LAS RUTAS DE LA CULTURIZACIÓN EUROPEA

LAS RUTAS DE LA CULTURIZACIÓN EUROPEA

Nos parece interesante publicar dos trabajos sobre la cristianización de Europa:

Dos enfoques que nos ponen de manifiesto que Europa, sin el cristianismo, no es comprensible. La creación de la propia Unión Europea en los años cincuenta del siglo pasado, está anclada en los valores cristianos, fundada por personajes de gran talla humana y moral.

Desgraciadamente, las últimas generaciones de políticos, han renegado de estos principios y conducen a una Europa sin rumbo, en clara decadencia.

Autor: Manuel Villegas Ruiz

Tercera parte – tertia pars

¡Pobre Europa!

¿Qué hubiese sido de ti sin el  cristianismo?

 

SUMARIO:

1.- Europa, deudora de España.

2.- Las peregrinaciones.

2.1.- La ruta jacobea.

2.2.- Tierra Santa. Las Cruzadas.

2.3.- Peregrinación a Roma.

3.- Reflexiones.

1.- Europa, deudora de España.

Considerar que Europa, tras las invasiones bárbaras, quedó sumida en total oscuridad es un error que solo se puede sustentar por la falta de conocimientos.

A finales del siglo VIII y durante parte del IX se inicia en Francia, concretamente con la dinastía de los carolingios, Carlomagno y Ludovico Pío, su hijo, un florecimiento de la cultura, que por algunos historiadores ha sido denominado Renacimiento carolingio, en el que se da un aumento de los estudios artísticos, literarios, jurídicos y litúrgicos, del latín medieval que, junto con la popularización  de la letra minúscula carolingia, constituyó como una especie de lengua franca que hizo posible las comunicaciones en toda Europa. Hay quienes defienden que esta nova littera es la predecesora de nuestra cursiva.

Carlomagno, emperador de occidente

Los hispanos, con su Reconquista, acopian los conocimientos de los musulmanes y se encargan de hacerlos llegar al resto de Europa.

El culmen de esta difusión de la cultura oriental, y grecolatina y de los pueblos islamizados se produce precisamente en España en la Escuela de Traductores de Toledo, en la que muslimes, judíos y cristianos, recopilaban todo el saber de entonces y lo difundían por el resto de Europa.

Escuela de traductores de Toledo

En 1085, Fernando VI, junto con la Orden de Cluny conquistan Toledo. El Obispo, Raimundo de Sauvetat, impulsó traducciones de obras culturales hebreas, latinas y musulmanas, llegando a su culmen en tiempos de Alfonso X, rey llamado El Sabio, no solo por la profundidad de sus conocimientos, sino también por los libros que fueron escritos bajo su dirección y supervisión.

Si algo caracteriza la actividad de la Antigua Escuela, o de las Escuelas de Traductores de Toledo es su capacidad de trabajar de una manera completamente abierta, sin que los prejuicios culturales, religiosos, lingüísticos o, sobre todo, políticos, intervinieran en la tarea.

Enumerar los sabios que concurrieron en ella sería prolijo y tedioso, pero no nos negamos a referir al arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada, Marcos de Toledo, Rodolfo de Brujas, el italiano Platón de Tívoli, o el escoces Miguel Scoto y tantos otros.

Nada más que por la transmisión de estos conocimientos, Europa entera es deudora de España y de las aportaciones de los muchos religiosos que la hicieron posible.

2.- Las Peregrinaciones.

2.1 La ruta jacobea. 

Esta es también la época de las grandes peregrinaciones, ya que este fenómeno es emblemático de la Edad Media europea.

En España, con el descubrimiento del sepulcro de Santiago el Mayor, se inicia la ruta Jacobea que será, y sigue siendo, recorrida por millones de cristianos deseosos de obtener las indulgencias que reciben quienes hacen el Camino.

La Ruta Jacobea

El descubrimiento del Sepulcro del Santo tuvo lugar cuando en Castilla reinaba Alfonso II, el Casto, es decir en el siglo IX, y la Ruta Jacobea, junto con las romana y la de los Santos lugares aportan un continuo flujo de conocimientos y saberes que tonifica y vivifica toda Europa. 

2.2 Tierra Santa. Las Cruzadas.

Por orden de importancia y prelación en el tiempo, los primeros lugares que movieron a los cristianos a peregrinar desde el siglo IV, cuando el Emperador Constantino decretó la libertad de culto (en el edicto de Milán, año 313, permite la libertad religiosa, que permitió abrir nuevas Iglesias) y viajar a Tierra Santa, por el deseo de visitar los lugares en los que había transcurrido la vida de Jesús. Estos viajes se mantuvieron en todo su vigor hasta que los musulmanes, en 633, ocupan Siria y en 642, Egipto.

Una vez caídas estas tierras en poder de los agarenos, las peregrinaciones a las mismas sufrieron un duro revés, pues a las dificultades y penalidades del viaje se unía el acoso de los sarracenos, que hostigaban y atacaban a los devotos para, en el caso de que fuesen personas pudientes, pedir rescate por ellos, o exterminarlos en caso contrario.

