Ago 29, 2018 | Actualidad
Si recordamos el final de la anterior entrega, nos habíamos quedado con la elección por votación como jefe al mano de la expedición de Hernando de la Torre, bajo cuyo mando a comienzos de 1528 lograron finalizar la construcción de una fusta (embarcación estrecha, ligera y rápida, de poco calado, impulsada por remos y vela, en esencia, una pequeña galera) por parte de los castellanos.
“Concluyeron los castellanos la fusta que hacían en Gilolo, y la llevaron á Tidori el 18 de Enero de 1528, era de 17 bancos ; hicieron capitán de ella á Alonso de los Ríos , y á Andrés de Urdaneta lo nombraron tesorero de la mar «.
[FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, p. 88]
Con la construcción de esta nave ahora los castellanos ya disponían de los elementos necesarios para poder mantener un enfrentamiento ‘algo más equilibrado’ con la poderosa flota portuguesa.
“Hernando de la Torre mandó armar la fusta, que con su capitán Alonso de los Ríos y treinta y cinco hombres se colocó entre Mare y Tidori. Los castellanos armados y con buen ánimo, y los portugueses en una galera, empezaron á jugar la artillería: los primeros abordaron tres veces á los portugueses sin poderles entrar, hasta que al fin lo consiguieron, sin embargo de que los portugueses tenían muchos y bien armados escopeteros, y peleaban reciamente; pero á la hora se rindieron.
La fusta de los castellanos llevaba por la proa un pedrero de bronce muy bueno, dos sacres de bronce, dos falconetes de fierro, un verso de bronce que antes habían tomado á los portugueses, y dos arcabuces por la popa; y la galera de los portugueses tenia por la proa un cañón pedrero, una media culebrina y un sabage grande, que todos eran tiros gruesos, y además tres falcones grandes y catorce versos, que suman veinte tiros, cuya artillería era de bronce, á excepción de dos tiros gruesos de fierro. Se tomó también en dicha galera alguna pólvora, pelotas, escopetas y armaduras para el cuerpo.
De las castellanos hubo cuatro muertos y ocho heridos: de los portugueses ocho muertos, entre ellos el capitán de la galera Hernando de Baldaya; cinco se echaron al mar, que uno era el piloto; diez salieron muy mal heridos; fuerón prisioneros diez sanos, y ocho esclavos que bogaban.
Cuando entraron los castellanos en la galera portuguesa, el marinero Juan Grego de la castellana, se fue á popa, donde halló un cofre que hizo pedazos, encontró en él una taza y tres cucharas de plata, ciertos paños de rescates, con otras cosas, y entre ellas un papel que lo tomó en la mano Diego de Ayala, y contenía las palabras siguientes:
“Fernando de Baldayan, si tomardes los castellanos y la galera, no dejéis ninguno de ellos vivo, porque vienen á tomar y levantar las tierras del Rey nuestro Señor de Portugal, y envolvedlos en una vela de la galera, y echadlos en medio de la canal de la mar, porque no quede ninguno de ellos vivo, ni haya quien vaya á decir á Castilla lo que pasa en esta tierra. Lo cual haced so pena de muerte y perdimiento de vuestros bienes.” Cuyo papel estaba firmado de D. Jorge de Meneses, y lo tomó el capitán Hernando de la Torre para guardarlo».
[FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, pp 115-116]
En contra de lo que se pudiera pensar, el resultado del enfrentamiento no generó una situación estable ni mucho menos definitiva; el combate fue solo un punto y seguido en el conflicto, que no se detuvo sino que muy al contrario después de esta victoria la guerra entre los reinos en lugar de decrecer se extendió a otras islas cercanas.
Pero la situación de unas y otras fuerzas eran radicalmente diferentes, frente a la imposibilidad de cubrir los medios y hombres perdidos por parte de los castellanos el abastecimiento de equipos y hombres era creciente hacia los portugueses.
A pesar de las victorias, el desgaste y la imposibilidad de reponer las bajas que se sufrían convertían cada vez en más insostenible la posición castellana.
¡El desenlace en 7 días!
