«Con todas mis fuerzas trabajaré para el bien común y el bien de la Iglesia y de la humanidad», anuncia a los fieles desde la ventana de Castelgandolfo.
«Gracias, queridos amigos, estoy feliz de estar con vosotros, rodeado de la belleza de la Creación y vuestra simpatía que me hace mucho bien. Muchas gracias por vuestra amistad, vuestro amor».
Así, sin papeles, improvisando, hablando desde el corazón, empezó la última cita con los fieles del Papa Benedicto XVI, hablando desde la ventana del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo a los fieles allí reunidos, su última alocución al pueblo católico como Pontífice a las 17.40 del jueves.
«Vosotros sabéis que este día es diferente de los anteriores: seré Sumo Pontífice de la Iglesia Católica hasta las ocho de la noche, y luego ya no más», dijo. «Soy simplemente un peregrino que inicia su última etapa de peregrinación en esta tierra, pero todavía con mi corazón, mi amor, mi oración, mi reflexión, con todas mis fuerzas trabajaré para el bien común y el bien de la Iglesia y de la humanidad. Y me siento muy apoyado por vuestra simpatía. ¡Adelante, con el Señor, por el bien de la Iglesia y del mundo! ¡Gracias!
A continuación el Santo Padre impartió su bendición apostólica a los presentes y se retiró. Las últimas horas de Benedicto XVI en el Vaticano, en este su último día al frente de la Iglesia, han seguido una pauta normal, casi cotidiana. El Papa ha almorzado frugalmente, como siempre, en torno a la una de la tarde. Y luego, posteriormente ha descansado un rato, antes de quitarse el anillo del pescador, y entregarlo al camarlengo, el cardenal Tarcisio Bertone (que no lo rayará hasta las ocho de la tarde).
Benedicto XVI ha salido después de los apartamentos pontificios, dando inicio a su marcha, que ha sido a partir de aquí, retransmitida en directo por el Centro Televisivo Vaticano para todo el mundo. En torno a las 5 de la tarde, el Pontífice se despidió en el Patio de san Dámaso de sus colaboradores de la Secretaría de Estado y del cardenal camarlengo Tarcisio Bertone y ante un piquete de honor de la Guardia Suiza subió al automóvil, que lo llevó al helipuerto del Vaticano.
En lo alto de la colina vaticana, antes de subir al helicóptero que lo trasladó a Castelgandolfo, el Papa saludó al cardenal decano, Angelo Sodano. Benedicto XVI voló acompañado de su secretario, Georg Gaenswein, muy emocionado.
Mientras sobrevolaba la ciudad eterna, todas las campanas de Roma repicaron en homenaje al Papa. Tañir de campanas que acompañaron también la llegada de Benedicto XVI a Castelgandolgo, donde fue recibido por el cardenal Giuseppe Bertello, el alcalde y el párroco de la pequeña localidad donde está ubicado el Palacio Pontificio, la residencia veraniega de los Papas. Allí vivirá un par de meses seguramente hasta que sea restaurada su nueva residencia en el Vaticano.
Poco después de llegar, Benedicto XVI hizo su última aparición en público como Papa, asomándose al balcón principal del palacio para saludar a los fieles que allí se habían congregado. A las 8 de la noche, la Guardia Suiza, encargada de custodiar al Santo Padre, se retira de la entrada principal, cerrando la puerta del Palacio de Castel Gandolfo y dando inicio a la Sede Vacante.
El pontificado de Benedicto XVI ha durado 2.873 días después de que se presentara ante los fieles, en el balcón principal de la basílica de San Pedro, como «un humilde trabajador de la viña del Señor». «Con todas mis fuerzas trabajaré para el bien común y el bien de la Iglesia y de la humanidad», anuncia a los fieles desde la ventana de Castelgandolfo.
Fuente: Religión en Libertad