Las Cruzadas

Precisamente, la Primera Cruzada, la predicó Urbano II, en 1095, en el Concilio de Clermont, con dos objetivos:

      • Ayudar a los cristianos ortodoxos acuciados por los musulmanes, impidiendo su avance, y…
      • Proteger a quienes emprendían el camino, para llegar a los lugares en los que vivió Jesús.

Hubo en total de ocho cruzadas principales, entre 1095 y 1291, aunque cinco de ellas se consideran menores.

El motivo primordial fue la recuperación de los Santos Lugares en manos de los islamitas, es decir un fundamento religioso, aunque aportasen a Europa una gran cantidad de beneficios, pues los comerciantes europeos deseaban recuperar las rutas comerciales con los mercaderes del Este y fijar establecimientos para intercambio de productos de todo tipo, pero especialmente de especias. Por lo que anhelaban rescatar el dominio del Mediterráneo. No olvidemos que el viaje de Cristóbal Colón tuvo como motivo principal abrir una ruta comercial hacia le India para facilitar la importación de especias.

Aunque fueron un fracaso en su motivo principal, recuperar Tierra Santa, aportaron grandes beneficios culturales y comerciales a toda Europa. 

2.3 Peregrinación a Roma.

Roma, ciudad Santa, sepulcro de Pedro y Pablo, y residencia del Vicario de Cristo, fue, tras la visita a los Santos lugares, igual que la tumba de Santiago, un lugar preferido por los devotos cristianos para efectuar sus peregrinajes en busca de indulgencias y visitar las iglesias más importantes de la Cristiandad.

Todos los caminos llevan a Roma

Son tres las denominaciones que reciben los cristianos, dependiendo del lugar al que se dirijan:

      • Palmeros, los que van a los Santos Lugares, por portar palmas de la misma manera que los que recibieron a Jesús en Jerusalén en el Domingo de Ramos.
      • Romeros, los que visitan Roma y
      • Peregrinos, los que marchan a Santiago.

Mal que les pese a quienes se empeñan en renegar de las raíces cristianas, es un hecho objetivo e incontrovertible que el cristianismo, sustentado por el Antiguo y Nuevo Testamento, han constituido los pilares fundamentales de la civilización europea.

3º.- Reflexiones.

Para terminar, deseo que nos hagamos las siguientes reflexiones:

    • Las obras más sublimes de la civilización europea, madre de culturas, se han realizado por y para la Cristiandad.
    • ¿Podríamos hoy disfrutar de la inmarcesible belleza de las innúmeras catedrales esparcidas por Europa si no hubiese existido el cristianismo?
    • ¿Se conmovería nuestro espíritu ante la sublimidad de la Pasión según San Juan o según San Mateo del incomparable Bach?
    • ¿Podríamos disfrutar de la Divina Comedia de Dante?
    • ¿Gozaríamos de los frescos de la Capilla Sixtina; del David o la Pietá de Miguel Ángel, de la última Cena de Leonardo Da Vinci, de La Madonna Connestabile de Rafael o de El Cristo de San Juan de la Cruz de Dalí , si no hubiese sido por el cristianismo?

Concluimos con que enumerar toda la belleza de la música, la arquitectura, la escultura o la pintura, debida a la religión cristiana en todo nuestro pasado, sería muy extenso, dejamos al lector que lo medite.

Al igual que relacionar todos los beneficios que nos legaron los humildes monjes, que nos transmitieron el saber de la antigüedad, sobre medicina, farmacia, utilización de hierbas benéficas, licores bebidas y tantos otros conocimientos que nos comunicaron.

    •  La bandera de la UE.

Como colofón queremos resaltar que la bandera que campea por todo el mundo como símbolo de la Unión Europea, fue diseñada por Arsène Heitz, un artista de Estrasburgo, profundo católico, que en el año 1955 ganó un concurso de ideas para elegir bandera del Consejo de Europa, que consiste, como todos sabemos, en un trozo rectangular de tela de un espléndido color azul cielo con una corona de doce estrellas de cinco puntas.

Para elegir el color azul se inspiró en el manto de la Purísima Concepción, y las doce estrellas las tomó del versículo 12.1 del Apocalipsis que dice:

Y apareció en el cielo un gran signo: una mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza”*,

*Según manifestó en 2004 a la revista francesa “Lourdes Magazine”.

Esta bandera cuya simbología es un explícito canto a la Inmaculada Concepción, fue definitivamente aprobada por el Consejo de Europa el 8 de diciembre de 1955, día de la Inmaculada Concepción.

Hoy en día, a aquellos que quieren descristianizar a Europa, a los que les produce sarpullido todo lo que se refiera al cristianismo, deberían recordar la representación de su unión a una bandera de clara e irrefutable simbología, les conminaría a decirles:

¡Pobre Europa! ¿Qué hubiese sido de ti sin el cristianismo?

LAS RAÍCES CRISTIANAS DE EUROPA

LAS RAÍCES CRISTIANAS DE EUROPA

Nos parece interesante publicar dos trabajos sobre la cristianización de Europa:

LAS RAÍCES CRISTIANAS DE EUROPA.

