#EspañaEnLaHistoria. 20 de agosto de 1775. Hugo O’Conor funda Tucson

#EspañaEnLaHistoria. 20 de agosto de 1775. Hugo O’Conor funda Tucson

Todos hemos visto en las películas americanas las guerras entre los “vaqueros” americanos y los indios apaches. En las películas, los americanos disponían de pistolas de repetición y rifles de largo alcance y sin embargo pasaban apuros para contener los ataques de los indígenas armados de arco y flechas. Estos hechos ocurrían a finales del siglo XIX. Pocos son conscientes que, cien años antes, los españoles se habían establecido en Arizona y que, con increíblemente reducidos medios humanos y tecnología del siglo XVIII, mantuvieron su presencia en estas salvajes tierras.

Hagamos una pequeña explicación de la situación de Arizona hasta el momento de la fundación de Tucson. Los españoles exploraron estas tierras en 1540. Fue la expedición de Vázquez de Coronado la que dio las primeras noticias de estos lugares y de sus habitantes. Desde entonces, el dominio español fue más bien nominal y la frontera real se situaba más al sur. Son unas tierras con pocas riquezas naturales, donde solo la ganadería permite una explotación económica exitosa, pero en donde unos belicosos indígenas (apaches, comanches y navajos) hacían muy difícil los asentamientos permanentes.

Con el paso del tiempo, algunas tribus locales se integraron en la nueva civilización, como por ejemplo los indios Pima, y formaron parte de la estrategia española en garantizar una frontera segura. Nunca hubo una colonización con elementos españoles, entre otras razones porque la demografía de la época no daba para muchas gestas. La parte militar estaba asegurada por los legendarios “dragones de cuera”, una especie de caballería pesada que normalmente actuaba en pequeños grupos, pero dotada de una gran movilidad y conocimiento del terreno. El escritor Alber Vázquez describe con mucha intensidad la capacidad de estas unidades militares.

El caso es que a finales del siglo XVIII, el monarca Carlos III decide impulsar la colonización de los territorios que hoy configuran California, Nuevo Méjico, Arizona y Texas para frenar el avance de los ingleses desde sus colonias del Atlántico. Todo ello con unos escasos recursos y ninguna fuente estable de emigrantes. En este contexto fue enviado Hugo O’Conor a fundar diversos presidios.

Tucson fue el que tuvo más éxito y el que recibió más ataques organizados por parte de los apaches. En poco tiempo pasó de ser un simple conjunto de edificios a una organizada área rectangular con dos torreones que llegaron a ser característicos de las instalaciones militares de la zona y fueron copiados por los americanos.

Bajo la organización española, Tucson se mantuvo firme frente a los ataques apaches. El presidio languideció bajo la organización mexicana y, para dar una idea de la dureza de la región, baste decir que las guerras y acciones militares de los estadounidenses (los vaqueros de las películas) contra los indígenas locales no acabaron hasta principios del siglo XX.

Hay que añadir también que la gestión española insistió en la sedentarización de las poblaciones autóctonas para mejorar su nivel de vida. Dejó a poblaciones locales, como los Pima, capaces de integrarse en las nuevas formas de vida. En contrapartida, los estadunidenses se limitaron a exterminar a las poblaciones que se les oponían y a relegarlos a reservas donde fueron languideciendo.

Manuel de Francisco

 

Fuentes: 

History of the original Presidio Real de San Agustín del Tucson

«Resiste Tucson» (Alber Vázquez)

 

#EspañaEnLaHistoria. El Capitán Toni

#EspañaEnLaHistoria. El Capitán Toni

El espíritu aventurero, las ansias de descubrir nuevas tierras y navegar por desconocidos océanos han dado a la historia de España marinos que, arrostrando cientos de dificultades han cubierto de gloria, honor y valentía el globo terráqueo. Y entre ellos, nos encontramos con Antonio Barceló y Pont de la Terra (Palma de Mallorca, 1 de enero de 1717- 25 de enero de 1797).

