolor, o al menos no se lamentará por ello, y jamás rehuirá el combate, porque morir en el campo de batalla, tiñendo de sangre su bandera, será para el legionario el mayor honor.

La insignia de la Legión, diseñada por el teniente de infantería don Justo Pardo Ibáñez, está formada por una alabarda, un arcabuz y una ballesta, cruzados con una corona real en el centro. Sobre las curiosidades propias de su indumentaria es habitual encontrar los cuellos vueltos sobre la guerrera y las camisas abiertas; y dentro de la estética del legionario no faltarán las largas patillas, así como entre sus filas no faltarán la cabra ni el mono legionario.

También, el 28 de enero de 1928 fallece Vicente Blasco Ibáñez, escritor nacido en 1867.

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