LAS RUTAS DE LA CRISTIANIZACIÓN DE EUROPA.

Dos enfoques que  ponen de manifiesto que Europa sin el cristianismo no es comprensible. La creación de la propia Unión Europea en los años cincuenta del siglo pasado, está anclada en los valores cristianos, fundada por personajes de gran talla humana y moral. Desgraciadamente, las últimas generaciones de políticos, han renegado de estos principios y conducen a una Europa sin rumbo, en clara decadencia

Autor:

– Miguel Ángel López Zabaleta –

Robert Schuman firmando un documento

La «Declaración de Schuman» firmando el 9 de mayo 1950.

“La Democracia será cristiana o no será”, dijo Robert Schuman, uno de los fundadores de la Europa Moderna. El cristianismo estuvo presente en la refundación de Europa en los años 50 del siglo pasado, para promover precisamente el estilo de vida europeo.

Las aportaciones de las raíces cristianas de Europa no son solo para los europeos, sino para todos los demás países del mundo. [Si conocen y quieren aplicar sus principios de convivencia en sus propios países ].

Sumario:

1.- El cristianismo en la historia.

2.- Los orígenes de la Unión Europea.

3.- La Europa de hoy.

1.- El cristianismo en la historia.

Las raíces europeas son fruto de las raíces grecorromanas. El cristianismo se asentó al terminar las persecuciones del Imperio romano; así desde el siglo V hasta mediados del siglo XIV, se puede uno percatar de una nueva espiritualidad de la sociedad y del Estado.

Con Constantino en el siglo IV, se dio libertad a la Iglesia, y cesaron las persecuciones de los primeros tres siglos de cristianismo (de Nerón a Diocleciano). Con Teodosio se llegó al Estado confesional.

Los monjes en los cenobios recopilaron todos los principios cristianos, que a su vez los cristianos en las ciudades hacían vida el mensaje evangélico. Así se fue construyendo las raíces de lo que en el medioevo dieron como fruto las universidades que, con los ayuntamientos, dieron como resultado una fe común.

Conocer nuestros orígenes nos ayuda a comprender cómo los transmitimos a otros continentes. Principalmente lo que el Señor Jesús nos anunció fue la misericordia y el perdón al prójimo.

LEYRE 2.jpg

Abadía de San Salvador de Leyre, siglo IX, Yesa (Navarra).
Monjes Benedictinos (regla de San Benito del siglo VI).

El cristianismo se volcó en los siguientes siglos generando fraternidad. Así en Europa el mensaje evangélico fue básico. La Iglesia atendió a los enfermos, a los sin techo, a los marginados, y a su vez transmitió sus enseñanzas, extendiéndose por la bondad de sus actos.

Así los cristianos durante XX siglos se han dedicado a la formación y al acompañamiento de los hombres. No se entiende la doctrina cristiana sin la acción. Desde sus orígenes el cristianismo ha estado al servicio de la humanidad.

La historia de Europa ha sido un flujo constante de corrientes migratorias, internas al principio, que cuando siglos más tarde han salido al exterior se han ido asimilado a otros pueblos nativos, llevando así la evangelización.

Hoy en día con la llegada a Europa de los musulmanes se ha presentado un problema nuevo; ya que éstos tienen creencias y tradiciones diferentes a las cristianas ¿Qué sucederá en el futuro? [las decisiones del futuro se fraguan en el momento presente si las sabemos ver].

La independencia del poder civil del eclesial, en Europa ha dado distintos modelos que dan libertad a las religiones existentes. En el caso de la Iglesia Católica, el Código de Derecho Canónico se adapta a las Constituciones de los diversos países.

Los cristianos hemos diferenciado la fe y la política. El Concilio Vaticano II, ha dado una legítima autonomía a los laicos en los asuntos temporales, así los seglares responden a los asuntos sociales, económicos, culturales y políticos con plena libertad.

Con la revolución francesa (hija del iluminismo y de la ilustración) aunque en un principio pareciese un movimiento liberalizador, pronto se cayó en el dogmatismo, que llegó la radical separación de la religión católica, marginando el sentimiento religioso a la vida privada.

Philippoteaux - Lamartine in front of the Town Hall of Paris rejects the red flag.jpg

Inicio de la Revolución francesa, en 1789.

2º Los orígenes de la Unión Europea.

LA CECA[1] se constituyó en el Tratado de París en 1951. Los Estados que la compusieron fueron: Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Luxemburgo y Países Bajos. En 2001 expiró.

En 1957 el Tratado de Roma[2], fue la semilla de la actual Unión Europea (UE).

Al extinguirse la CECA en 2001, al cumplir su período vigente de 50 años desde su firma, sus funciones y competencias quedaron integradas en la actual Unión Europea, constituida en 1993 en el Tratado de Maastricht. En la que se inició la descristianización de los valores de la Europa que soñaron sus fundadores.

