¿Cómo poder decirte que lo eres todo?
¿Cómo hacer de Ti el centro de la vida?
¿Cómo atreverse a abrazar tu evangelio, sin reservas?
¿Cómo construir nuestra casa sobre el suelo firme de tu vida?
Son muchas preguntas, señor. Y, con todo, debe ser posible. Pero no hay que jugar a decirlo, como que fuera lo más fácil del mundo. Más bien hay que decirlo en voz bajita, y tratar de ir haciéndolo real. Hacerte espacio lleva tiempo. Supone vaciar muchos trasteros que tenemos llenos de morralla. Y atreverse a creer en tu vida.
¿Y quién querría una vida cómoda sin ti? ¡Yo no! No quiero vidas blandas, un camino plano o una existencia sin retos… si me faltas tú. Porque lo difícil, en ti, nace del amor. Porque en tu vida, en tu ejemplo, en tu camino, tu verdad y tu vida, hay exigencia, pero sobre todo hay ilusión. Hay renuncias, pero sobre todo hay un horizonte, una pasión y mucho que vivir. Hay cruz, pero una cruz que nace de ver el mundo de una forma y creer que es posible tu evangelio. Así que, Dios difícil, aquí me tienes. Para lo bueno y para lo malo.