Oct 10, 2018 | Actualidad, Cursos, Doctrina Social de la Iglesia (DSI)
El pasado viernes algunos de nuestros voluntarios participaron en el programa «En forma» de Radio Ya. Javier Espinosa, profesor del curso de Doctrina Social de la Iglesia que estamos impartiendo online, habló sobre qué significa la DSI y por qué es importante para los católicos. Por su parte, los voluntarios de nuestro proyecto «España en la Historia» Francisco Gilet y Vicente Medina hablaron de Isabel la Católica y el simposio que la semana próxima se celebrará en Valladolid, y de la batalla de Lepanto, de la que el pasado 7 de octubre celebramos el aniversario.
Os dejamos aquí el podcast:
Oct 10, 2018 | Actualidad
El 9 de octubre de 1547 el llanto de un bebé rebotó en las bóvedas de la iglesia de Santa María la Mayor en Alcalá de Henares. El llanto no era producto de malestares ni dolores, solo enérgica protesta ante el torrente de agua que cubrió de improviso la cabeza del infante. El acto correspondía al bautizo de un ser humano al que se le puso como nombre Miguel. Su padre se llamaba Rodrigo de Cervantes, su madre Leonor Saavedra.
Todos sabemos que Miguel de Cervantes fue el autor de lo que se considera como el comienzo del realismo en las obras literaria, “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”. Fue el creador de la novela moderna en lengua castellana. Casi todo el mundo conoce que antes de dedicarse a la literatura fue soldado y participó en el batalla de Lepanto, donde fue herido en el pecho y en la mano izquierda. Puede que algunos conozcan que, regresando de Italia, fue capturado por piratas turcos y pasó cinco años cautivo en Argel.
Con todos estos datos, puede que a más de alguno se le pase por la cabeza visitar la iglesia donde fue bautizado nuestro escritor de fama universal. Si tal se decide y se encamina hacia la preciosa ciudad de Alcalá de Henares, se encontrará que de la iglesia de Santa María la Mayor solo queda la torre y parte de una capilla. ¿Qué fue del resto del edificio?
Aquí nos encontramos con otra faceta característica de la historia de España durante los últimos 200 años. La afición de pelearnos entre nosotros y la propensión a culpar a otros de nuestra situación que normalmente solo es consecuencia de nuestras propias acciones.
La iglesia de Santa María la Mayor, construida en 1454, era un edificio en buen estado hasta el día 21 de julio de 1936. La jornada anterior, la sublevación contra el gobierno republicano había ganado en la ciudad, pero los vencedores no tomaron medida alguna para mantener el control de la población. Al día siguiente, una columna mandada por el coronel Ildefonso Puigdengolas entró en la ciudad sin encontrar resistencia por parte de los sublevados. Puigdengolas tampoco puso en marcha ninguna acción para evitar lo que sucedió a continuación. Sus tropas, acompañadas por elementos exaltados de la localidad, se dedicaron durante todo el día a quemar edificios religiosos que no tenían nada que ver con la sublevación militar. Entre ellos se quemaron hasta los cimientos la iglesia donde había sido bautizado Cervantes. Otra muestra de la estupidez humana.
¿Qué fue del coronel Puigdengolas? Pues fue asesinado por sus propias fuerzas el 31 de octubre del mismo año en Parla, después de que disparara sobre el capitán de una compañía que se retiraba en desorden. El gobierno de la República camufló el hecho y anunció que había muerto en combate bajo fuego enemigo.
Manuel de Francisco
Oct 9, 2018 | Actualidad
Todo cuanto acontece en el Reino de Aragón tiene un trasfondo económico, y la contienda entre el Rey Juan II y las instituciones catalanas no podía ser menos. Prestas las instituciones de la Generalitad en favor del Príncipe de Viana para instituirle Rey de Navarra, al considerarlo legítimo heredero al trono navarro, la usurpación de ese trono por parte de su padre Juan II, a la muerte de su madre Blanca I de Navarra, motivó el primer enfrentamiento de la nobleza catalana con la corona del Reino de Aragón.
La derrota de Carlos, Príncipe de Viana, en la batalla de Aibar y su encarcelamiento ordenado por su padre encrespó los ánimos de los privilegiados catalanes, con prebendas obtenidas de los enfrentamientos en tiempos de Alfonso el Magnánimo, con la participación de los miembros de La Biga como un grupo nobiliario y de La Busca, el partido de los menestrales y mercaderes. Las Cortes de Lérida celebradas en 1460 eligen un Consejo del Principado que exigió al rey la inmediata liberación de su hijo. Esta enérgica actitud, unida al levantamiento de los beamonteses navarros y a la movilización castellana con la frontera de Aragón, obligaron el rey Juan a ceder, liberando a Carlos y aceptando las capitulaciones de Vilafranca del Penedès (1461), donde se recogen las reivindicaciones políticas de la oligarquía barcelonesa, entre otras, la prohibición al rey de entrar en Barcelona sin permiso de la Generalidad.
Sin embargo, todo se vino al traste con el repentino fallecimiento del Príncipe a los pocos días de su liberación, consecuencia de una tuberculosis, agravada por el trato recibido durante sus reclusiones. El gran ámbito de privilegios obtenidos se deseaba mantener a toda costa por parte de la Biga, poseedores de tierras, castillos y derechos señoriales que les permitían vivir de sus rentas. Aliados el Consejo del Principado y los campesinos, con el inicial apoyo del Rey de Francia Luis XI, crearon un ejército para lograr la destitución del rey aragonés, a todo lo cual respondió Juan II penetrando en el Principado sin permiso de la Generalitad en Barcelona. El conflicto se generalizó y mientras Juan II lograba, astutamente, la ayuda del dicho rey de Francia, el Consejo intentaba que alguna persona de la realeza, surgida de las Capitulaciones de Caspe, aceptase la corona del Principado, aportando fuerzas a los miembros de la Biga, una vez desmembradas las fuerzas de La Busca. Y en tales momentos aparecen desde el rey de Castilla Enrique IV, que fracasado por las intrigas en su propia Corte, dio paso a Pedro de Portugal, quien se enfrenta al victorioso rey Juan en la batalla de Calaf, merced a los apoyos reales de aragoneses, valencianos y mallorquines, además de los de La Busca y los renombrados hombres de la remensa. Fallecido Pedro de Portugal, entra en escena Renato I de Anjou, nieto de Juan I de Aragón. Sin embargo, el sagaz rey Juan logra a finales de 1471, recuperado gran parte del Principado por sus ejércitos, iniciar el asedio de Barcelona, para el 8 de octubre de 1472 lograr la rendición de la ciudad, previa una amnistía general.
Y llegan las Capitulaciones de Pedralbes en virtud de las cuales se derogan las de Villafranca, ardientemente deseada supresión por el rey Juan, pero también se dispone la clemencia y el mantenimiento de la Diputación rebelde sin medida alguna contra los diputados rebeldes. Juan II fue clemente con todos los catalanes sediciosos, pero con ello no solucionó los problemas. Fue herencia para su sucesor, Fernando de Aragón.
Ahora bien, la revuelta resultó nefasta para el Principado. La Generalidad quedó absolutamente desprestigiada por haber sucumbido ante las fuerzas reales y ante los grupos que no deseaban el enfrentamiento civil ni el mantenimiento de las revueltas campesinas que les arruinaron. Mientras, de otro lado, las clases inferiores, empobrecidas por la guerra, sufrían las consecuencias de los incrementos fiscales para sufragar la contienda, aparte de quejarse de que los comerciantes habían abierto nuevos mercados fuera del Principado, provocando una carestía de la vida. La Generalitad, de otro lado, no podía devolver los créditos y préstamos recibidos del Consejo de Ciento ni de los particulares que habían confiado en su victoria, deseosos de obtener mayores prebendas y privilegios.
Un final que vino a representar que Barcelona, desestructurada socialmente, huérfana de dirigentes capaces, manteniendo unas instituciones que no alcanzaban a rivalizar ni con otras regiones europeas ni con la potencia de Castilla, dejara de ser una ciudad pujante, política y comercialmente, abandonando la situación boyante de la cual disfrutó durante gran parte del Medievo. La rebelión catalana contra el Rey Juan hundió en la pobreza a Barcelona durante años, un logro de nobles y dirigentes incapaces y ambiciosos.
Francisco Gilet
Bibliografía
Historia de la Generalidad de Barcelona y sus presidentes, Enciclopedia Catalana, S.A.
Josep M. Salrach per Artehistoria, La guerra civil catalana
Oct 8, 2018 | Actualidad
Ya con las dos flotas en orden de batalla, los cristianos a remo y los otomanos con todo el trapo desplegado, en el último instante el viento del Este roló al Oeste deteniendo el avance de la flota turca y lo que era más importante provocando que en la batalla el humo de la artillería cristiana se les echara encima.