En el siglo XX, con la refundación de Europa después de las dos guerras mundiales; la idea de Adenauer[3], De Gásperi[4], y Schuman[5], padres de la nueva Europa, católicos, era reconocer los frutos del cristianism, que eran también un patrimonio de Europa.

No pensaron volver al Estado confesional pero sí en buscar una sana colaboración con lo religioso y sus frutos culturales.

La Europa actual es fruto de las tradiciones sociales, culturales, y religiosas, y hunde su ser en las raíces cristianas.que integraron a los pueblos salvajes en Europa.

Los padres de la nueva Europa, no se plantearon solamente una unión económica, sino de valores que enriquecieran a toda la persona humana. Querían recuperar el faro que constituyó Europa en los siglos precedentes.

La visión cristiana de la vida exige una igualdad de todos los seres humanos, como hijos de Dios Padre; así el cristianismo se convirtió en el defensor de los derechos humanos siglos antes de declararse, contraria a la esclavitud desde la antigüedad, como fruto de la evangelización.

La bandera de Europa, creada en 1956, está inspirada en el cristianismo, fue diseñada por Arséne Heitz[6].

Iglesia de la Medalla Milagrosa » Por Esto Tienes que ...

Inmaculada Concepción – Rue du Bac – Paris

bandera de la unión europea 2454893 Vector en Vecteezy

Bandera de la Unión Europea

3.- La Europa de hoy.

Hoy día Europa está dejando de ser acogedora y empieza a padecer grandes problemas de cohesión. Actualmente vivimos en un mundo individualista

La Iglesia católica siempre ha sido auxilio de los desposeídos, de los sin sentido. Y hoy día será necesario la presencia de la Iglesia para que nuestros conciudadanos europeos encuentren hospitalidad y originalidad.

Los cristianos europeos hoy siguen siendo una mayoría que debe ser creativa, colaborar a que Europa reconozca sus tradiciones y las presente a todos la humanidad de nuestra generación actual y futura, saber recordar sus principios éticos y morales sobre la vida civil.

El vigente orden constitucional se funda sobre conceptos como la consideración de que la dignidad humana, disfrutando de un conjunto de derechos y libertades fundamentales entre los que se cuentan la vida, la libertad, o la búsqueda de la libertad. Que estos principios se desprenden de una lectura de los Evangelios, parece evidente.

Esos principios fueron formulados por los grandes maestros de la Escuela de Salamanca en el siglo XVI y XVII.

          Europa como diría Robert Schuman, «será cristiana o no será»

El paradigma del primer Estado laico, entre la separación de lo público de lo privado, o de lo religioso del orden público, fueron los Estados Unidos de Norteamérica (USA). Sin embargo, sus políticos en buen número entraban y lo siguen haciendo los domingos en los oficios religiosos. Hay que destacar que la dominante religiosa en USA, no es precisamente la católica sino protestante.

Hoy se pretende en el mundo occidental alcanzar una ética civil, como fruto del nuevo contrato social, en el que las aportaciones cristianas sean ignoradas.

Es incuestionable, en efecto el derecho de los agnósticos y ateos, incluso de los teófobos a manifestarse. Pero al mismo tiempo es evidente que una comunidad no puede vivir sin valores; el ordenamiento jurídico está impregnado de valores; el código de circulación, la familia natural (que ahora se ha puesto en entredicho), la profesión médica, etc., la vida cotidiana está impregnada de valores. Y cuando estos valores se analizan sus raíces cristianas se manifiestan, sin necesidad de hacer disquisiciones profundas.

Todavía el cristianismo después de las 2 guerras mundiales en el siglo XX se manifestó, como dijimos anteriormente en la refundación de Europa. Y así algunos como Alcide de Gasperi, Robert Schuman, Giorgio la Pira, Aldo Moro, Ángel Herrera Oria entre otros, éstos van camino a la beatificación en la Iglesia Católica.

Algunos como Konrad Adenauer o Balduino de Bélgica, se distinguieron por su rectitud. En el caso de Balduino también va camino a la beatificación. Tenemos también en Iberoamérica a Enrique Shaw, Jaime Guzmán, Efraín González Luna, entre otros que se manifestaron por un profundo humanismo y caridad.

Todos ellos en Europa e Iberoamérica dieron testimonio de un catolicismo vital. En Europa fueron los refundadores de la Europa Moderna. Los centros políticos fueron Luxemburgo, más tarde Bruselas; los idiomas fundadores fueron el alemán, francés, italiano, neerlandés; y posteriormente se unieron el danés, español, finlandés, griego, inglés, portugués y sueco.

Hoy en 2023 vivimos una situación en la que algunos valores cristianos conviven con los valores deshumanizadores de la UE. Como por ejemplo el aborto.

______________________________________&___________________________________

[1] CECA: Comunidad Europea del Carbón y del Acero.

[2] Constitutivo de la CEE (Comunidad Económica Europea).

[3] Wikipedia: Konrad Adenauer (1876-1967). Católico devoto. Demostró una gran dedicación a lograr una democracia liberal basada en la economía social de mercado y el anticomunismo.

[4] Wikipedia. Alcide de Gasperi (1881-1954). Devoto católico, la Iglesia católica le concedió el título de Siervo de Dios en 1993, cuando se inició su causa de beatificación.

[5] Wikipedia: Jean-Baptiste Nicolas Robert Schuman. La Iglesia católica abrió en 1990 su proceso de beatificación y canonización, siendo en la actualidad Venerable Siervo de Dio

[6] Arsène Heitz, es el diseñador de la bandera y asegura que: “Inspirado por Dios, tuve la idea de hacer una bandera azul sobre la que destacaban las doce estrellas de la Inmaculada Concepción de Rue du Bac; de modo que la bandera europea es la bandera de la madre de Jesús que apareció en el cielo coronada de doce estrellas”.

[7] Robert Schuman 1950

PROMOVIENDO LA DIGNIDAD DE LA MUJER

PROMOVIENDO LA DIGNIDAD DE LA MUJER

Artículo redactado por José Jara

Uno de los tópicos sobre la Iglesia que suelen oírse repetidamente consiste en afirmar que desde el cristianismo no se ha hecho prácticamente nada positivo por afianzar la dignidad de la mujer frente al varón o, peor aún, que el papel de la Iglesia ha sido frecuentemente de incomprensión hacia la mujer impidiendo su desarrollo en la sociedad.

Sin embargo, si bien no encontramos grandes declaraciones magisteriales sobre la mujer de modo específico hasta la carta apostólica Mulieris Dignitatem de Juan Pablo II, la acción directa que ha ido poniéndose en práctica a lo largo de los veinte siglos de historia del cristianismo parece mostrar claramente que en este gran periodo de tiempo constantemente se ha optado por los hechos en vez de sólo las simples palabras, teniendo en cuenta también que los cambios de mentalidad no se consiguen siempre de un día para otro.

SUMARIO

1.- DE LOS GINECEOS DE GRECIA AL DERECHO ROMANO

2.- ¿DIACONISAS?  ACLARACIONES

3.- EDAD MEDIA Y TIEMPOS LUMINOSOS

4.- DE LUTERO A NUESTROS DÍAS

DE LOS GINECEOS DE GRECIA AL DERECHO ROMANO

GINECEOS

Como muestra de las ideas preconcebidas que inundan nuestra concepción de la historia y de la sociedad, en una entrevista realizada a una actriz se le preguntaba cual hubiera sido su época ideal para vivir, a lo que ella respondió que, sin duda, la época de la Grecia clásica. Probablemente, como es bastante habitual, quien respondió no era consciente de que las mujeres en esa época no tenían derechos cívicos. No asistían a las grandes fiestas religiosas ni a los teatros y tenían prohibido acudir al gimnasio. Su lugar era el gineceo, una parte de la casa reservada para ellas, donde tejían lana en compañía de sus hijas (que no recibían instrucción hasta que se casaban con el hombre que su padre había elegido). Los varones, tal era la costumbre habitual, raramente invitaban a sus esposas a los banquetes organizados, prefiriendo la compañía de esclavas para divertirse. Respecto a los hijos, el esposo también podía decidir si la mujer debía abortarlo o simplemente abandonarlo después de nacer si no era de su agrado[1].

Afortunadamente, esta visión tan restrictiva sobre la mujer no se mantuvo en el desarrollo de la cultura del Imperio Romano, aunque la autoridad del “pater familias” también era indiscutible, pudiendo decidir no sólo el destino de los negocios familiares sino, al igual que en la Grecia clásica, la aceptación o el rechazo de los hijos que, si eran abandonados, solían ser recogidos por personas que aprovechaban estas vidas indefensas para convertirles en esclavos. Si la mujer quedaba viuda, las decisiones sobre sus bienes materiales pasaban a depender de otro varón de la familia, negándose a la mujer el derecho a decidir sobre los mismos. De hecho, los romanos no sólo aceptaban el divorcio por decisión del varón sino también el simple repudio sin necesidad de justificación consistente ni acusación probada, como muestra la conocida anécdota de Julio César cuando repudió a su mujer aduciendo únicamente que “la mujer del César no sólo ha de ser honrada, sino también parecerlo”.

¿Qué aportó el primitivo cristianismo sobre esta arraigada mentalidad de predominio del varón en la poderosa y consolidada sociedad romana? En primer lugar, se debería tener en cuenta que una de las novedades del Evangelio consistía en enseñar la igualdad del hombre y la mujer, la grandeza de la virginidad, en contraste con la legislación romana que prohibía el celibato[2], la dignidad e indisolubilidad del matrimonio en una sociedad que era plenamente divorcista. Por eso, aunque frecuentemente se ha malentendido a San Pablo cuando exhorta “Mujeres, sean dóciles a su marido, como corresponde a los discípulos del Señor. Maridos, amen a su mujer” (Colosenses, 3), esta segunda parte de la frase supone un gran cambio de paradigma ante la visión instrumentalizadora de la mujer que tenían los varones, circunstancia que se extendía a la prostitución.

