Enraizados envía su apoyo a los sacerdotes de todas las diócesis españolas que han estado en primera línea durante la pandemia

Enraizados envía su apoyo a los sacerdotes de todas las diócesis españolas que han estado en primera línea durante la pandemia

La Asociación Enraizados, una voz católica en la vida pública, ha reunido, durante estos meses, mensajes de apoyo a los sacerdotes que han estado en primera línea durante la pandemia. Todos los mensajes recopilados los ha enviado a todas las diócesis españolas, para que los obispos se los envíen a sus sacerdotes, así como a curas con los que los seguidores de Enraizados les habían pedido contactar especialmente y a conventos contemplativos, que rezan especialmente por las vocaciones sacerdotales. Algunos prelados enviaron a su vez cartas de gracias por el sustento moral recibido.

“Muchos presbíteros no han tenido miedo al contagio y han estado en los hospitales reconfortando a los enfermos y en los cementerios enterrando a más de 43.000 víctimas y consolando a las familias en unos momentos especialmente difíciles en los que la despedida debía ser con unas medidas muy duras. Muchos han mantenido los templos abiertos con las debidas medidas de seguridad, han visitado enfermos en sus casas, han llevado la Comunión, recaudan fondos para los necesitados, se arriesgan para llevar el viático y la unción a los moribundos”, explica José Castro Velarde, presidente de Enraizados. “Su trabajo constante ha tenido como consecuencia que más de 100 sacerdotes hayan fallecido en España a consecuencia del virus, mientras que otros muchos han estado infectados”, recuerda Castro Velarde.

Esta es la carta que la Asociación Enraizados ha enviado a los sacerdotes:

“Estimado sacerdote:

Día a día se enfrenta al sufrimiento de tener que consolar a personas enfermas, con terribles dolencias, sin sus seres queridos a su alrededor y que pronto pudieran partir con el Señor. Usted se ha convertido es su última esperanza.

Personas que sienten miedo ante lo que les pueda ocurrir, desesperadas, deprimidas. Sufren en silencio, en soledad. Personas que tan sólo le tienen a usted en esos fríos hospitales. Su palabra es para ellos un bálsamo, un refugio. Usted les lleva la esperanza que tan sólo el amor de Dios puede suscitar en el corazón humano ante el aparente sinsentido del sufrimiento y la muerte.

Pero también sabemos que usted es humano y tendrá momentos muy duros que tan sólo agarrado al Señor podrá soportar.

Por esto le quisiera hacer llegar mi más sincero agradecimiento porque día tras día se enfrenta a ese maldito virus que también pudiera acabar con su vida, y lo sabe. Se enfrenta al miedo que nos puede inundar en momentos de debilidad. Cristo sufrió y en su oración del Getsemaní lloraba ante la Cruz que le esperaba y ya comenzaba a sentir. En ese sufrimiento que pueda experimentar está Él abrazándole fuertemente.

Le quisiera hacer llegar mi compromiso firme de rezar por usted para que el Señor le siga sosteniendo.

Tenga por seguro que Dios tendrá en cuenta cada uno de los gestos de amor desprendido que está haciendo con los enfermos.

Que el Señor y por intercesión de nuestra Madre la Santísima Virgen María, le consuele, bendiga y colme infinitamente de Paz interior y alegría”.

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