El llamado «Capitá Toni» era de origen humilde, un plebeyo al cual se le hizo imposible alcanzar la hidalguía, que, sin embargo, sí logró, entre envidias y calumnias, alcanzar el grado de teniente general, merced a su valor y a su arrojo. Unos méritos de guerra que le llevaron desde el puesto de grumete en el jabeque de su padre hasta el de Almirante-Comandante y caballero de la Real Orden de Carlos III.

El Capitá Toni inició su andadura militar al mando de un jabeque, embarcación de elegantes líneas, rápida y con una maniobrabilidad envidiable. Su función sería la de un actual guardacostas, con una potencia de fuego escasa, pero sumamente eficaz en manos del Capitá Toni. Navegando por el Mediterráneo, su inicial objetivo fue el apresamiento de los piratas berberiscos y argelinos. En 1762 con su jabeque rindió combate a tres enemigos con 160 turcos; en uno de ellos hizo prisionero al famoso Selim, capitán de aquellos piratas, siendo nuevamente herido en el abordaje por una bala de mosquete, que le atravesó la mejilla izquierda y que dejó su cara desfigurada para siempre. Prosiguieron sus proezas contra los moros, que eran casi diarias; en julio de 1768 batió y apresó en las cercanías del Peñón de Vélez de la Gomera a un jabeque argelino de 24 cañones. Sus andanzas por los mares del Mediterráneo, desde Cartagena, hasta Argel. Fue Carlos III quién ordenó el asedio y conquista de la ciudad, figurando entre los asediadores el brigadier Barceló quién, ante el desastre del desembarco de las tropas españolas, fue capaz con su arrojo y sus naves de bajo calado de hacer frente a cargas de caballería, salvando a muchos trasportándolos con sus jabeques.

Al primer desastre de Argel, le siguió el sitio a Gibraltar en 1779. Y fue entonces cuando  Barceló obtuvo permiso  para la construcción sus famosas lanchas cañoneras, de invención propia, para bombardear la plaza con más potencia. Ideó Barceló armarlas con una pieza de 24 o con un mortero, y grandes botes de remos. Para proteger a la dotación se las dotó de un parapeto plegable forrado por dentro y fuera de una capa de corcho. Medían 56 pies de quilla, 18 de manga y 6 de puntal, con 14 remos por banda, llevaban la pieza mencionada giratoria, con una gran vela latina y una dotación de unos treinta hombres. Perfiladas por su proa, el blanco que ofrecían era mínimo para los cañones ingleses de tierra. Barceló atacaba de noche, mientras los ingleses solamente divisaban un pequeño bulto y un resplandor, al cual dirigía sus cañonazos, comprobando, al poco tiempo, que ello era una pérdida absoluta de munición. Así, del gran esfuerzo del Capitán Toni surgió una coplilla;

Si el rey de España tuviera
cuatro como Barceló,
Gibraltar fuera de España
que de los ingleses no.

Abandonado el sitio de Gibraltar, Barceló regresó con sus jabeques a Argel y a Tánger, sin que las naves españolas alcanzasen sus objetivos. Ya con setenta y tres años, fue requerido por Carlos IV para comandar una escuadra a fin de socorrer a Ceuta, asediada por los musulmanes. Abiertas negociaciones de paz, estas no prosperaron, siéndole dado el mando al teniente general Morales de los Ríos, Barceló se sintió discriminado y, con queja a Rey, recuperó el mando, pero ya fue inútil. El mal invierno obligó a la escuadra a permanecer al resguardo del puerto, y, en junio de 1792, se firmó la disolución de la escuadra.

Barceló regresó a su tierra en donde, rodeado de envidias y maledicencias, entre ellas que solamente sabía escribir su nombre, falleció a los ochenta años. Sin embargo, en nuestros días es recordado como un hombre valeroso  y noble, que suplía su falta de conocimientos con su experiencia y su valerosa pericia.