Por contraste, el llamado “Himno al amor”, expresado en su carta a los Corintios es de una belleza literaria difícilmente alcanzable y expone un ideal de vida compartida igualmente exigente tanto para el hombre como para la mujer. En él afirma:

Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada. El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, …” (Cor. 1, 13)

De hecho, la indisolubilidad y la fidelidad en el matrimonio aparecieron inicialmente como exigencias inauditas, no sólo en el ámbito romano sino también en la mentalidad judía del tiempo de la predicación de Jesús quien, a pesar de las reticencias que veía que despertaba su mensaje sobre la vida conyugal, no dudó en afianzarlo ante sus dubitativos primeros discípulos:

Cualquiera que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera y quien se casa con una mujer repudiada comete adulterio” (Lc, 16: 18)”.

Es difícil para nuestra mentalidad actual llegar a comprender el grado de corrupción y de depravación moral en el que estaba sumida la civilización romana desde sus inicios hasta el siglo IV. Conocemos datos sobre los emperadores que, ciertamente, nos dan pinceladas sobre ello. Los hechos del emperador Cómodo, en cuyo harén había trescientas mujeres y trescientos muchachos[3], la lujuria del joven Heliogábalo, las acciones sin freno de Nerón o del emperador Tiberio o de su sucesor, Calígula, parecen la punta del iceberg de la extendida depravación reinante en la que la mujer frecuentemente quedaba reducida a ser alguien sin la mínima independencia o a ser un objeto sexual. Por eso, Minucio Félix[4],  converso del siglo III, podía sin dificultad afirmar “¡Nos acusáis de falsos incestos, pero vosotros los cometéis verdaderos!”

¿DIACONISAS?  ACLARACIONES

Como contraste, habría que mencionar el reconocimiento de la autonomía de la mujer dentro de la Iglesia mediante la institucionalización de la figura de diaconisas para atender viudas y huérfanos, personas excluidas de la comunidad ya en el ámbito judío y que pronto fueron vistas por la comunidad cristiana como necesitadas de una efectiva ayuda para dejar de ser marginadas por su ausencia de recursos de supervivencia. Esta eficaz labor caritativa sobre las mujeres fue encomendada a las diaconisas de las primeras comunidades cristianas, tal como nos han referido diversos textos: 

 «Es cierto que en la Iglesia hay un orden de diaconisas, pero no para ser sacerdotisas, ni para cualquier tipo de trabajo de la administración, sino por el bien de la dignidad del sexo femenino, ya sea en el momento del Bautismo, o de examinar a los enfermos o de sufrimiento, de modo que el cuerpo desnudo de una mujer no debe ser visto por los hombres al administrar los ritos sagrados como el bautismo por inmersión, sino por el diácono.» (San Epifanio, Panarion, 79:3 (AD 377), en JUR, II: 76.)[5]

Enfermería en la Etapa Vocacional

Esta función de servicio y no de búsqueda de poder ha estado siempre presente en la ingente labor humanitaria desarrollada por las órdenes religiosas femeninas que, a lo largo de la historia, han dado muestras incluso de heroísmo en el ejercicio de la caridad sin necesidad de reivindicar un sacerdocio femenino ajeno a la voluntad de Jesús de la que dan fe los Evangelios.

Respecto a esto último, parece importante reseñar que la Reforma Protestante impulsada por Martín Lutero, al disolver todas las comunidades monásticas, tanto de hombres como de mujeres, hizo un flaco servicio al sexo femenino pues dejó a las mujeres sin posibilidad de participación en la vida de la Iglesia, excluyéndolas de todo tipo de actividad eclesiástica institucional. De este modo, los deseos de vivir una vida de oración compartida comunitariamente o de dedicar sus capacidades a labores de asistencia organizadas institucionalmente mediante el apoyo mutuo, tal como se viven en la Iglesia Católica, se vieron frustradas en su totalidad. Quizás del sustrato de esa situación haya surgido la idea adoptada por parte de las comunidades protestante y anglicana de recurrir al sacerdocio femenino para dar cauce al deseo de mujeres de esas confesiones religiosas de vivir una vida consagrada dentro de la estructura eclesiástica, a pesar de que ello ha supuesto romper con lo que marcan las Sagradas Escrituras y la Tradición de la Iglesia refrendada unánimemente por los Santos Padres que han abordado este tema.

EDAD MEDIA Y TIEMPOS LUMINOSOS

Aunque ya es un tópico asociar el concepto de Edad Media con unos supuestos “tiempos oscuros” del desarrollo de nuestra civilización, posiblemente nada hay más lejos de la verdad y son abundantes los tratados y textos eruditos  sobre el desarrollo progresivo de la ciencia y las artes, tanto arquitectónicas, con la deslumbrante edificación de catedrales, como de la pintura o la literatura y la poesía expresada a través de cantigas, leyendas o cantares épicos sobre los héroes de ese tiempo, a los que habría que sumar el amor cortés expresado en los ideales de caballería que configuran sagas heroicas de la época. Para no extendernos sobre este tema sobre el que hay abundante literatura especializada, merece la pena volver a ahondar sobre lo que supuso la defensa de los valores de la dignidad femenina en esta época y quizás el contraste más aclaratorio sea ver la consideración que las mujeres recibieron a partir del siglo VII con la aparición del Islam.