Vicente Medina
BIBLIOGRAFÍA
PARES, Portal de Archivos Españoles:
Tratado de Alcáçovas, 1479
Tratado de Tordesilllas, 1494
Tratado de Zaragoza, 1529
FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Martín,
“Colección de los Viajes y Descubrimientos que hicieron por Mar los Españoles: Segundo Viaje al Maluco, El del Comendador Fr. García de Loaisa”
Ago 22, 2018 | Actualidad

En la primera de esta reducida serie de entregas nos habíamos quedado con ‘el cuadro’ encontrado por el capitán Álvaro de Saavedra a su llegada a las Molucas, pero para tratar de entender la situación debemos remontarnos a mucho antes en el tiempo.
¡Si nos vamos al principio de todo!
Los conflictos ya se iniciaron con la presencia de Magallanes y Elcano pero ‘las hostilidades’ no comenzaron por completo hasta la llegada del segundo viaja a las Molucas, el encabezado por Loaisa y por Elcano, aunque ninguno de ellos llegó a su objetivo haciéndose con el mando de la expedición Martín Iñiguez a la muerte de ambos.
Nada más llegar la nao Victoria con los supervivientes de la flota de Loaisa a las islas Molucas, en noviembre de 1526 fueron recibidos por el rey de la isla principal, Gilolo (o Jailolo, la actual Halmahera), el cual al conocer que no eran portugueses sino castellanos de inmediato pidió alianza con el Emperador con el objeto de frenar el avance portugués en las islas.
La primera de las acciones militares de los nuevos aliados se produjo con la defensa de la vecina isla de Tidori (actual Tidore), que estaba siendo atacada por los aliados de los portugueses, tras su defensa finalmente allí es donde en enero de 1527 se asentaron las fuerzas castellanas.
“Los de la nao inmediatamente empezaron á hacer en la isla tres baluartes de piedra, tierra y madera para poder defenderse de los portugueses á lo que ayudaban todos los indios hasta las mugeres, y el día siguiente pusieran, en tierra parte de la artillería, todas las mercaderías y cosas que había abordo, con la mitad de la gente de la nao, pues recelosos de que irían los portugueses á echarla á pique, procuraron hacerse fuertes en tierra y abordo lo mejor que pudieron. La nao llegó al Maluco con 105 individuos, habiendo fallecido cesa de 40 hombres desde el estrecho de Magallanes hasta aquellas islas”
[FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, p. 65]
Se establecieron justo en frente de la isla de Terrenate (actual Ternate) donde los portugueses disponían de una importante fortaleza.
“Los indios de este pueblo eran vasallos del Rey de Tidori, y tanto ellos como el gobernador del lugar, que fue abordo y se llamaba Bubacar, luego que vieron qué eran castellanos, los recibieron con mucho placer. Allí encontraron un esclavo de los portugueses que estaba huido; hablaba bien el portugués, y les dijo que se hallaban portugueses en Maluco, que tenían una fortaleza de cal y canto en la isla de Terrenate, y que muy pocos días antes de la llegada de la nao habían destruido al Rey de Tidori, el cual siempre tuvo guerra con los portugueses, porque las dos naos de Juan Sebastián de Elcano y de Gonzalo Gómez de Espinosa se habían cargado de clavo en su isla».
[FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, pp 57-58]
Entre enfrentamientos entre las flotas y ataques a las fortalezas transcurrieron los años 1526 y 1527 hasta que en una de los intentos de tregua entre las fuerzas de ambos reinos los portugueses envenenaron a Martín Iñiguez, muriendo el 11 de julio de 1527 y siendo sustituido mediante votación de los castellanos por Hernando de la Torre,
Como podemos ver ‘la cosa no iba ni mucho menos a mejor’.
¡Les espero en la siguiente entrega!
Vicente Medina
BIBLIOGRAFÍA
PARES, Portal de Archivos Españoles:
Tratado de Alcáçovas, 1479
Tratado de Tordesilllas, 1494
Tratado de Zaragoza, 1529
FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Martín,
“Colección de los Viajes y Descubrimientos que hicieron por Mar los Españoles: Segundo Viaje al Maluco, El del Comendador Fr. García de Loaisa”
Ago 15, 2018 | Actualidad
Corría el año 1528 de una época en la que a los españoles se nos hacía pequeño el mundo conocido y abundaban las ganas de descubrir y ampliar las tierras conocidas. En esa época mandaban en el mundo occidental dos imperios ibéricos: el encabezado por el Rey de Portugal y el dirigido por el Emperador Carlos V.
Entre ambos reinos existía una inmejorable convivencia conseguida con la aplicación de sucesivos acuerdos. En primer lugar el Tratado de Alcáçovas de 1479, con el que las monarquías ibéricas pactaron un primer reparto atlántico. Y posteriormente por el Tratado de Tordesillas de 1494 por el que fijan un reparto global entre las coronas de Castilla y Portugal.
Pero el viaje de Magallanes y la comprobación de la ‘redondez’ de la Tierra por parte de Elcano lo cambia todo, si hay un meridiano en occidente es obligatorio que haya otro meridiano en oriente que debe trazar una nueva frontera entre ambos reinos.
Con este escenario a nivel mundial llega a las islas Molucas la nao Florida al mando de Álvaro de Saavedra que meses antes había partido desde Nueva España siguiendo órdenes del propio Hernán Cortés, ni él ni nadie en ambos reinos se podría imaginar lo que allí estaba pasando.
“El día 4 de Mayo dieron alarma en Tidori, y luego el gobernador Quichil Rendo y caballeros de la ciudad fueron á decirle al capitán de los castellanos de parte del Rey, que muchos paraoles de Terrenate iban sobre el pueblo de Zoconora, y que lo quemarían, pues sabían que no tenia gente, por lo que en nombre del Emperador y de su Rey le pedían favor con la fusta, por tener pocos paraoles para oponerse á los que venían de Terrenate. Fue también al puerto de Tidori Hernando de Baldaya de capitán de una galera bien armada, donde iban cuarenta portugueses, y escribió una carta á Hernando de la Torre, desafiándolo para que saliese con la galera que tenia y cuarenta españoles, que era igual número que ellos».
[FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, p. 115]
Lo que allí estaba ocurriendo era una guerra abierta entre los diferentes reinos de las Molucas, unos como aliados del Rey de Portugal y otros aliados del Emperador, guerra que se desarrollaba en la frontera oriental del Tratado de Tordesillas.
Pero ¿cómo se había llegado a esta situación?
Como contestar no va a ser nada corto, la respuesta en una semana, ¡les espero!
Vicente Medina
BIBLIOGRAFÍA
PARES, Portal de Archivos Españoles:
Tratado de Alcáçovas, 1479
Tratado de Tordesilllas, 1494
Tratado de Zaragoza, 1529
FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Martín,
“Colección de los Viajes y Descubrimientos que hicieron por Mar los Españoles: Segundo Viaje al Maluco, El del Comendador Fr. García de Loaisa”
Mar 18, 2018 | Actualidad

Este barco de fabricación portuguesa y estructura rocosa sirvió en numerosas batallas a la corona española, logró sus mayores glorias en las costas de las Azores y llegó a sobrevivir el descalabro de la Armada Invencible.
El galeón fue el barco por antonomasia de la Armada española, al menos durante los años del comercio con América, cometido para el que nacieron.
Aunque se tiene por un invento típicamente español, lo cierto es que existen referencias en Italia de un barco llamado ‘galeone’ a finales del siglo XV y también hay evidencias de ‘galions’ franceses mandados construir por el monarca Francisco I.
Los galeones españoles fueron diseñados en el siglo XVI y por su gran tamaño y poder destructivo, eran igualmente utilizados para el comercio transoceánico y la guerra. La idea era construir un barco con gran capacidad de carga que aunase un casco resistente y la máxima maniobrabilidad, capaz de realizar largas travesías.
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Fuera o no un invento nacional, el galeón español, distinto de los extranjeros, fue el mejor ejemplar que surcó los mares en los siglos XVI y XVII. Las hazañas protagonizadas por algunos de estos barcos y por los avezados marinos que los dirigían son incontables.
Una de ellas, curiosa y legendaria entre todas las demás, es la del galeón San Martín.
Construido en los astilleros portugueses, el galeón San Martín pasó a manos españolas en 1580, cuando el rey Felipe II hizo valer sus derechos dinásticos sobre el país luso tras la muerte de Sebastián I.
La primera referencia que tenemos de él, con su casco de siete forros y sus 50 piezas de artillería es de 1574, frente a las costas de Marruecos, en aquella operación infructuosa que pretendía derrocar al sultán.
A bordo del San Martín, la nave capitana, iba el rey portugués Sebastián I, que tendría que regresar a Lisboa sin su botín y por poco también sin la vida, pues al barco le sorprendió un temporal que no lo hundió de milagro.
El barco participaría también en la batalla de Alcazarquivir, conocida como la de los tres sultanes y donde morirían todos ellos, el rey portugués Sebastián y los dos aspirantes marroquíes.
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En lo que respecta a nuestro barco, el galeón San Martín pasó a formar parte de la Armada española justo después de enfrentarse a ella durante la defensa de Lisboa.
Su primer servicio a la corona española fue precisamente frente a las fuerzas rebeldes portuguesas, (…) Álvaro de Bazán fue el almirante encargado de comandar la flota española desde el galeón San Martín, (…)
Así se produjo el combate naval de las Islas Terceras, donde Bazán hizo frente al almirante francés Strozzi – aliados del portugués por oposición a España – con dos galeones, el San Martín y el San Mateo, 15 naos y 8 urcas flamencas, tripuladas por 4.500 infantes y artilleros. Otras 20 naos y 12 galeras aguardaban en Cádiz pero Bazán no quiso demorar el combate y partió sin ellas, pese a que Strozzi contaba con 60 buques de guerra para hacerle frente y 7.000 soldados embarcados.
El 24 de julio de 1582 empezaron las hostilidades, aprovechando la flota francesa un barlovento que no le sirvió sin embargo para hacer mucha sangre. El 26 retomaron el combate, esta vez en una lucha de poder a poder. Bazán avanzaba en hilera con sus barcos más poderosos en punta pero incluso la retaguardia tenía orden de acudir allí donde hubiera combate.
El San Mateo iba en vanguardia y era acosado por los franceses al comienzo de la batalla pero logró aguantar a duras penas hasta que el San Martín llegó en su auxilio con otros siete barcos.
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La Armada Invencible
El galeón San Martín fue también la nave capitana de aquella conquista imposible, preparada a conciencia pero que no había nacido para luchar contra los elementos. El San Martín, al menos, regresaría para contarlo, lo que no pudieron hacer muchos otros.
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Bazán tenía a su disposición 130 buques que armaban 2.431 cañones y más de 25.000 tripulantes en lo que era la mayor flota reunida hasta el momento, pero falleció antes de que partiera hacia Inglaterra. Fue sustituido por Alfonso Pérez de Guzmán, duque de Medina Sidonia, hombre de gran autoridad y valía pero mucho menos avezado en la guerra naval.
El 31 de julio entabló combate por primera vez el San Martín ante la flota inglesa, que ya había salido del puerto y se desplegaba frente a los españoles. En dos hábiles maniobras, Drake tomó barlovento y atacó la retaguardia mientras Howard daba un rodeo y entraba por el centro de la formación española, que a pesar de la jugada repelió bien el ataque.
El duque estuvo desafortunado en el mando, quizás mal aconsejado por sus lugartenientes. Sus improvisaciones sobre el plan inicial terminaban siempre con pérdidas y en una de ellas, acudiendo en auxilio del galeón San Juan, abrió la formación y dejó solo al San Martín, buque insignia de los españoles que fue rápidamente acosado por un atento almirante Howard, que lanzó sobre él a los mejores navíos ingleses.
El galeón español no rehuyó el combate, sino que sujetó la marcha para aguardar la llegada de los ingleses, que se cruzaron con él en fila de a uno. El San Martín respondió con bravura y si los primeros barcos pasaban a tiro de mosquete los últimos, persuadidos por su potencia de tiro, lo hacían desde distancias considerables. Tras 120 cañonazos disparados y más de 500 recibidos, de los que unos 50 hicieron blanco, el San Martín recibió el auxilio de su flota y dio por finalizado el combate con dos bajas y una vía de agua que fue reparada por los buzos con planchas de plomo.
El día 4 regresó el galeón a primera línea enfrentándose de nuevo a Howard y su Ark Royal, según las crónicas a menos de veinte pasos el uno del otro, aunque el cruce de fuego entre ambos fue pronto auxiliado por otros galeones que prolongaron la escaramuza durante toda la jornada con un resultado de dos bajas para el San Martín.
La noche del día 7 fue la famosa jornada de los brulotes, barcos incendiarios arrojados como misiles contra formaciones compactas para separarlas y atacarlas después, una estrategia que resultó tremendamente exitosa para los ingleses pese al sacrificio de ocho barcos.
El San Martín no participó en aquella acción porque había fondeado en Calais a la espera de acontecimientos, pero sí lo hizo en la batalla posterior de las Gravelinas, donde los ingleses derrotaron a la dispersa flota española que ya se batía en retirada.
El San Martín fue hostigado duramente, rodeado por cuatro barcos que le causaron graves daños y fue un auténtico milagro que no lo hundieran allí mismo, si bien ninguno de ellos marchó indemne. El galeón se defendió valerosamente ganando fama de indestructible e incluso auxilió a otros barcos en los días siguientes, que no fueron sino la confirmación del desastre de la Gran Armada, que vagaba sin rumbo por el Canal de la Mancha presa de los ataques ingleses.
Los que regresaron con vida, entre ellos el rocoso galeón – más maltrecho de lo que nunca estuvo – tuvieron que rodear las islas y regresar por Escocia e Irlanda, navegando por rutas desconocidas y expuestos a múltiples penalidades que esquilmaron los restos de la flota.
El San Martin regresó a España el 21 de septiembre de 1588, tocando puerto en Santander, con el duque de Medina Sidonia a bordo, exhausto y derrotado.
El San Martín fue reparado y aún salió en julio del año siguiente para proteger a la flota española que se había enfrentado a Drake en Galicia, donde el pirata, que venía a devolvernos la invasión, sufrió un descalabro.
En cualquier caso, sus mejores días habían pasado ya.
La última acción de mérito del incombustible galeón fue apresar al buque Revenge, uno de los más importantes de la flota inglesa que había acudido a hostigar a los españoles en las Azores, aquellas aguas donde el San Martín había vivido sus mejores glorias.
En 1592 fue devuelto a la corona portuguesa y un año después sería desguazado por viejo, un final un tanto gris para un barco que habría merecido otros honores pero que pagó con la indiferencia el haber alcanzado sus mayores glorias ondeando el pabellón español.
Fuente: teinteresa.es España
http://www.teinteresa.es/espana/gran-aventura-galeon-San-Martin_0_1093092277.html
Mar 3, 2018 | Actualidad
(Del libro “Un día, una historia”, de Jaime Retena, promovido por la Fundación Villacisneros)
Ceuta, que había sido conquistada por el rey portugués Enrique el Navegante, no apoya la secesión portuguesa de España y formará definitivamente parte de España tras el Tratado de Lisboa ratificado por las cortes portuguesas en 1668.
Una impredecible consecuencia de la Guerra de Devolución fue la firma de la paz con Portugal –reconocimiento formal de su independencia– , tratado que aseguró la españolidad de Ceuta. Aparte de reconocer la independencia portuguesa y la legitimidad de sus reyes, el tratado ordenaba canjear las plazas que uno y otro de los contendientes poseían fuera de sus fronteras, con la única compensación para España de la pérdida del inmenso Imperio lusitano que era la plaza de Ceuta, cuyo gobernador había permanecido fiel a Felipe IV en 1640.
La negativa ceutí de aclamar a Juan VI como rey, se reveló como una medida prudente en muy poco tiempo. Tánger –que en 1640 vaciló y acabó por liberarse del dominio hispano– fue cedido a Inglaterra en 1661. Quedó entonces el Algarve de Ultramar reducido a Mazagán (actual El-Yadida), que fue abandonado en 1769.
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También, el 3 de marzo de
- 883: Alfonso III el Magno manda poblar la ciudad de Zamora.
- 1478: Los Reyes Católicos publican una pragmática para impulsar la industria naval en sus reinos.
- 1547: En Zaragoza se inician las obras de la última ampliación de La Seo.
- 1886: Nace José Isbert, actor fallecido en 1966.
- 1891: En Madrid se inaugura el edificio del Banco de España, entre Alcalá y Paseo de la Castellana, donde se guardan las reservas de oro del Tesoro Español.
- 1904: Se promulga la ley que establece el descanso dominical.
- 1933: Nace el actor Alfredo Landa, fallecido en 2013.
- 2005: En los Montes de Toledo se detecta una población de lince ibérico que se creía extinto desde hace quince años.