Francisco Gilet

 

Bibliografía:

– Cervera y Jácome, Juan. El Panteón de Marinos Ilustres. Ministerio de Marina. Madrid. 1926.

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. Contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana. Espasa-Calpe. Tomo 7. págs. 713-714.

– Fernán-Núñez, Conde. Vida de Carlos III. Librería de Fernando Fé. Madrid. 1898.

– Fernández Duro, Cesáreo. La Armada Española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Museo Naval. Madrid. 1973.

#EspañaEnLaHistoria. 8 de agosto de 1774. Juan Pérez avista Vancouver

#EspañaEnLaHistoria. 8 de agosto de 1774. Juan Pérez avista Vancouver

Juan José Pérez Hernández es uno de los muchos héroes hispanos que pasó totalmente desapercibido en los libros de historia que hemos estudiado. Casi no se sabe nada de su vida ni de sus orígenes. Según parece nació en Palma de Mallorca, aunque rápidamente inició estudios en la Marina española. Fue durante 15 años piloto de la carrera de Acapulco / Filipinas. Debía ser un marino experimentado y eficaz, ya que el recorrido entre Filipinas y América, era de los viajes más arriesgados técnicamente y con gran responsabilidad económica, debido a que los navíos que realizaban la singladura iban cargados de riquezas de todo género. No se ponía al frente de semejante empresa a un cualquiera, el puesto de “piloto” quería decir que era el responsable de indicar en cada momento que dirección debía llevar la nave y calcular la posición de la misma. El que no se crea la dificultad de la tarea, que intente hacer los cálculos a mano y sin ayuda de un ordenador.

El caso es que en 1768 se le asignó destino el puerto de San Blas, en el actual Méjico. En aquella época dicho puerto era punto de coordinación para todas las expediciones que salían hacia el norte. En este contexto salió como capitán en 1769 del San Antonio en apoyo de la expedición de Gaspar de Portala. Su contribución fue vital para el establecimiento de las misiones que los franciscanos fueron creando en la actual California. El Rey Carlos III lo ascendió a alférez de fragata y el Virrey lo recompensó con 300 pesos de gratificación. Carlos III no era dadivoso y el virrey tampoco, lo que significa que los meritos eran más que suficientes.

En 1773, el Virrey Bucarelli, le encargó una nueva misión. Había que subir más al norte. Habían rumores de que comerciantes rusos se habían establecido en los confines de las tierras imperiales y aunque realmente se está hablando de tierras muy al norte de donde España tenía intereses económicos reales, el rey Carlos III no podía permitir que nadie pusiera en duda que el Océano Pacifico, ya no era “el Lago Español”.

Así pues, nuestro Juan Pérez, se embarcó en una fragata de 225 toneladas y 86 tripulantes, llamado Santiago, para investigar que estaba pasando al norte de California. Llegó hasta la actual frontera entre Canadá y Alaska. El mal tiempo y el escorbuto le obligaron a volver hacia el Sur pero nunca abandonó su misión de investigación y cartografía. El 8 de Agosto, avistó Nootka Sound (en la isla de Vancouver). Fue la primera vez que ojos europeas vieron estas tierras.

Perés escribió un relato del viaje titulado “Extracto del Diario de la Corbeta del rey nombrada Santiago, en su viaje desde el puerto de San Blas de California 1774 al reconocimiento de la costa hasta los 55 grados norte”.

¿Cuál fue el destino final de nuestro humilde héroe? Pues como muchos de nuestra larga saga de exploradores, no tenía bastante con las aventuras y descubrimientos que había realizado y se embarcó de nuevo en 1775 en una expedición de tres naves, esta vez como segundo. La expedición sufrió graves contratiempos e hizo también muchos descubrimientos, que no caben en esta reseña. Baste decir que, enfermó de escorbuto, como la mayoría de la tripulación, el 2 o el 3 de noviembre de 1775, Joan Josep Parés murió en alta mar como consecuencia de la enfermedad y allí mismo fue enterrado. O sea entregado al mar que tanto estimó.

