Oct 17, 2018 | Actualidad
Hasta aquí en los dos capítulos anteriores se ha venido destacando la preparación y capacidad de mando de dos de los grandes protagonistas como son su Majestad y el Duque, pero…
¿Qué hay de la tercera persona clave, el Marqués de Santa Cruz, a lo largo de la campaña?
El transporte de las tropas desde Setúbal a Cascáis, el propio desembarco en Cascáis y la cobertura sobre la infantería en el castillo de San Gián de Hueras no habrían sido posibles y probablemente el desenlace de las operaciones hubieran sido muy diferentes.
También es cierto que la oposición encontrada por el Marqués de Santa Cruz fue realmente baja, en parte por el apoyo a la causa de Felipe II por los mandos de la mayoría de las fortalezas en la costa del Algarve por donde la armada navegaba pero también por la ‘capacidad de convicción’ que su propia presencia generaba.
“…Partió el Marqués de Santa Cruz con el armada desde Cáliz para Setúbar, adonde el Duque le estava aguardando para embarcarse, a ocho de julio del dicho año. Y llegó a la barra de Ayamonte a los treze del dicho, y la villa de Castromarin, primer lugar del Algarbe que allí estava, se rindió luego al Marqués, (…) y a los diez y nueve llegó a Faro, y aquel día no se quiso rindir, mas el día siguiente lo hizo. Y dexando allí dada la orden que convenía, se partió y fue a Villanueva de Pórtima, y dos leguas antes que llegasse el armada, la salió a recebir una caravela con banderas de paz, (…) y el Marqués fue de passo dos leguas más adelante y llegó a la ciudad de Lagos, y a segundo día se rindió, (…) Y luego partieron hasta llegar dos leguas del cabo de Sant Vicente, adonde estava una muy gran fortaleza, que llaman Sacres, fuerte y bien artillada; tenía dentro dozientos soldados, los quales se mostraron muy leales a su Magestad, porque en el punto que el armada llegó se entregó al Marqués, (…) Y de allí partió, el Algarbe abaxo, noventa millas, sin dar fondo hasta que llegó a Setúbar…”
[DE ESCOBAR, Antonio – CAPÍTULO XIII]
Debo reconocer que a lo largo de estos tres capítulos me he ido haciendo ‘auto-spoiler’ al ir adelantando que iba a centrarlo en la magistral combinación de fuerzas y armas empleada a lo largo de la campaña, incluso por el anuncio de los próximos episodios que se tratarían.
A estas alturas ya lo mejor es descubrir el contenido de los capítulos restantes que se desarrollarán tras el presente:
Cobertura de la artillería naval a la infantería en el desembarco en Cascáis.
Cobertura de la artillería naval a la infantería en el cerco al castillo de San Gián.
Cobertura de la infantería a la artillería en el cerco al castillo de San Gián.
Bueno… y una licencia que me permitiré como punto final de los relatos, espero que me disculpen.
¡Empecemos!
Nos encontramos con el ejército y la armada atascada en Setúbal, con este escenario hay dos opciones posibles como es subir con todo el ejército a Santarém, el camino más esperable, o dar un giro radical a la táctica más previsible sorprendiendo al enemigo.
El Duque eligió lo segundo, por un lado simula un ataque terrestre hacia Santarém ocultando que el movimiento principal sería embarcar a gran parte de la fuerza en una increíble maniobra superando el estuario del Tajo por mar hasta Cascáis, cerca de Estoril, el principal problema del plan sería elegir un punto de desembarco seguro y lo más cercano posible a Lisboa para no perder la sorpresa y la iniciativa que se había llevado en toda la campaña, este aspecto fue resuelto por uno de los aliados portugueses fieles a Felipe II como era el propio señor de Cascáis, Don Antonio de Castro, que conocedor de aquellas tierras pudo indicar el mejor punto de la costa donde crear, primero, la ‘cabeza de playa por el Capitán Rodrigo de Baldés del Tercio de Nápoles’ y, posteriormente, ejecutar el desembarco con la celeridad imprescindible para el éxito de una operación en la que la sorpresa resultaba esencial. En toda la operación la capacidad de la artillería naval de las galeras españolas resultaría clave en el éxito del desembarco.
