Como sabes, Enraizados está pidiendo a todas las localidades donde nacieron o murieron los mártires beatificados una calle o algún tipo de homenaje. El municipio de Antequera, de 41.000 habitantes, le ha concedido una calle a este vecino ilustre.
Juan Silverio nació en la aldea malagueña de Cuevas de San Marcos el 27 de diciembre de 1875. Desde pequeño, mostró gran amor a la Virgen y asistía al rezo del rosario en su parroquia. En 1905 ingresó en el noviciando capuchino, haciendo su profesión solemne en 1909. Tomó el nombre de «Cirspín de Cuevas de San Marcos». Fue destinado a Hispanoamérica, regresando a Andalucía en 1925.
Cuando comenzó la guerra civil, el convento fue asediado y los niños de los que se hacían cargo fueron puestos a salvo en diferentes familias antequeranas. Durante 18 días, los frailes no pudieron ni salir del convento, ni recibir comida ni visitas, ni mirar por la ventana. Dos guardias civiles les llevaron algo de comida y vino clandestinamente para celebrar la misa. Un grupo de milicianos permanecían ante el convento apuntando con armas de fuego.
La tarde del 6 de agosto, el lugar fue asaltado. Fray Crispín de Cuevas estaba en ese momento rezando ante el altar de la Divina Pastora. A golpe de fusil, lo tiraron al suelo. Esa misma tarde, fue fusilado junto con otros compañeros, en la plaza, a los pies de un monumento a la Inmaculada. Sus restos reposan en el convento capuchino de Antequera. Fueron beatificados el 13 de octubre de 2013 en Tarragona.