La vida terrenal es una escuela para el alma. Es una escuela de almas las 24 horas al día.

La única lección que estamos aprendiendo es la del amor de Dios. Si no la aprendimos en la tierra, tendremos que seguir aprendiéndola en el purgatorio.

Hay mucho movimiento en nuestra vida, incluso cuándo dormimos, en los sueños mismos se reflejan muchas cosas y también en las actitudes de las personas, ya que nuestros enemigos son nuestros mejores profesores porque nos ponen contra la pared y generalmente vienen a destruirnos.

Entonces uno tiene que construirse en la Fe, ya que hay veces que el enemigo tratará de destruirte inspirado por el demonio.

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Esto es una lección muy importante dado que en estas situaciones uno se tira en brazos de Dios y debe dejar que sea Dios el que haga esa obra de construir lo el enemigo destruye.

A veces, como decía San Pablo, llegamos al punto en el que creemos que estamos ya perdidos, pero el Señor siempre rescata y Dios hace esto para que se nos meta en la cabeza, que dependemos sólo de él.

Este hecho de San Pablo ha sido para mí una experiencia trascendental en mi vida.

En las pruebas más duras de mi vida, cuando el enemigo me ha querido destrozar estando hundido y abatido, el Señor siempre ha venido a rescatarme junto a mi Ángel de la Guarda y la Virgen María.

¡Porque Dios es el único que puede recuperarte!

Sólo os digo que ahora que volví a los brazos del Señor y de nuestra madre María, es cuando el enemigo más quiere destruirme.

El motivo es muy sencillo: no soporta que estemos cerca del Señor, el enemigo lo detesta y de ahí que nos fastidie para que nos alejemos de Dios.

Fallé a Dios antes de mi conversión muchas veces, de hecho, a los 17 años, en un viaje a Denver, me pidió ser sacerdote y le dije que no.

He vivido en pecado mortal muchos años, no sólo ignorándole, sino ofendiéndole con muchísimos pecados graves. Viviendo la vida que nos enseñan aquí los gobernantes de la tierra, que no es más ni menos que disfrutar de los placeres, creyéndote que eres autosuficiente.

Pero fijaros lo buena que es la Virgen y el Señor que me dio la oportunidad de luchar por ir por lo menos al purgatorio, porque en mi trabajo diario de conversión, llegar al cielo directo, ahora, lo veo imposible.

Él me ha dado la oportunidad de salvarme.

¿Qué hay más grande que eso?

Por eso os animo a seguir al Señor.

Seguimos luchando a pesar de las dificultades terrenales.

Francisco Ygartua

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