“…Visto que don Diego de Meneses pretendía que nuestro exército no saliesse a tierra, se dieron nuestras galeras tan gran priessa a disparar que la cavallería e infantería portuguesa començó a yrse retirando de la marina, porque los balazos les davan en medio de sus esquadrónes, y como llegasse una gran bala y diesse al medio de su cavallería, se entendió desde las galeras que les havía hecho notable daño, porque al punto se juntaron con gran corrida de cavallos a la parte donde havía herido el balazo. Y como ellos vieron que ya yva muy de veras, desde aquel punto començaron a recoger su cavallería e infantería, que havía andado hasta allí atravessando la campaña de una parte a otra, y hizieron alto, embeviendo sus esquadrónes y atalayando lo que en la tierra y mar de nuestra parte passava. El artillería de las galeras no cessava de disparar para que los portugueses no pudiessen llegar a la marina a estorvar que los castellanos dexassen de desembarcar, y luego las galeras començaron a echar esquifes a la mar y a entrar en ellos nuestra infantería, y los del primer esquife que tomaron tierra fueron el Capitán Rodrigo de Baldes, del tercio de Nápoles, con cinquenta mosqueteros, los quales envistieron luego a ganar una serreta alta y redonda, que cerca de la marina estava, y al subir como yvan disparando, mataron dos portugueses de a cavallo y tres de a pie, que yvan huyendo a juntarse en sus esquadrónes, y estos que cayeron avían llegado a reconocer. Y como yvan desembarcando los nuestros, se yvan juntando y subiendo la serreta, en la qual como llegassen a lo alto, començaron a mosquetear y hazerse fuertes en ella porque los portugueses no se la ganassen, que según pareció havía hecho punta la cavallería portuguesa para subirla. Y como vieron que ya los nuestros estavan en lo alto y los que más yvan desembarcando subían con mucha ligereza, dexaron de acometer a ganarla, y en poco espacio la serreta estava llena de nuestra infantería, la qual desde allí descubría toda la campaña, y se devisavan bien claro todas las banderas de los portugueses, ansí las de la cavallería como infantería. Y como los nuestros se diessen gran priessa a desembarcar, yvan formando sus esquadrónes y marchando hazia los contrarios, unos por la marina y otros por la campaña, dándoles caça y mosqueteando, los quales mataron quatro de a cavallo y prendieron dos y los traxeron al Duque. Y como los portugueses vieron que los acometían con gran ímpetu, temieron de manera que dieron en huyda sin querer travar escaramuça con los nuestros, antes corrían con gran furia la buelta de Cascaes, que dos leguas de allí estaba…”.
[DE ESCOBAR, Antonio – CAPÍTULO XIX]
“…A los treynta de julio acabaron de desembarcar antes de mediodía, tan libremente que no uvo quien se lo contradixesse, y se fueron luego hazia donde estava el Duque en la hermita…”
[DE ESCOBAR, Antonio – CAPÍTULO XX]
Con esta magistral operación combinando la capacidad naval y artillera de la Armada española junto con la acometida legendaria de los Tercios se superaba un enorme obstáculo geográfico como representa el cruce del estuario del Tajo a la vez que se sorprende por completo a las fuerzas defensoras de la capital portuguesa.
Con este ‘sin igual golpe de mano’ terminamos la tercera de las entregas, nos quedan dos más.
¡Hasta la próxima semana!