Como punto de partida, no se suele ponderar adecuadamente lo que supuso la defensa del matrimonio monógamo e indisoluble en la civilización de inspiración cristiana frente a la aceptación de la poligamia en el mundo musulmán. Sin embargo, la poligamia ha sido y sigue siendo un punto de inflexión que ha supuesto una fuente de humillación para no pocas mujeres y que tuvo su máxima expresión en la instauración de harenes o serrallos como lugar de confinamiento de las mujeres para uso y disfrute sexual del varón que regentaba dichos lugares y para los que se contaba no sólo con la aquiescencia del pueblo, que colaboraba a ello, sino también con la degradante existencia de eunucos como guardianes encargados de mantener la reclusión de estas mujeres, esposas y concubinas, del dueño del harén.

Según la Enciclopedia Iránica, la práctica de tomar grandes números de esposas o concubinas y mantenerlas en áreas apartadas solo empezó en Irán con las primeras conquistas de los medos. Por ejemplo, Estrabón en su Geografía escribe que:

«La costumbre entre los medos]de que los reyes tengan muchas esposas es más general, se encuentra también entre las tribus de las montañas, pero no se les permite tener menos de cinco. De igual manera, a las mujeres les parece honorable que los esposos tengan tantas esposas como puedan, y consideran que es un infortunio tener menos de cinco.» El objeto de estas prácticas era el de tener muchos hijos.

(Harenes)

Una muestra del afán de acaparar mujeres para usarlas como objeto de consumo sexual aún se recuerda hoy en día en la conmemoración anual en León del Tributo de las Cien Doncellas que los habitantes del reino de Asturias y León se vieron obligados a aportar repetidamente al Emirato de Córdoba.  Parece  constatado que en 788, los condes Arias y Oveco se rebelaron contra el rey Mauregato y lo mataron como venganza de haber otorgado a los moros tal tributo a pesar de lo cual, Abderramán II posteriormente se atrevió a exigir de nuevo esta humillante sumisión. Asimismo, en la iglesia románica de Carrión de los Condes se encuentra un antiguo cuadro que representa la liberación del tributo[6]. Se podrían contar muchas más cosas sobre la situación de la mujer existente en varios países islámicos que todos conocemos. Frente a esto, la civilización cristiana occidental de la Edad Media supuso un muro de contención, no dejándose contagiar por esa visión tan restrictiva sobre los derechos de la mujer.

Medieval Illustration Depicting Christine de Pisan Presenting Manuscript to Isabel of Bavaria

Estampa de mujeres en el Edad Media

De hecho, durante el amplio periodo de tiempo de la Edad Media hay múltiples testimonios de mujeres que llevaron a sus esposos o familiares hacia el cristianismo, citándose como algunos ejemplos ilustres a Clotilde, esposa del rey Clodoveo de los francos, Euduvigis de Bohemia o Olga de Kiev, provocando incluso que pueblos enteros aceptasen el cristianismo a través del ejemplo de conversión de sus reyes. Estas mujeres debieron encontrar en los ideales cristianos una fuente de liberación y no de opresión frente a la visión del paganismo, ya que en caso contrario es poco probable que hubieran actuado de este modo. Simultáneamente, en esta época vemos que incluso ejércitos organizados fueron capaces de aceptar el liderazgo femenino en el campo de batalla, como ocurrió con Matilde de Inglaterra, Isabel, la loba de Francia, o Margarita de Anjou, sin poder olvidar el caso particular de Juana de Arco, pero quizás el mayor exponente de mujer respetada y valorada en su tiempo sea el de Leonor de Aquitania quien, no sólo participó en la segunda cruzada sino que fue una hábil diplomática tejiendo conspiraciones y alianzas entre los poderosos de su tiempo y que nos dice mucho sobre la consideración de la mujer en esa época.

Asimismo, es significativo comprobar el progresivo, aunque lento, cambio de mentalidad respecto a la capacidad de la mujer para participar en tareas profesionales estimadas por su gran responsabilidad. De modo que, mientras en el siglo IV a.C. la mujer que quería ejercer la medicina no parecía tener otra opción que disfrazarse de hombre, como fue el caso de Agnódice. En el siglo XI, vemos que en plena Edad Media en Salerno, cerca de Nápoles, se funda la primera escuela médica laica  a la que ya tenían acceso las mujeres. En ella, las estudiantes de medicina podían acceder a conocimientos médicos amplios, más allá de los relacionados con las tareas de las parturientas. De hecho, una de las figuras más relevantes de esta escuela fue una mujer, Trótula de Salerno, cuyos escritos sobre ginecología fueron referencia durante varios siglos.

En el ámbito estrictamente eclesiástico también es de destacar cómo se fue dotando a las mujeres de una cada vez mayor responsabilidad ya que, si bien en la primera época del monacato los conventos femeninos estaban puestos bajo la custodia y protección de monjes varones, progresivamente esos lazos fueron desapareciendo y se aceptó que religiosas, como la famosa Hildegarda de Bingen, lograran dirigir sus propias comunidades con completa autonomía. El exponente máximo de esta aceptación quizás sea el monasterio de Santa María la Real de las Huelgas, en Burgos, ya que este monasterio cisterciense acumuló tales privilegios, autonomía y poder desde el siglo XII que sus abadesas gobernaban la vida monacal, pero también medio centenar de villas y sus tierras. Gracias a su propio fuero impartían justicia y controlaban impuestos. En resumen: estaban por encima de la curia episcopal y sólo debían obediencia al Papa. Algo similar respecto al status femenino hubiera sido impensable en otras culturas de esa época.

Sería conveniente hacer referencia a la monja alemana Hroswitha o Roswitha de Gandersheim que vivió en el siglo entre 935 y 1002, quien por un viaje que realizó a Córdoba, durante el califato de Abderramán III, dijo de esta que era el ornamento del mundo.

DE LUTERO A NUESTROS DÍAS

Luther and his Family, Engraving by L Schulz after original Painting by Gustav Adolph Spangenberg.

Lutero y su familia

Merece también destacarse que la doctrina de la Iglesia respecto al matrimonio ha sido constante, desde San Agustín presentando la unión conyugal como un sacramento por el que el propio acto conyugal puede ser considerado incluso meritorio y santificante según afirma también Santo Tomás de Aquino. Sin embargo, el pensamiento de Martín Lucero al introducir la reforma protestante que posteriormente degeneró en la ruptura más abrupta de la unidad de la Iglesia introdujo un planteamiento equivocadamente puritano considerando a la mujer como una mera ocasión de pecado, aunque lo consideraba perdonable debido a la necesidad de procrear. De hecho, son conocidos algunos de sus textos sobre este tema en los que afirma: “las mujeres evidentemente no pueden servir más que para el matrimonio o para la prostitución” o también “Tan pronto como cualquier hombre sienta en sí la plenitud de los fueros del macho, tome una mujer y no tiente a Dios. Para eso la doncella tiene su sexo de mujer; para que le suministre al hombre un remedio saludable para evitar el onanismo” y, lo que es menos conocido, con esos postulados llegó también a justificar que la poligamia no es opuesta a la Sagrada Escritura proponiendo al rey Enrique VIII que, dejando aparte problemas de conciencia, mantuviera una relación de bigamia con su legítima esposa y con su concubina nombrándolas reinas a ambas simultáneamente[7]. Afortunadamente, suponemos que la influencia de su pensamiento respecto a la consideración de la mujer en el ámbito protestante no fue aceptada por los reformadores posteriores.

Actualmente, podríamos afirmar que la emancipación de la mujer y el reconocimiento de sus derechos inherentes a su dignidad han dado un paso de gigante en el siglo XX y, aunque la Iglesia no formó parte activa del movimiento sufragista que reclamaba el derecho al voto femenino,  sí que podemos decir que las obras asistenciales impulsadas por la Iglesia Católica se han posicionado, incluso de forma muchas veces heroica,  promoviendo el acceso de la mujer en países en vías de desarrollo a la educación y a actividades de formación profesional que permitan su desarrollo autónomo y su revaloración en la sociedad. Son ejemplo de todo esto las misioneras que dedican su vida a estas labores fomentando escuelas, hospitales, y dando formación a mujeres sin importar su procedencia étnica o religiosa.

Asimismo, es de destacar la evangelización y la inculturación de tribus africanas, como los temibles barabaig en Tanzania, llevándolos a abandonar la violencia a través de la presencia de religiosas, o el proyecto Harambee, que promueve en Kenia formación específica para mujeres. En nuestras sociedades supuestamente civilizadas, una de las actividades más valientes y comprometidas es también la atención directa a las mujeres que han adoptado la prostitución como forma de vida y para las que no se ha ofrecido una alternativa a pesar de que deseen salir de su situación. De nuevo, las personas vinculadas a la Iglesia están ahí, en primera línea luchando por los derechos de la mujer, al igual que en la asistencia a mujeres con embarazos en situación de vulnerabilidad que no desean abortar si se les dan las ayudas necesarias para llevar sus embarazos a término. Como vemos, en todas estas ocasiones las palabras solas no bastan y son las obras las que nos muestran lo que ha sido el persistente compromiso de la Iglesia con la dignidad de la mujer.

[1] Perrudin F, Beaumont E, Allemand S.. Civilizaciones antiguas. Editions Fleurus., 2000. p 38-39.

[2] Hamman, Adalbert. La vida cotidiana de los primeros cristianos. Ed Palabra SA. Madrid, 1985. p 61-67.

[3] Op cit p 63

[4] Op cit p 63

[5] Diaconisas: Citado en «Religión en Libertad, Mujeres Sacerdotes«

[6] «El tributo de las 100 doncellas»

[7] Ravasi, Javier. Luterándonos. Vida y obra de un fraile alemán. Parresía Ediciones. Madrid, 2017. p 41-43.

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad