La Real Academia Española de la Lengua, fundada en 1713, reconoce al menos dos ilustres antecedentes en los siglos anteriores: la Accademia della Crusca, creada en Florencia en 1583, que publicó el Vocabulario de la Lengua Italiana en 1612, y la Académie Française, nacida en 1635 por iniciativa del cardenal Richelieu, reinando Luis XIII. Ambas instituciones tenían y tienen como finalidad la preservación de la pureza de la lengua de cada una de esas naciones. La misma intención animaba al marqués de Villena y sus ilustrados amigos en 1713, cuando concibieron la Academia Española, que Felipe V se apresuró a colocar bajo su «amparo y real protección».
La primera producción editorial de la Academia fue el Diccionario de Autoridades, publicado en seis tomos, el primero de los cuales apareció el 30 de abril de 1726 y el último en 1739. Esta obra tiene también un precedente, el Tesoro de la lengua española o castellana, de Sebastián de Covarrubias, de 1611, pero asume como modelo el Vocabulario italiano, dada su intención de precisar un léxico general, un modelo lingüístico que recogiera voces comunes y las más corrientes de las ciencias y de las artes, aunque anuncia en el prólogo que «las voces propias pertenecientes à Artes liberales y mechánicas ha discurrido la Academia hacer un Diccionario separado, quando este se haya concluido por cuya razón se ponen sólo las que han parecido más comunes y precisas al uso y que se podían echar menos…». La preocupación esencial de los académicos, que consideraban el castellano como una lengua ya completamente perfeccionada, era la preservación del idioma. En ese mismo prólogo se establece el lema de la Academia, el objetivo de su actividad: «Limpia, fija y da esplendor».
(Fuente: Almanaque de la Historia de España)
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También, el 30 de abril de:
- 1492: Los Reyes Católicos ordenan que las naves de Palos de la Frontera (Huelva) se pongan al servicio de Cristóbal Colón y expiden a favor de Colón los títulos de almirante, virrey y gobernador de las tierras que descubriere.