 

a.-   Juan José Pérez Hernández. Dirigió la expedición.

Carlos III, Rey de España. Financió la expedición.

 

b.-   Juan Francisco Bodega y Cuadra, el peruano descubridor de Vancouver

Historia de la Isla de Vancouver

Descubrimiento de la Isla de Vancouver

Biografía de Juan José Pérez Hernández

Exploraciones del mallorquín Joan Perés Hernández

#EspañaEnLaHistoria. 30 de julio de 1789. Malaspina y Bustamante salen de Cádiz hacia el Pacífico

#EspañaEnLaHistoria. 30 de julio de 1789. Malaspina y Bustamante salen de Cádiz hacia el Pacífico

La polémica acerca de la existencia o no de una Ilustración española, más el añadido de una escasamente articulada investigación posterior durante gran parte del siglo XX, ha atendido  a razones más políticas que científicas, provocando un absurdo retraso en la confirmación de la existencia de una sólida Ilustración española surgida en los tiempos de Fernando VI y Carlos III,  de alcance humanista y científico. En tal contexto cabe referirse a la expedición de los capitanes de fragata Alejandro Malaspina y José de Bustamante, conocida como Expedición Malaspina.

A finales de julio de 1789, dos corbetas, financiadas por el Rey de España, Carlos III, zarpan del puerto de Cádiz con rumbo al sur de América. Destino final: dar la vuelta al mundo. Objetivo de la expedición: 100% pacífico. Si. Han leído bien. El objetivo de la expedición no era la conquista de nuevas tierras, el descubrimiento de minas de oro, ni el establecimiento de nuevas poblaciones. Solo obtener información científica sobre el mundo conocido.

Dieciocho años antes, el Capitán Cook había vuelto de su viaje de exploración con datos precisos sobre Nueva Zelanda y Australia. En 1769, el explorador francés Boungainville había desaparecido en el Pacífico en el transcurso de una expedición científica. Era el nuevo espíritu que empujaba a los estados europeos a buscar en los confines de la ciencia, cuando antes se buscaba en los confines de la tierra. Carlos III era un amante de la tecnología y de la ciencia y no dudó mucho en dar apoyo a la empresa española.

Malaspina y Bustamente estaban bien informados sobre las anteriores exploraciones inglesas y francesas, y probablemente admiraban el arrojo de sus predecesores. De hecho, las dos embarcaciones que se utilizaron para el viaje fueron construidas expresamente para este compito, y sus nombres, Atrevida y Descubierta, no eran sino traducción de los nombres de las embarcaciones empleadas por Cook.

Especial cuidado se tuvo en la composición de la tripulación, en la cual había distintas especialidades como Juan Gutiérrez de la Concha, astrónomo: pintores y dibujantes, como el profesor de pintura José del Pozo, los pintores José Guío y Fernando Brambila, el dibujante y cronista Tomás de Suria: el botánico Luis Née; los naturalistas Antonio Pineda y Tadeo Haenke; y grandes marinos como Alcalá Galiano.

Originalmente se había previsto que la expedición diera la vuelta al mundo, pero durante la travesía estalló la guerra entre España y Francia, lo que desaconsejó volver por África. y se tomó el camino, mejor protegido contra ataques de la potencia enemiga, a través del mar de Hoces.

La documentación recogida fue ingente, pues no solo se obtuvieron datos científicos muy relevantes, sino que también se realizaron inspecciones de lo que estaba aconteciendo en las lejanas posesiones del imperio. El resultado fue un abultado informe que fue enviado al nuevo monarca Carlos IV (ya Carlos III había fallecido) con el nombre de “Viaje político-científico alrededor del mundo (1794)”. Entre los documentos presentados había un informe político confidencial, con observaciones críticas de carácter político acerca de las instituciones coloniales españolas. Las críticas eran bastante fuertes, y además se emitían comentarios favorables para la concesión de amplia autonomía a las provincias americanas y del Pacífico.