Fuera por lo que fuese lo que al final ocurrió es que la batalla se dividió en tres partes, las primeras unidades en chocar fueron la del ala izquierda cristiana al mando de Barbariego y la de Siroco por los otomanos, el objetivo de estos segundos era doblar al ala cristiana acercándose a la costa todo lo posible, por parte de los cristianos sus esfuerzos eran evitar dicha superación, en el combate las galeras otomanas dejan un hueco entre ellos y el centro que es aprovechado por el veneciano Marco Quirini que con las naves del Papado y de Génova logran penetrar por el hueco superando a las turcas, estas probablemente por la cercanía a la costa en lugar de servirles de apoyo para su defensa su proximidad se convirtió en una insoportable tentación que les llevó a echarse a la playa y huir del combate.
Con la victoria en el ala izquierda cristiana el combate se desplaza al centro donde la flota turca choca contra el muro formado por las 6 galeazas que hacen dudar a algunas de las galeras enemigas y separarse rompiendo la formación a todas ellas, a partir de ese momento el objetivo es buscar a las capitanas de uno y otro bando, al final la Sultana y la Real entran en combate y con ellas el resto apoyando las unas a la primera y las contrarias a la segunda.
El combate entre la Sultana y la Real es confuso en unas ocasiones la victoria se decanta por un bando y en el siguiente por el otro.
Al final la llegada de la flota de Don Álvaro de Bazán reforzando a la Real con 200 hombres hace caer la balanza de la parte cristiana dando fin al combate con la muerte de Alí, al igual que la muerte de Siroco había dado fin al combate en el ala izquierda.
Pero…
Durante todo este tiempo, ¿Qué estaba ocurriendo en el ala contraria?
Uluch Alí al mando del cuerno izquierdo otomano viendo su superioridad en naves, mas de 90 entre galeras y galeotas, toma rumbo Sur-Suroeste tratando de superar a la flota de Juan Andrea Doria forzando a este a seguirle y dando lugar a una de las principales controversias de la batalla, unos autores afirman que fue un error de Doria y otros que fue un acierto, el hecho es que Uluch Alí empujo a Doria hasta el punto que el otomano pudo girar en redondo logrando poner proa a la batalla echándose encima del centro cristiano.
El tremendo golpe se lo llevaron las galeras de Malta y de Saboya que fueron arrasadas y así hubiese seguido sucediendo con el resto de la flota cristiana salvo por la aparición del grupo de Cardona y la reserva de Bazán que dio tiempo a que regresaran las naves de Doria poniendo en fuga a Uluch Alí con solo 16 galeras, abandonando las capturas realizadas.
Con la huida de Uluch Alí finalizaba la batalla y empezaba el recuento de bajas propias y contrarias, se calculan unas 40 (12 en combate) naves cristianas perdidas y unos 8000 hombres, frente a casi 200 (130 capturadas útiles) naves turcas y 30000 hombres muertos y 5000 prisioneros, liberándose unos 12000 cautivos cristianos.
Algunos autores enumeran algunas claves de la victoria cristiana:
- Mayor poder artillero de las naves.
- Mayor uso de las armas de fuego frente al mayor uso del arco y flecha por parte otomana.
- Mayor dotación de fuerzas en las galeras cristianas.
- Mayor protección de los soldados cristianos con peto, rodela, casco,…
- Don Juan de Austria haciendo caso a la recomendación de Don García de Toledo había rebajado los espolones de las naves cristianas esperando hasta el último momento a abrir fuego con la artillería sobre la flota otomana.
- Sobre las galeazas unos las ponen como clave de la victoria y otros no las dan tanta relevancia.
En cualquier caso la victoria cristiana se produjo y tuvo las consecuencias que la Historia nos ha enseñado.
Aunque la Santa Liga oficialmente permaneció hasta 1574 la verdad es que ya tuvo poca actividad pero para España significó que la presión y el apoyo otomano sobre las plazas del norte de África desaparecieron al igual que se redujo la presión sobre la costa del Levante Español y especialmente el apoyo a los moriscos.
Ninguna flota otomana ya se aventuró al Mediterráneo Occidental aunque la piratería berberisca continuó como ya se ha indicado hasta la paz conseguida en el reinado de Carlos III con Marruecos, Argel y Túnez.
Por parte de Venecia se produjo lo que ya se esperaba por todos los reinos cristianos, negoció con el turco acordando la paz, bastante vergonzosa, a cambio de mantener el comercio comprometiéndose a realizar elevados pagos anuales al Imperio Otomano a cambio de mantener un imperio comercial que tocaba a su fin herido mortalmente por la creación de las nuevas rutas comerciales que se iban abriendo por portugueses y españoles.
Y en general los reinos cristianos volvieron a lo que mejor se les daba y se les sigue dando como es…
¡Pelear entre ellos!
Vicente Medina
Oct 7, 2018 | Actualidad
¡Ahora pongámonos la gorra de ese siglo!
Lo recuerdo para todos aquellos que tengan la tentación de juzgar a nuestros protagonistas llevando las tecnologías del siglo XXI al XVI.
La navegación, los medios técnicos, el conocimiento de la meteorología,… no se aproximaban ni de lejos a los actuales.
¡Y ni hablar de tener satélites ni llevar un GPS en la muñeca!
Pero, volviendo a la Historia.
La flota esperó en Mesina al regreso de Gil de Andrade que traía noticias desde el Levante y finalmente el 15 de septiembre decidieron enviar de avanzada hasta Tarento a César Ávalos donde debería esperar a la llegada de toda la flota posteriormente, desde ‘el tacón de la bota italiana’, darían el salto a la isla griega de Corfú buscando a la flota turca.
La marcha se establecía en 4 cuerpos, por delante de todos ellos 8 galeras exploradoras al mando de Don Juan de Cardona, el primer cuerpo al mando de Juan Andrea Doria con 54 galeras, el segundo mandado por Don Juan de Austria con 64 galeras, en tercer lugar con Agustino Barbariego y 53 galeras, y por último la flota de socorro o reserva con 30 galeras al mando de Don Álvaro de Bazán.
Cada uno de los tres primeros cuerpos navegaban con 2 galeazas por cada uno de ellos, las galeazas son mayores que las galeras y mucho más fuertemente artilladas constituyendo verdaderos ‘castillos flotantes’, quizás se inspiraron en el magnífico resultado proporcionado por el galeón veneciano de Alejandro Condulmiero en la batalla de Préveza que se comportó como toda una fortaleza flotante.
La flota navegaba lista para entrar en combate preparados para adoptar la formación en águila en el momento que fuese necesario: La cabeza del águila serían las 6 galeazas, el ala o cuerno izquierdo sería mandado por Barbariego, el cuerpo o centro por Don Juan y el cuerno derecho sería para Juan Andrea Doria.
A la llegada a Corfú por fin recibieron la información que la flota turca al mando de Alí Pachá se encontraba fondeada en el Golfo de Lepanto formado por 210 galeras y 63 galeotas, naves algo más pequeñas que las galeras, con 35.000 hombres, de los cuales 2.500 eran jenízaros.
Se organizaban igualmente en cuatro escuadras y en la batalla igualmente se dispondrían en formación de águila, pero en este caso sin disponer de la cabeza con las galeazas empleadas en el caso de la flota cristiana, el cuerno derecho al mando de Mahomet Siroco con 54 galeras y 2 galeotas, en el centro para Alí con 87 galeras y 8 galeotas, finalmente el cuerno izquierdo se dio al corsario Cara Hosia (Khodja) con 61 galeras y 32 galeotas. El socorro o reserva sería para Murat Dragut con 8 galeras y 21 galeotas o fustas, nave inferior en tamaño a la galeota.
En total por una y otra flota se podría hablar entre soldados, marinos y galeotes de unos 80.000 hombres por cada bando, algunos autores elevan la cifra total a 200.000 los que finalmente participaron en el combate.
La orden de uno y otro general era buscar, encontrar y combatir a la flota contraria pero el movimiento de cada uno de ellos fue diferente, mientras que Alí prefirió esperar en el golfo con la ventaja y protección de la artillería de la costa, Don Juan dio orden de descender por la costa griega en busca de la flota enemiga, encontrándose ambas el 07 de octubre de 1571.
Durante las jornadas de navegación la flota cristiana se encontró continuamente con viento en contra por lo que la flota de vela quedó atascada en Corfú mientras que las galeras navegaron hasta Lepanto a fuerza de remo.
Por el contrario la flota turca tuvo viento favorable en su aproximación a la cristiana ¡salvo en el último y más decisivo momento!
Ya no tenemos alternativa, ha llegado el día en que todo se decidirá.
¡Mañana será la Batalla de Lepanto!
Vicente Medina