Feb 21, 2018 | Actualidad
Hace tiempo comentamos una de las grandes hazañas de esa marina del Gran Duque de Osuna, la batalla naval del cabo de Celidonia.
Hoy traemos otro de los épicos episodios que dio aquella armada.
En realidad, el duque pagaba de su bolsillo el apresto y armamento de las galeras de su virreinato (el de Sicilia en ese momento), pero los soldados y mandos eran españoles de la Armada y los tercios autorizados por el rey. Así que puede decirse que era una marina semiprivada.
El mismo historiador Cesáreo Fernández Duro lo reconoce así:
Las naves del Duque de Osuna no tenían de corsarias más que el nombre y la bandera; regíalas un general, llevaban capitanes é infantería española sujeta á la disciplina militar,…
En esta ocasión, como veremos más adelante, participaría una escuadra del Marqués de Santa Cruz, don Álvaro de Bazán, el hijo del gran general de la Armada que combatió en Lepanto y Azores entre otros muchos escenarios.
Ataque nocturno de las galeras españolas
Estamos a principio de 1612, en el virreinato español de Sicilia, que está gobernado por el Duque de Osuna, quien como hemos comentado aprestó una armada con sus dineros viendo el paupérrimo estado de la que se encontró al llegar. El duque era de los que no se lo pensaban mucho si veía una empresa con la que derrotar a los enemigos de España y, de paso, llevarse una tajada. Eso ocurrió cuando las galeras de su mando hicieron un prisionero muy particular.
Tiene gracia el eufemismo que utiliza la crónica de este episodio, la cual seguimos, y que dice que “habiéndole apretado para que dijese quien era“, confesó que se trataba de un espía turco mandado por un renegado inglés llamado Simon Daucer.
Confesó también que aquel inglés tenía preparados en Túnez, que era un nido de piratas y corsarios, diez bajeles de alto bordo muy fuertes. Algo extraño para aquellas gentes pero que ponía en relieve el verdadero objetivo de aquella escuadra: saquear las Indias Occidentales. Suponemos que el corsario inglés renegado ya había navegado por aquellos mares y sería el guía de la expedición, la cual estaba ya casi preparada para su salida con numerosos holandeses y turcos a bordo.
El Duque no se lo pensó mucho y ordenó preparar una escuadra de seis galeras bajo el mando de don Antonio Pimentel, un soldado viejo de los tercios de Flandes, muy ducho y arriesgado tanto en tierra como en mar. Ideal para lo que se quería hacer.
Las galeras fueron reforzadas con soldados viejos (con experiencia se entiende, no edad) y remeros mozos, fornidos y fuertes, cinco o seis por banco.
La navegación fue perfecta y en poco tiempo se pusieron a la vista de Tunez, en un lugar donde ellos no podían ser divisados. Esperaron a la media noche para iniciar un ataque nocturno en toda regla. Gracias a la total oscuridad, lograron meterse en el puerto enemigo sin ser localizados y quedarse a tiro de mosquete de la escuadra corsaria. Allí los españoles descubrieron que los buques estaban listos para partir y casi toda la gente embarcada, eso sí durmiendo muy al descuido.
Con tan buena ocasión, los españoles echaron sus chalupas al agua con más de cien soldados repartidos en ellas, provistos de multitud de bombas y artificios de fuego, con las cuales llegaron al lado de las embarcaciones enemigas sin ser vistos ni oidos.
Y entonces empezó la carnicería.
Los españoles pegaron fuego a siete de las naves, echando dentro gran cantidad de bombas ardiendo, quedando abrasados los buques y pegándose fuego unos a otros hasta que se fueron al fondo.
Luego, sacaron un gran navío de mil toneladas de porte, lleno de riquezas y mercancías, y después otros dos de menor valor que el primero pero igualmente ricos, que estaban algo apartados de los piratas y que sabían por las señas en qué parte estaban.
Los demás buques pequeños de la armada corsaria ardieron sin remedio y se fueron al fondo con todo lo que tenían embarcado: bastimentos, municiones y gente de mar.
Los turcos, sorprendidos, no supieron defenderse, y aunque dispararon muchos cañonazos desde el fuerte, apenas hicieron daño a los españoles, que se dedicaron a quemar y destruir cuanto veían.
Al amanecer, la escuadra española dio por concluido el ataque y se retiraron con sus valiosas presas, con todas las galeras y chalupas, llenas de banderolas y gallardetes, disparando los cañones de crujía celebrando su hazaña y dejando tras de sí a una asombrada ciudad, arruinada y con su armada deshecha, además de numerosos muertos turcos y de otras nacionalidades.
Encuentro con una escuadra del Marqués de Santa Cruz
Mientras la victoriosa escuadra de galeras españolas se dirigía a su base en Sicilia, se encontraron a otra escuadra española: siete galeras del virreinato de Nápoles que hacían el corso por mandato del capitán general don Álvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz.
Se optó por navegar en armada, aunque divididos en dos escuadras, y pusieron rumbo al puerto de Biserta en Túnez, donde habían sabido que allí se encontraba un gran acopio de provisiones, municiones, pólvora, jarcias y otros bastimentos. Esta vez entraron sin necesidad de ocultarse y arrasaron con todo sin apenas resistencia, saqueando de forma sistemática todo lo que pudieron en el menor tiempo posible.
Las galeras españolas se fueron bien repletas de botín, con turcos cautivos y haciendo que los capitanes y soldados fueran ricos en despojos. La pérdida de estos fueron insignificantes, siendo los más heridos por los cañonazos del fuerte del puerto de Túnez. En Biserta murieron sólo diez soldados españoles, siendo la pérdida estimada de turcos en medio millar, eso sin contar los cautivos que se llevaron.
Tras estas incursiones victoriosas, las galeras retornaron a Sicilia. Pero todavía tendrían tiempo de algo más. A veinte millas de navegación, cerca del cabo de Bona, dieron caza a un bergantín, al que tomaron, con 35 moros, y lo quemaron con una bomba de fuego que tiraron desde las arrumbadas de la capitana. Del bergantín sólo escaparon tres turcos, que salieron a nado por estar cerca de tierra.
Y así acabó una de las muchas incursiones que hicieron las galeras del duque de Osuna en aquellos años. Y era así porque si se tripulan bien los buques, con gente que sabe lo que hace, se da parte del botín a sus hombres, se comandan las naves con gente curtida y conocedora del oficio y se tienen las embarcaciones en buen estado, es lógico que todo salga bien.
Fuentes:
Todo a babor
Feb 18, 2018 | Actualidad
Casi 450 años después, los caminos que hicieron los Tercios en su marcha desde Milán hacia Flandes van a ser recorridos de nuevo. 1200 kilómetros, kilómetro arriba kilómetro abajo, separan Milán y Bruselas, origen y fin de esta aventura que nos hemos propuesto hacer en bici.
El 22 de Agosto de 1567 llega a Bruselas el Duque de Alba al mando de 10.000 soldados de los Tercios Viejos, finalizaba así una larga y dura travesía en ruta por territorios aliados desde Milán a Bruselas. Ese recorrido decenas de veces repetido después a lo largo de casi un siglo fue llamado por los lugareños “Le Chemin des Espagnols”. Cuatro siglos y medio después repetimos, etapa por etapa, la gesta de los antiguos Tercios esta vez en bici.
Serán, aproximadamente, 1200 kilómetros en 15 días. Unos 90 kilómetros diarios. El inicio de la ventura tendrá lugar en la Plaza del Duomo del Milán a mediados de Junio y está prevista la llegada a finales de mes en la Grand-Place de Bruselas. Entre medio, ver, conocer, disfrutar de los paisajes, ciudades, pueblos y gentes de Europa.
En nuestro blog de la ruta están ya colgados los post de cómo nos estamos preparando y estarán, cuando iniciemos la aventura, el día a día del trayecto.
Las llanuras de la Lombardía y del Piamonte italianos, los magníficos y exigentes Alpes, las francesas, Saboya con su frondosos parajes, Franco-Condado con su extensiones de viña, Lorena con sus canales fluviales, la rocosa y pequeña Luxemburgo y la llana y verde Bélgica. Ese es el recorrido que vamos a trazar pedalada a pedalada.
El objetivo es hacer del Camino Español una ruta viva recorriendo y marcando en camino en GPS para que todos los que lo deseéis lo podáis hacer en bici, andando, en moto, coche, autocaravana, en tren… Cualquier medio de locomoción es bueno para recuperar este patrimonio español y europeo.
El Camino Español es un itinerario cultural que partiendo principalmente de Milán unía por distintas rutas la capital del Milanesado con Flandes (en particular Bruselas), conectando de una manera directa los territorios que pertenecían a la corona española durante los siglos XVI y XVII (Milanesado, Franco-Condado, Países Bajos Españoles que también comprendía Luxemburgo) y atravesando territorio amigo (Génova, Saboya y Lorena). Esas rutas influyeron de tal manera en la situación geopolítica europea que con su existencia se pueden explicar el por qué de las fronteras actuales.
Para llevarlo a cabo en un tiempo razonable hemos agrupado las 52 etapas a pie originales en 15 etapas en bici. Las etapas están sacadas de libros y escritos de la época que han ido recopilando y estudiando para seguir fielmente el recorrido original: Las cartas Felipe II con cada uno de los gobernadores para dar la orden de iniciar los preparativos, las propuestas de recorrido, las cartas entre Felipe II y el Duque de Alba, el diario de un militar donde quedaban reflejados el día a día de la marcha, los poemas de un soldado o los libros editados con posterioridad.
El perfil de la ruta no es muy exigente puesto que a las llanuras italianas le suceden las llanuras francesas y belgas. La excepción la marcan los Alpes donde está la etapa reina de este ‘tour’ con más de 1700 metros de desnivel acumulado en una etapa que hemos dejado a propósito en 50 kilómetros para no forzar la máquina.
Los casi cien kilómetros diarios tenemos previsto hacerlos durante la primera parte del día para tener cierto margen ante imprevistos (pinchazos sobre todo) y poder apreciar aquellos sitios que sean de interés turístico y paisajístico siguiendo un trazado que será sobre carril de tierra y carreteras secundarias.
Además de recorrerlo nos llevamos como deberes recopilar huellas de la época española. El recorrido está plagado de ellas: Palacios en Milán, murallas en Pavía, monumentos y palacios en Besançon, más palacios y fortalezas en Luxemburgo y claro en Bruselas. Esos son algunos de los lugares principales pero la influencia española dejó su huella también en otros muchos sitios.
Así, en dos semanas y recorriendo un millar kilómetros, El Camino Español quiere volver a unir estas dos capitales europeas mediante la ruta histórica que miles de españoles recorrieron hace cuatro siglos. Una ruta que ahora nos brinda la oportunidad de conocer la Europa que nos hemos dado desde la cercanía que da recorrerla en bici, mientras ponemos a vuestra disposición una magnífica ruta tanto tiempo relegada a los libros.
Fuente: El Camino Español
http://www.xn--elcaminoespaol-1nb.com/aventura/159-camino-en-bici/
http://www.xn--elcaminoespaol-1nb.com/blog/camino-espanol-en-bici/
Feb 17, 2018 | Actualidad
España 2018, ¿a la cárcel por opinar?
Fernando del Pino (Consejo asesor Civismo)
Expansión, 15 de febrero de 2018
En su clásica novela 1984, George Orwell describía una siniestra sociedad totalitaria del futuro apoyada en tres grandes estructuras burocráticas. Una de ellas era el Ministerio de la Verdad, encargado de falsificar los hechos históricos de modo que se ajustaran a la versión aprobada por el Gobierno. Bajo los lemas “Libertad es Esclavitud”, “la Ignorancia es la Fuerza” y “la Guerra es la Paz”, el Ministerio de la Verdad reescribía la historia y destruía con enormes incineradoras todos los documentos que pudieran poner en entredicho la verdad oficial.
Pues bien, por iniciativa del radicalizado Partido Socialista se va a debatir en nuestro país una extensión de la infame Ley de Memoria Histórica que, de ser aprobada, supondría la llegada a España del Ministerio de la Verdad. Disfrazada, como siempre, de intenciones en apariencia loables, la ley en realidad quiere imponer por la fuerza un relato único de la historia, una versión determinada de la Guerra Civil y de la historia de España desde 1936 hasta la aprobación de la Constitución de 1978. Para ello, propone crear una “Comisión de la Verdad” que fije la Verdad Oficial Obligatoria y modificar el Código Penal para incluir penas de hasta cuatro años de cárcel para las autoridades o funcionarios que votaran en contra o incumplieran las exigencias de la ley y para los ciudadanos (periodistas, profesores, catedráticos, historiadores, etc.…) que “enaltecieran o justificaran” el franquismo por cualquier medio de difusión, procediendo a la destrucción de los libros o documentos correspondientes (o sea, la quema de libros del s. XXI). Un prestigioso hispanista estadounidense ya ha manifestado su estupefacción porque sus libros, en su día prohibidos por el franquismo, previsiblemente sean ahora también censurados por la España supuestamente democrática.
La vulneración de derechos y libertades constitucionales que supone esta proposición de ley es interminable: ¿dónde queda la libertad ideológica (art. 16)? ¿Y la libertad de expresión, o sea, poder “expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio” (art.20)? ¿Y la libertad de cátedra y la libertad de enseñanza (art. 20 y 27)? ¿Y la libertad de asociación y derecho de fundación (art. 22 y 34), conculcadas en lo que parece un claro ejemplo de ley de caso único al proponer cerrar las fundaciones profranquistas? Esta proposición de ley no es sólo un atentado directo contra la Constitución, sino incluso contra la Carta de Derechos Humanos de la ONU, cuyo Comité de Derechos Humanos (OG nº 34, 2011) considera incompatibles con la libertad de opinión y de expresión “las leyes que penalizan la expresión de opiniones sobre hechos históricos”, puesto que “el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos no autoriza las prohibiciones penales de la expresión de opiniones erróneas o interpretaciones incorrectas de acontecimientos pasados”. Parece increíble que el partido que quiere crear un delito de opinión castigado con cárcel sea el mismo que hace treinta años gobernó España, con aciertos y errores, pero casi siempre dentro de la moderación y del sentido de Estado. ¿Ciudadanos también querrá crear delitos de opinión penados con cárcel? ¿Y el PP?
La ley también prevé una indemnización de 135.000 euros para los descendientes de quienes murieron “en defensa de las libertades” entre 1968 y 1978. La lista será necesariamente corta: según la investigación más detallada que he podido encontrar, un total de 12 personas murieron en ese período por enfrentamiento con las fuerzas del orden mientras participaban en manifestaciones y 4 más murieron en circunstancias sospechosas bajo custodia policial.
Respecto a la pena de muerte entonces vigente, entre 1952 y 1975 se produjeron en España un total de algo más de 70 ejecuciones (tómese como orden de magnitud, dada la escasez de fuentes primarias), todas ellas por delitos de sangre que nada tenían que ver con la causa de la libertad (asesinos comunes o terroristas). A efectos comparativos, en ese mismo período Francia ejecutó a 45 personas (la guillotina se utilizó hasta 1977), Reino Unido a 102 personas y EEUU a 906 personas. En España la pena de muerte se aboliría (afortunadamente) en 1978 y en Francia en 1981, tres años más tarde. Dada la sospechosa coincidencia del año de origen propuesto por el PSOE con el primer atentado mortal de ETA (1968), no sé si se beneficiarán de dicha indemnización, sobre todo, los descendientes de los terroristas de ETA, los Grapo y el Frap (todos grupos de ideología totalitaria marxistaleninista) juzgados y ajusticiados por los asesinatos a sangre fría de miembros de la Guardia Civil o de la Policía. Si para los socialistas de hoy estos asesinatos cometidos por terroristas de ideología totalitaria fueron una “defensa de las libertades”, conviene tomar nota.
No podemos continuar teniendo una visión maniquea de lo acontecido durante 40 años de nuestra historia. El Ministerio de la Verdad que pretenden instaurar los socialistas se saca de la chistera que la Guerra Civil fue una lucha entre un Ejército opresor y un pueblo que defendía sus libertades. Esto es un cínico cuento chino ajeno por completo a la historiografía. La Guerra Civil fue un enfrentamiento ideológico entre media España y la otra media; miembros del Ejército lucharon en ambos bandos, como lo hicieron miembros de una misma familia. Ya es hora de juzgar ese período (¡que comenzó hace casi un siglo!) de forma desapasionada, como cualquier período histórico, y de que sea objeto de debate libre y abierto entre historiadores y no de pugna ideológica entre políticos ni, mucho menos, de censura.
Violenta anarquía
La Segunda República fue un proceso que comenzó como un ideal ilusionante que degeneró en una violenta anarquía pre-revolucionaria permitida cuando no auspiciada por el Gobierno de izquierda del Frente Popular, donde no existían ni ley, ni orden ni justicia y en la que pocos partidos políticos defendían la libertad y la democracia (tampoco el PSOE de Prieto y Largo Caballero, que defenestraron al valiente de Julián Besteiro, moderado y demócrata encarcelado luego de forma indignante por el franquismo). Al comienzo de la guerra, ambos bandos cometieron atroces asesinatos masivos (50.000- 75.000 perpetrados por el Terror Rojo, incluyendo el genocidio católico, y una cifra similar por el bando nacional). Tras la guerra, la durísima y sistemática represión judicial de la dictadura condenó a muerte y ejecutó a más de 25.000 personas (sobre todo hasta 1945), unos por crímenes durante el Terror Rojo y otros muchos simplemente por pertenecer al bando perdedor. Sabemos que la historia siempre la escriben los ganadores de las guerras, pero también sabemos que las guerras no suelen ser nunca una lucha entre buenos y malos. La Guerra Civil no fue una excepción. Es cierto que se hizo justicia a los inocentes de un bando y no a los inocentes del otro, pero hubo inocentes y culpables en ambos bandos y todos tienen de qué avergonzarse.
Siempre he pensado que defender la libertad en la que tanto creo es, sobre todo, defender la libertad de los que opinan de forma distinta a mí para que puedan seguir haciéndolo. El gran éxito de la Transición no fue una Constitución mediocre, sino el esfuerzo de generosidad, magnanimidad, patriotismo y sentido de Estado de personas con ideas antagónicas, pero ante todo, españoles que vivían en una sociedad reconciliada que no quería reabrir heridas. La Transición cerró la puerta a los agitadores de masas porque quiso hacer realidad las esperanzadoras palabras del presidente Azaña: “Cuando la antorcha pase a otras manos, a otros hombres, a otras generaciones (…), que piensen en los muertos y que escuchen su lección: la de esos hombres que han caí- do magníficamente por una ideal grandioso y que ahora, abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos envían, con los destellos de su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus hijos: paz, piedad, perdón”. Que tras 40 años de democracia hayan vuelto los desenterradores de cadáveres que agitan el odio y la mentira tan sólo por satisfacer su ambición personal de poder me revuelve el estómago. España no se merece esto.
Fuente: Think Tank Civismo
https://www.civismo.org/es/articulos-de-opinion/espana-2018-a-la-carcel-por-opinar
Feb 16, 2018 | Actualidad
31 enero Tercios os invita a pasar un día rodeados de historia y Tercios.
El próximo 25 de febrero, domingo, nos desplazamos a Toledo para disfrutar de una jornada para conoceros a todos vosotros y poder acercar la infantería española de los siglos XVI y XVII a todo aquel que lo crea oportuno.
De este modo, os emplazamos a las 11:00 en la puerta del Museo del Ejército de Toledo donde realizaremos una visita gratuita por el museo haciendo hincapié en las obras referidas al mundo de los Tercios. Podremos descubrir las banderas que enarbolaron los alféreces de distintos tercios, nos fascinaremos ante las armaduras y armas del Siglo XVI y conoceremos aspectos cotidianos de aquellos hombres que entregaron todo por lo que creían justo.
Después, aprovechando el hambre, nos marcharemos a las 14:00 hacia el Tirador (Calle Real del Arrabal, 2). Allí podremos charlar sobre lo que somos, pero sobre todo lo que fuimos y todo ello acompañados de una cerveza de Flandes y buenos platos de comida, como aquellas que degustaba Carlos I.
Para finalizar esta maravillosa jornada nos marcharemos a eso de las 16:30 a la empresa tradicional artesana de espadas de Toledo (calle río mundo 55). Allí se hará una muestra de cómo se hacen espadas del Siglo XVI y XVII, cosa que nos permitirá comprender como eran aquellos hombres, además de tener el placer de observar como se ha conservado esta maestría en pleno siglo XXI. Así pues haremos entrega de la espada que sorteamos el pasado 31 de enero, junto a nuestros amigos espaderos de Toledo.
En efecto, 31 Enero Tercios no para. Y os invitamos a sumaros a todos nuestros actos en este día.
Para asistir envía un correo a 31enerotercios@gmail.com
https://31enerotercios.wordpress.com/2018/02/16/visita-a-toledo/
Feb 14, 2018 | Actualidad
De nuevo nos encontramos con las galeras del Gran Duque de Osuna, que se labraron una buena fama a causa del combate naval del Cabo Celidonia, ocurrido apenas unos meses antes de la aventura que les traigo hoy:
El bombardeo de Constantinopla de 1616 por parte de una osada incursión de las galeras españolas a la guarida del lobo enemigo.
Repasando el historial de aquella armada del virrey de Nápoles y Sicilia, no dejo de asombrarme de lo osados que llegaron a ser aquellos hombres. Además, en los partes de los combates lo relatan como si aquello fuera algo rutinario o trivial. En cierto modo es normal, ya que los mandos y soldados españoles que iban a bordo de las galeras y galeones de la época eran por lo general gente muy curtida en los numerosos frentes que tenía el enorme imperio español. Desde luego, eran gente dura, vanidosos y, llegado el momento, capaces de lo mejor y también de crueldades de las que sólo se pueden achacar al embrutecimiento de la guerra y un cierto carácter pendenciero. Los típicos soldados que te encantaría tener por compañeros en una batalla y lejos si son tus enemigos.
En el mar la cosa no era muy distinta y Osuna tuvo que lidiar con más de un mando con fuerte personalidad. No hay que olvidar que esta marina del Duque de Osuna se nutría con personal de la Armada o el Ejército y que algunos de sus generales, como don Octavio de Aragón, el protagonista de esta historia, era también descendiente de un Grande de España y tenía sus propias maneras de hacer las cosas. Choque de personalidades.
…
El bombardeo de Constantinopla
Pero en los primeros tiempos, cuando servía a Osuna con diligencia y provecho, Octavio de Aragón demostró la clase de hombre que era: audaz y valiente como pocos.
Como decía anteriormente, después del celebrado combate de Celidonia, se echaba encima el otoño y lo normal era que las galeras pasaran el invierno en puerto, ya que los mares muy agitados hacían poco prácticas a tan livianas embarcaciones. Estamos en octubre de 1616.
Pero el Gran Duque de Osuna no quería tener a la gente ociosa y quería aprovechar el buen momento de su flota en el Mediterráneo. Así que mandó a Octavio de Aragón que fuese con nueve galeras a correr la costa turca. O lo que es lo mismo: a casa de su principal enemigo.
Las galeras españolas, disfrazadas de “turquesas”, se dirigieron hacia allí, pasando por Candía, Coron, Modon y Negroponte, llegando finalmente a Constantinopla, o Estambul como la llamaban los turcos.
El historiador Fernández Duro comenta al respecto:
…llegaron a los castillos de Constantinopla, cañoneándolos con mucho desenfado hasta recibir aviso amigo de haberse reunido 60 galeras turcas guardando las bocas.
El daño a los castillos no debió ser de importancia, pero tampoco buscaban un asalto o una invasión, sino el demostrar que podían hacerlo y que el poder del nuevo virrey de Nápoles podía llegar hasta allí.
Les habían mandado atacar a los turcos en su casa, pero se habían metido hasta la cocina. Estaban atrapados con una desventaja muy superior. ¿Y qué se hizo al respecto?
Octavio de Aragón se reunió en Consejo con los demás capitanes y acordaron embestir a media noche a treinta galeras turcas que se encontraban bloqueando la mayor de las bocas, la de la salida a los Dardanelos.
La noche ayudó ya que era muy oscura y con niebla y tardaron en descubrirlos, quedando muchas galeras enemigas sin tiempo de reacción. Las galeras españolas, con recio viento de popa, apagaron los fanales, excepto la galera capitana española, que mandó a las otras ocho que tomaran la vuelta de los Fornos mientras ella llevaba otro rumbo por algunas horas, con el fin de despistar al enemigo.
Huída de Estambul y apresamientos
Tras algunas horas haciendo de señuelo, con las galeras turcas a su popa, apagan las luces y arriban sin ser vistos, juntándose con el resto de la escuadra al medio día siguiente.
Los otomanos pensaron que se hallarían por Candía, hasta donde habían forzado remos, pero los españoles se hallaban en las crucetas de Alejandría, haciendo considerable daño en la costa.
Por allí se encontraron con diez caramurales gruesos y bien armados. No era prudente atacarlos en esas condiciones, pero Octavio de Aragón sabía lo que esperaba el Duque de Osuna y mandó ir a por ellos. Lo hicieron con tanta determinación que acabaron por apresarlas a todas.
Se encontraron con un botín digno de reyes: un millón y medio de ducados. Para que nos hagamos una idea de esto, refirió un soldado haberle tocado 1.500 escudos de parte en esta presa. Lo que era una pequeña fortuna para un simple soldado. ¿Qué le correspondería a los oficiales o al propio Octavio de Aragón?
Los turcos, como era de esperar, no se tomaron muy bien la ofensa, después, además, de lo ocurrido en Celidonia, por lo que, a falta de poder hacer algo similar, se contentaron con encarcelar a varios religiosos cristianos.
La escuadra de galeras regresó a su base napolitana sin pérdida de ninguna nave y cargados de riquezas.
Fuentes:
Todo a babor