En paralelo, Malaspina entró en las intrigas políticas con la intención de desbancar a Godoy. Este, tendría muchos defectos pero mantenía un buen sistema policial y lo descubrió. El resultado fue que en noviembre de 1795 fuera acusado por Manuel Godoy de revolucionario y conspirador y condenado a diez años de prisión en el castillo de San Antón de La Coruña. Además, toda la documentación del viaje fue requisada y se prohibió su publicación, y esto sí que fue una verdadera catástrofe científica, ya que numerosos datos ciertamente importantes no vieron la luz hasta más de cien años mas tarde.

Triste final para un excelente marino, científico y organizador. No ocurrió lo mismo a su compañero de viaje, José de Bustamente, que siguió medrando en la administración hasta que murió en 1825, habiendo alcanzado el grado de Teniente General de la Armada Nacional.

A pesar de todo ello, los objetivos de Malaspina se cumplieron, superando con ello los logros de científicos ingleses o franceses. Aunque, todavía hoy, los viajes de Cook, de La Pérouse y de Bougainville,  como menciona Fernández-Armesto, «siguen teniendo el papel predominante en el discurso y en la imaginación de los historiadores».

Sin embargo, ha habido una segunda expedición Malaspina (2010-2011), con la finalidad de estudiar el cambio global y la biodiversidad en el océano. Desde el mes de diciembre de 2010 hasta julio de 2011, más de 400 científicos a bordo de los buques de investigación oceanográfica Hespérides y Sarmiento de Gamboa participaron en la expedición que aunaba la investigación científica con la formación de jóvenes investigadores y el fomento de las ciencias marinas y la cultura científica en la sociedad. Un reconocimiento al legado de la expedición Malaspina.

Fuentes:

Biblioteca Virtual Defensa

Las Corbetas del Rey. El viaje alrededor del mundo de Alejandro Malaspina (1789-1794)

Duarte Quesada, Carlos M. La expedición de circunnavegación Malaspina.

Sagredo Baeza, Rafael; Gonzales Leiva, José Ignacio, La Expedición Malaspina en la Frontera Austral del Imperio Español, Ed. Universitaria, Santiago, Chile
«Malaspina 2010. Crónica de un viaje oceanográfico alrededor del mundo» de Santos Casado y Carlos Duarte.

(Manuel de Francisco y Francisco Gilet)

#EspañaEnLaHistoria. 19 de marzo de 1775. Melilla es liberada del asedio marroquí

#EspañaEnLaHistoria. 19 de marzo de 1775. Melilla es liberada del asedio marroquí

melilla(Del libro “Un día, una historia”, de Jaime Retena, promovido por la Fundación Villacisneros)

Melilla, bajo el mando del mariscal de Campo Don Juan Sherlock, resiste el asedio de Mohamed lll durante 3 meses y medio. Después de una heroica resistencia, los marroquíes se retiran (1775).

Mohammed III reunió un ejército de 40.000 hombres y bombardeó ininterrumpidamente durante cien días los cuatro recintos fortificados que componían la ciudad con más de 12.000 bombas. La intensidad del bombardeo era tal que los melillenses lo bautizaron popularmente como el rosario de Mahoma. Una pequeña guarnición bajo el mando de Florencio Moreno resistió de igual manera al ejército del sultán en el Peñón de Vélez de la Gomera.

Carlos III envió una escuadra de socorro al mando de Francisco Hidalgo de Cisneros, que realizó labores de escolta de convoyes y bombardeo sobre las posiciones de los sitiadores, logrando dispersar las fuerzas enemigas. Sherlock logró romper el cerco y Melilla fue liberada tras más de 100 días de asedio, siendo aún conmemorado como Nuestra Señora de las Victorias.

También, el 19 de marzo de:

  • 1534: Nace San José de Anchieta, misionero jesuita.
  • 1601: Nace en Granada el pintor Alonso Cano.
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