Orar es otra forma de vivir por dentro. Es saber que estamos preparados para buscar, para dejar que resuene en cada uno una palabra única. Y al hacerlo, preguntamos, expresamos nuestros más profundos anhelos y las preguntas más hirientes. Al orar desnudamos de adornos nuestra verdad, para dejar que se encuentre con esa otra Verdad intuida de Dios. Hay muchas formas de orar. Muchos caminos. Muchas propuestas. Pero, sea cual sea la forma, merece la pena darle un tiempo en la vida. Para encontrarnos. Para encontrarle.
Si hay algo que resuena con estruendo dentro de uno es el amor. Despierta emociones, a veces con más pasión, y otras con más serenidad. Pero siempre llegándonos a la entraña. Hay etapas en que el amor es tranquilo. Hay otras etapas en que es intenso, imprevisible, hasta excesivo. Hay veces en que te sientes colmado, y otras en que todo es anhelo, y hasta ausencia. También con Dios. Pero que no dejemos, nunca, de arriesgarnos, de hacer el corazón vulnerable, y así llenarlo de Vida.