Vicente Medina
BIBLIOGRAFÍA
Relación de la felicíssima jornada… que hizo… don Felippe… en la conquista de Portugal, ed. de Amparo Alpañés Anexos de la Revista Lemir (2004) ISSN 1579-735X
- HistoCast 150 – Álvaro de Bazán y las Islas Terceiras
- GÓMEZ BELTRÁN, Antonio Luis
Islas Terceiras. Batalla Naval de San Miguel, ediciones Salamina
Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
Oct 11, 2018 | Actualidad
La campaña por los derechos dinásticos de Felipe II por Portugal se inició el 13 de junio, pero el desenlace principal se produjo el 25 de agosto en las márgenes del río Alcántara por el control del puente que sobre dicho río da acceso a las puertas de la muralla de Lisboa. Fue el principal enfrentamiento pero ni el único ni el último, ya que las últimas fichas las haría caer Sancho Dávila meses después con la persecución hasta Coímbra y posteriormente con la batalla por Oporto contra el pretendiente al trono portugués Don Antonio, Prior de Crato.
Como ya se ha apuntado las principales acciones de la campaña dirigida por el Duque de Alba supuso la combinación de diferentes armas de forma perfectamente coordinadas, haciendo jugar con máxima eficacia los apoyos entre artillería, caballería e infantería y en momentos decisivos la armada del Marqués de Santa Cruz.
El caso de la batalla de Alcántara es un ejemplo de combinación de las fuerzas navales y terrestres, ejerciéndose la presión en tierra de la infantería en coordinación con el decisivo cierre sobre la infantería portuguesa de la caballería española, pero resultando esencial el bloqueo de la armada portuguesa por parte de la armada española, embotellándola en el estuario del Tajo.
“…a las dos horas antes que amaneciesse, començó a tocar por todos los quarteles de la cavallería una trompetilla sorda para que se armassen y pusiessen a cavallo, siguiendo cada qual su estandarte, y en estando juntos començassen a marchar sobre el real de don Antonio, rey que se dezía ser de Portugal. Yvan en nuestro esquadrón mil y ochocientos cavallos, y faltaron las compañías del Conde de Buendía y Adelantado de Castilla, porque quando el exército havía marchado dos jornadas delante de Hielves, se bolvieron allí con orden de su Magestad para que estuviessen junto a Hielves. Y a la misma hora que havemos dicho començó a marchar la infantería, cada tercio por su parte y todos sin tocar caxas, bien proveýdos de armas y munición en cantidad de diez y ocho mil infantes pocos más, porque los demás que el exército tenía el Duque los havía dexado de presidio en los pueblos y castillos que hasta allí havían sido ganados, y muchos d’ellos que havían muerto de enfermedad, y otros que havían quedado malatos. Y dos tercios de bisoños a la propia hora se embarcaron en las galeras, porque allí eran necessarios. Y la traça de la batalla era que se havía de dar por tres partes: la cavallería sobre la mano derecha del enemigo, y la infantería y artillería a la frente, y por el lado siniestro el Marqués de Sancta Cruz con su armada contra la del enemigo…”
[DE ESCOBAR, Antonio – CAPÍTULO XXXIX]
Llegado a este punto con la estrategia desplegada por Felipe II y la táctica puesta en marcha por el Duque de Alba a este segundo solo le faltaba dar el último ‘Santiago’ a las tropas desplegadas a lo largo del margen del Alcántara y a la flota, presionando por el Tajo sobre la armada portuguesa.
“…nuestra infantería, visto que los contarios havían representado, se fue descubriendo en lo alto del río Alcántara y començaron a darles carga, (…) Y nuestra cavallería estava queda en su puesto, conforme a la orden que tenía, (…) y también porque estava dada orden que quando se diesse el «Sanctiago» para dar assalto la infantería al repecho y trincheras, havía de yr nuestra cavallería dando cerco al enemigo por el costado y envestir con él por allí. Y a este tiempo las dos armadas siempre havían disparado la una contra la otra, haziéndose el daño que podían, aunque no llegaron por entonces a cerrar. (…) Y como durasse la batalla en esta forma hasta las diez del día, se dio orden por mandado del Duque para envestir con la puente de Alcántara, donde estava el tercio de Ytalia, el qual envistió con ella dos vezes, y ambas le dieron tanta priessa los portugueses que le hizieron retirar. Lo qual, visto por el Prior, arrimó al tercio con orden de su padre dos mangas de bisoños, y mándoles envestir tercera vez, y luego ganaron la puente, (…) Y como el Duque vio ganada la puente mandó que los tercios diessen assalto a las trincheras de don Antonio, y luego el tercio de Nápoles començó a subir, y los demás tercios le siguieron. Y el Duque diziendo «Santiago», y «la Magdalena», y «Arremeta la cavallería», la qual con gran furia lo hizo luego, invocando al apóstol Sanctiago y a la Magdalena sobre mano derecha para coger a don Antonio en medio de los nuestros, y allí cerrar. (…) viéronse perdidos y no tuvieron esfuerço para aguardar a que nuestra cavallería llegasse a darles el encuentro. Y desampararon su artillería, la qual hasta allí nunca havía cessado de disparar, y la nuestra lo mismo. Bolvieron la riendas y dieron en huyda, y don Antonio con ellos, malherido, siguiéndolos toda su infantería; y los castellanos diziendo «Victoria, cierra España»…”
[DE ESCOBAR, Antonio – CAPÍTULO XL]
De la batalla poco mas podemos añadir salvo que el desorden de la retirada provocó más número de bajas que el propio combate para los portugueses, viviéndose tristes escenas en el momento del cruce de las puertas de la muralla de Lisboa cuando abrieron fuego los propios defensores contra los civiles y soldados que trataban de alcanzar la seguridad de la ciudad, como nos describe el autor, Antonio de Escobar, y testigo de todos estos hechos:
“…Y como los que estavan en los muros y almenas vieron que los castellanos yvan en el alcance a los suyos por las calles de los arravalles, y que prestro llegarían a las puertas de la ciudad, temieron que se les entrarían por ellas y que en viéndose dentro harían el daño que pudiessen en los de la ciudad y la saquearían. Y como el tropel a las puertas era tan grande de los que yvan entrando, no sabían qué remedio tener para poder cerrarlas, porque no hubiera fuerças humanas que lo pudieran hazer, y tomaron por remedio que los de los muros y almenas arcabuceassen rostro a rostro a los suyos para que se detuviessen y no entrassen en la ciudad, porque huviesse lugar de poder cerrar las puertas, que con dejar fuera seys o siete mil portugueses al perdido remediavan la ciudad. Y por ello usaron de este ardid, de tal manera que no solamente los arcabuceavan, mas arrojávanles mucho número de cantos que quitavan de las almenas y obras muertas que por lo alto de las puertas y muros havía, y este remedio les aprovechó. De manera que aunque mataron alguna gente de los suyos, fueron parte para que se pudiessen cerrar las puertas, y los que no pudieron entrar, como se vieron sin remedio, acudieron a la marina a los que sabían nadar, y arrojáronse a la mar guiando hazia su armada que cerca de allí estava, en la qual muchos se salvaron, y otros se ahogaron antes que llegassen a ella. Y los que no sabían nadar dieron la buelta alrededor de la ciudad, por el otro lado a la parte de tierra. Y los nuestros los siguieron hasta que passaron gran trecho de la otra parte, donde derribaron muchos, y se bolvieron, porque tenían orden de no passar adelante (…) Tardaron tres días los de la ciudad en enterrar los muertos. Y halláronse muchas mugeres muertas por las calles de los arravales y cerca de las puertas de la ciudad, y algunas con sus niños en los braços muertos, que como yvan huyendo a valerse en la ciudad y era tan grande el tropel de los portugueses, entre ellos caýan y se ahogavan sin poderse valer, y sus criaturas con ellas…”
[DE ESCOBAR, Antonio – CAPÍTULO XL]
Triste, muy triste el desenlace final de la batalla por Lisboa.
Con este final damos por terminada la segunda de las entregas.
¡Vamos a por la tercera!
Vicente Medina
BIBLIOGRAFÍA
Relación de la felicíssima jornada… que hizo… don Felippe… en la conquista de Portugal, ed. de Amparo Alpañés Anexos de la Revista Lemir (2004) ISSN 1579-735X
- HistoCast 150 – Álvaro de Bazán y las Islas Terceiras
- GÓMEZ BELTRÁN, Antonio Luis
Islas Terceiras. Batalla Naval de San Miguel, ediciones Salamina
Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
Oct 5, 2018 | Actualidad
¿Qué más había ocurrido en el Mediterráneo?
Pues unas cuantas cosas bastantes importantes, de todas ellas destacamos las siguientes:
- Derrota española en ‘Los Gelves’, isla a la entrada de Túnez. Punto estratégico y foco continuo de conflictos entre españoles, argelinos y otomanos.
- Victoria española en ‘el Peñol de Vélez de la Gomera’. Base clave para el corso berberisco.
- Sitio de Malta de 1565. Acción por la que Solimán ‘el Magnífico’ quiso dar un golpe definitivo a la cristiandad haciéndose con un enclave esencial para el dominio del Mediterráneo, desde Malta se podría amenazar primero a Sicilia y desde allí ‘ejecutar’ la invasión de toda Italia.
Con este ‘terrorífico’ escenario podemos hacernos un par de nuevas preguntas.
¿Habría fracasado la Revuelta Morisca en las Alpujarras si el Imperio Otomano hubiese tenido el control de Argel, Túnez y Malta?
¿La revuelta de las Alpujarras, como algún autor apunta, habría sido el principio de la Reconquista Musulmana de la Península Ibérica?
Las respuestas nunca se podrán conocer pero desde luego la presión tanto sobre España como sobre Italia habría sido imposible de soportar, debemos recordar que por el Este de Europa los otomanos se encontraban a las puertas de Viena.
Pero a pesar de todo esto, la clave que forzó la unión de las potencias europeas fue el ataque de las fuerzas del sultán Selim II sobre la posesión veneciana de Chipre, ante esta acción la potencia marítima y comercial de Venecia solicitó el apoyo del resto de los reinos cristianos.
Esta petición fue inmediatamente apoyada por el Papa Pío V ya que observaba la creciente amenaza otomana sobre la Península Italiana pero debía convencer al Rey de España de la importancia de tan épica empresa, ni Venecia ni España ni mucho menos las galeras Papales solas serían capaces de enfrentarse al inmenso poder del turco.
Después de largas negociaciones entre los embajadores de los tres países finalmente se cierra la creación de la Liga Santa en 1570, en este punto volvemos a hacer una parada para recordar que ya se había creado una anterior Liga Santa con la misma finalidad de detener el empuje otomano que terminó con la derrota cristiana en la Batalla de Préveza en 1538 contra la flota otomana.
Recuperamos nuestra historia recordando que el Papa trató de extender el acuerdo al resto de los reinos pero sin éxito, Austria tenía un frente terrestre permanentemente abierto, Francia estaba más interesada en destruir el Imperio Español que el Imperio Otomano y Portugal estaba enfrentado con Venecia ya que la Serenísima República de Venecia se enfrentaba al turco en el Mediterráneo pero apoyaba el ataque a los barcos portugueses por los corsarios en el Índico.
La primera acción acordada por la nueva Liga Santa fue reunir a la flota cristiana en 1570 en la isla de Creta, isla bajo protección de Venecia, en esta ocasión la flota española iba mandada por Juan Andrea Doria con orden de ponerse bajo el mando papal de Marco Antonio Colonna. Por el desacuerdo entre los mandos de las tres naciones y la baja dotación de la armada veneciana en el año 1570 no se ejecutó ninguna operación decidiendo Doria regresar a Sicilia.
Al año siguiente, 1571, con la lección aprendida por el Rey Felipe II tras el desacuerdo entre los mandos que llevó años atrás a la derrota en Préveza y a la parálisis de la flota el año anterior en Creta impuso como regla mantener un único mando que recayese en Don Juan de Austria como ‘general en jefe’ aunque las decisiones se debían tomar en Consejo, algo habitual, entre los representantes de cada flota por la veneciana Sebastián Veniero sustituido posteriormente por Agustino Barbariego, por la flota pontificia Marco Antonio Colonna y por la española el propio Don Juan de Austria.
Así se decide concentrar la flota de las naciones participante en el puerto de Mesina:
“…descomponiéndose en 90 galeras, 24 naves 50 fragatas bergantines a sueldo del Rey católico ‘; 12 galeras y seis fragatas del Papa; 106 galeras, seis galeazas, dos naves y 20 fragatas venecianas…”
“Las galeras de España se dividen entre la Escuadra de España, Nápoles, Sicilia, Andrea Doria, Pedro Bautista Lomelin, Juan Ambrosio Negrón, Jorge Grimaldi, Estéfano de Mari, Bendinello Sauli, Malta, Génova y Savoya”
[Fernández Duro, Cesáreo. Historia de la Armada Española desde la Unión de los Reinos de Castilla y de Aragón]
En la inspección general realizada por Don Juan nuevamente se puso de manifiesto, como ya ocurrió el año anterior, la deficiente dotación en hombres y armas de las galeras venecianas por lo que se decide, gracias a la capacidad de negociación de Colonna, que 4000 soldados y 500 arcabuceros españoles, principalmente italianos de Los Tercios, se distribuyan entre las galeras de Venecia dando un total aproximado de 200 soldados por cada galera a excepción de las capitanas de las tres naciones que embarcaban no menos de 500 en cada una de ellas.
Como todavía queda bastante por saber, este fin de semana la tercera parte de esta magnífica aventura.
Vicente Medina
Oct 4, 2018 | Actualidad
Para entender Lepanto es importante verlo en un contexto más general, ya que lo habitual es que se nos cuente la Historia como ‘fogonazos’ que mas que aclarar nos genera mayor confusión.
Pero…
¡Empecemos!
¿Cómo se llegó a Lepanto?
¿Quiénes y por qué participaron?
Para responder debemos remontarnos en el pasado y hacer un breve barrido por algunos hechos históricos ‘olvidados’, aunque a todos ustedes les sorprenda debemos volvernos hasta la Reconquista de la Península Ibérica por los reinos cristianos y en especial a la derrota final del Reino Nazarí el 2 de enero de 1492, en ese momento se produce la retirada de gran parte de los moriscos a los reinos del norte de África del actual Marruecos y Argel, aunque en gran número permanecerían integrados dentro de los reinos cristianos.
Si hacemos caso a lo que se nos cuentan en la escuela aquí terminó todo, pero no fue ni mucho menos así, realmente lo que ocurrió es que en lugar de eliminarse de España el conflicto en realidad lo que se ocurrió es que se dividió en dos frentes durante todo el siglo XVI y principios del XVII al formarse dos, uno en el interior de los reinos españoles y otro en sus costas alimentado desde la costa norte africana.
Dentro de la península continuaron los conflictos que a continuación debemos recordar, como fueron la Revuelta de las Alpujarras de 1501, la de los moriscos de Valencia de 1525 y la más importante que amenazó con extenderse tanto al Reino de Castilla como al de Aragón de 1568 comandada por Abén Humeya u Omeya (con el nombre cristiano Fernando de Córdoba y Válor) y Farax Aben Farax (de la tribu de los abencerrajes) que duraría hasta 1570 llegando a concentrar un ejército morisco de más de 20.000 soldados apoyados desde el norte de África por Argel, para sofocar este levantamiento dos de nuestros protagonistas, Felipe II y Don Juan de Austria, debieron poner toda ‘la carne en el asador’. Se dice que este levantamiento marco de forma importante al monarca.
Fuera de nuestra fronteras los conflicto tampoco iban a mejorar, los ataques berberiscos se extendían por las costas de la Corona Española tanto en la Península como en el resto de los reinos de la Corona en Italia pero afectando muy en especial tanto a la costas levantinas de España como a las plazas fuertes del norte de África, plazas que se defendían desde 1509 cuando, probablemente, Fernando El Católico alcanzó la mayor extensión de las posesiones españolas en el Mediterráneo.
Si damos un salto en el tiempo conviene recordar que a pesar de la histórica victoria de Lepanto del 7 de octubre de 1571 la presión de la piratería berberisca no finalizaría hasta el reinado de Carlos III con el Tratado de Aranjuez de 1780 firmado con el sultán Mohammed III de Marruecos y posteriormente con la paz alcanzada, gracias en gran medida al buen trabajo realizado por la continua presión del teniente general Antonio Barceló, con el Dey de Argel en 1785 a cuyo acuerdo de paz, posteriormente, se le uniría Túnez.
Con la paz alcanzada por fin, después de casi 300 años desde aquel lejano 1492, llegó el desarrollo económico y el crecimiento de la población a las costas del levante español.
¡Pero volvamos al siglo XVII!
Aunque el Levantamiento Morisco de las Alpujarras se desarrolló entre 1568 y 1570, su expulsión definitiva no se realizaría hasta el reinado de Felipe III debido a los cada vez más alarmantes rumores de negociaciones para un nuevo levantamiento morisco, en esta ocasión con el apoyo desde el exterior por parte del Rey de Francia.
Como lo que hay que contar todavía es extenso, mañana la segunda parte.
¡Les esperamos!
Vicente Medina
Oct 3, 2018 | Actualidad
Buscando curiosidades sobre las que leer, y escribir, relativas a la más que amplísima Historia de España, me encontré con un periodo de nuestra Historia del que poco se habla o cuando se habla se hace muy por encima como ‘algo’ poco destacable, pero…
¿Poco destacable ganar un imperio?
¿Poco destacable crear la base del dominio naval en el Atlántico?
Me estoy refiriendo a la Guerra de Sucesión portuguesa, en la que nuestro rey Felipe II hizo prevalecer sus derechos al trono de Portugal proclamándose como Felipe I de Portugal y unificando los dos mayores imperios occidentales del siglo XVI.
Rebuscando es ‘relativamente fácil’ encontrar información sobre la empresa por las Islas Terceiras y más concretamente por la batalla por la Isla de San Miguel de 1582.
¿Pero solo ocurrió esa batalla?
¿Todo se resolvió con un enfrentamiento naval?
La Guerra de Sucesión se desarrolló desde 1580 hasta 1583, evidentemente la importancia de las operaciones navales fueron claves pero…
¿Fueron solo operaciones navales?
¡Ni mucho menos!
Todo se iniciaría con la jornada de Portugal diseñada por Felipe II en la que puso sobre el tablero de juego lo mejor de todo lo que disponía. El diseño fue desde un inicio una combinación de fuerzas tanto navales como terrestres, de la combinación de fuerzas y armas va la mayor parte del artículo.
Por la parte terrestre puso al mejor de sus generales: al Gran Duque de Alba, Don Fernando Álvarez de Toledo, capitán general de las operaciones tanto navales como terrestres. Y con el Duque lo ‘mejorcito’ de los Tercios.
“…E yva el tercio de Nápoles, y en él por maestre de Campo, don Pero Gonçález de Mendoça de la Cruz, grande hijo del Marqués de Mondéjar; y el tercio de Lombardía, y por maestre de campo don Pedro de Sotomayor; y el tercio de ytalianos, y por general d’él don Pedro de Médicis, hermano del Duque de Florencia; y en este tercio havía tres Coroneles, cada uno d’ellos por su tercia parte, en la una d’ellas Vicencio Garrafa, Prior de Ungría de la Cruz grande, y del otro Próspero Colona, y del otro Carlos Pinelo, en el qual yvan muchos ventureros. También yva el tercio de los alemanes tudescos, y por Coronel el Conde Gerónymo Ladrón, y siete tercios de bisoños, y en ellos por maestres de Campo don Gabriel Niño, don Martín Dargote, don Luys Henrríquez, Pedro de Ayala, Antonio Moreno, don Diego de Córdova, don Rodrigo Çapata…”
[DE ESCOBAR, Antonio – CAPÍTULO I]
Pero por ‘la Mar’ tampoco dejó la cosa huérfana, también por esta parte el rey Felipe II jugó a la carta más alta poniendo sobre el tapete al mejor de sus almirantes como general de toda la armada: al Marqués de Santa Cruz, Don Álvaro de Bazán. héroe de Lepanto y de tantos otros combates. Tampoco al Marqués se le envió manco al combate.
“…Traýa el Marqués de Santa Cruz en el armada sesenta y quatro galeras reales y veynte y una nao de alto borde, sesenta y tres chalupas, nueve fragatas para descubrir. Venía por Vehedor general en esta armada Luys de Barrientos; yva por general de veynte galeras del reyno de Nápoles don Juan de Cardona, y por general de diez galeras de Sicilia don Alonso de Leyua, y treynta y quatro de España por el Marqués de Santa Cruz, y él mismo por general de toda el armada, y en ella Andrés Dalba por proveedor general; venía por general de las naos y chalupas don Rodrigo de Benavides, cuñado del marqués de Santa Cruz…”
[DE ESCOBAR, Antonio – CAPÍTULO I]
En el conjunto de toda la Guerra de Sucesión hay dos hechos de armas claves para el éxito de toda la contienda, aunque ni mucho menos fueron los únicos que acontecieron:
- La Batalla de la Isla de San Miguel por conseguir las Islas Terceiras, victoria que le dio a España el control del tráfico marítimo atlántico durante casi tres siglos, pudiendo convertirse en un imperio a nivel mundial.
- La Batalla de Alcántara a las puertas de Lisboa, que incorporó un nuevo reino a los Reyes de España, cumpliéndose el sueño de los Reyes Católicos de unificación de todos los reinos ibéricos bajo una misma corona.
Las principales operaciones ‘terrestres’ se desarrollaron en poco más de dos meses de ‘guerra relámpago’. En este momento podemos recordar que la Alemania Nazi se hizo con Polonia con unos medios y tecnologías infinitamente superiores en poco más de un mes dando inicio a la Segunda Guerra Mundial, ejecutando con precisión y disciplina la táctica desarrollada por el Duque desde la entrada de su Majestad por la raya entre Portugal y Castilla frente a Badajoz el 13 de junio de 1580.
“…Estando las cosas de la guerra en este punto, fue su Magestad a la ciudad de Badajoz, que está una legua de la raya que divide a Portugal con Castilla, donde llevó consigo a la Reyna doña Ana señora nuestra, su muger, hija del Emperador Maximiliano, Rey de Bohemia, y de la Emperatriz doña María, su hermana, y al Príncipe don Diego, su universal heredero, y a las Infantas sus hijas doña Isabel Eugenia de Austria y doña Catalina, hijas de la Reyna doña Isabel, que fue hija del Rey Henrrique de Francia, y al Cardenal don Alberto, hijo del Emperador Maximiliano. Y a los treze de junio de aquel año tenía su Magestad plantado su real a la vista de Hielbes, primera ciudad del reyno de Portugal, en la deesa de Cantillana, ribera del río Gébora. Este día vinieron su Magestad y la Reyna, Príncipe e Infantas desde Badajoz al Real, que una legua de allí estava, con toda su Corte para ver entrar el exército, y puestos en una enrramada començó por buena orden de mañana a entrar en el campo la gente de guerra que se avía juntado por delante de sus Magestades…”
[DE ESCOBAR, Antonio – CAPÍTULO II]
Aquí hacemos la primera parada, pero solo hemos empezado en una semana la segunda de las entregas con la Batalla de Alcántara por Lisboa, pero ahí no pararemos ya que todavía quedarán mas aventuras heroicas por conocer.
Vicente Medina
BIBLIOGRAFÍA
Relación de la felicíssima jornada… que hizo… don Felippe… en la conquista de Portugal, ed. de Amparo Alpañés Anexos de la Revista Lemir (2004) ISSN 1579-735X
- HistoCast 150 – Álvaro de Bazán y las Islas Terceiras
- GÓMEZ BELTRÁN, Antonio Luis
Islas Terceiras. Batalla Naval de San Miguel, ediciones Salamina
Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes