La Inquisición en México durante el siglo XVI

La Inquisición en México durante el siglo XVI

La Inquisición en México durante el siglo XVI.

1. Introducción.
2. Instalación del Santo oficio en América.
3. Una Inquisición para América.
4. Conclusión.

Autora: Carolina Campillay

1. Introducción:

El Santo Oficio de México, o más conocida por la Inquisición, fue un tribunal de justicia eclesiástica, encargado de atender los delitos, cometidos contra la fe católica, por la población no india; por lo cual encabezó juicios inquisitoriales, que conllevaron al cumpli­miento de sus sentencias, donde el castigo más extremo era la “rela­jación” o pena de muerte, aunque hay que decir también que era el menos veces impuesto dentro de sus sentencias. Tal procedimiento era aplicado sólo a aquellos reos que habían cometido faltas demostradas asociadas con la herejía, como criptojudíos (convertidos al cristianismo que seguían haciendo sus practicas judaizantes) y protestantismo ( lo que incluía tanto al luteranismo, como al calvinismo y al anglicanismo).

 Auto de Fe presidido por Santo Domingo de Guzmán,óleo de Pedro Berruguete , Museo del Prado

2. Instalación del Santo oficio en América.

La instalación del Santo Oficio en América, durante el reinado de Felipe II, supuso la puesta en marcha de tres tribunales (Lima, México y, posteriormente, Cartagena de Indias) y una decena de comisariatos.

En este marco, operó el traslado de la organización burocrática llevada adelante por la Suprema y los Inquisidores generales en la península.

La persecución de la “herejía” en el espacio americano significó la puesta en vigencia de nuevas formas de control sobre la población: la existencia de nuevas prohibiciones, la obligación de denunciar – bajo pena de excomunión-, la regulación del funcionamiento de los tribunales, el sometimiento al procedimiento secreto, la tortura, y los “autos de fe”.

Control de la paz social por medio de los tribunales.

Pensamos que -el considerar a la Inquisición en términos de instrumento de control social- nos permite realizar nuevos aportes a los estudios realizados por la región de Córdoba del Tucumán.

En este sentido, cobran nuevos relieves explicativos la fuerza y la persistencia temporal de la Inquisición moderna, en razón del carácter religioso de las materias de su competencia.

Porque si en principio, la naturaleza religiosa de su jurisdicción parecía conferir a la Iglesia su condición de agente de control sectorial, se trató sólo de una aparente realidad, ya que, de hecho, la vigilancia de lo religioso en las sociedades tradicionales tenía repercusiones en todas las demás esferas del sistema social.

La religión no es sólo un aspecto, entre los varios constitutivos de la cultura comunitaria, sino el principio estructurante de toda la cultura; toda la organización social de la época estaba “estrechamente vinculada a lo sagrado” y “el poder”, a todos los niveles.

Breve cronología.

En 1521, concretamente el 13 de agosto, se consuma la empresa de descubrimiento y conquista, iniciada en febrero de 1517 por Francisco Hernández de Córdoba, es decir, la caída de Tenochtitlán en manos de las tropas comandadas por Hernán Cortés, con lo cual se daba inicio a tres siglos de dominación española en lo que se denominó la Nueva España, actualmente México, el sur de los Estados Unidos y las Repúblicas centroamericanas.

El primer contingente de frailes misioneros llegaría a tierras novohispanas en 1524, o sea, el grupo de doce franciscanos encabezados por fray Martín de Valencia, denominados los «doce apóstoles», entre los que venía gente que se destacó enormemente en diversos campos de la obra civilizadora que los religiosos llevaron a cabo en aquellas tierras. No obstante ello, desde un principio, es decir, antes de la llegada de Valencia, las tropas españolas venían acompañadas de eclesiásticos, como era natural, los cuales ya, desde 1522, hubieron de ejercer actividades inquisitoriales, puesto que traían poderes para ello, tanto del inquisidor general de España como del obispo de la isla de San Juan y del viceprovincial de los dominicos en las Indias, fray Pedro de Córdoba.

Así sabemos que en 1522 hubo un proceso por amancebamiento, contra un indio de Acolhuacan, y la expedición de dos edictos en 1523, uno contra herejes o criptojudíos y otro contra personas que -de obra o palabra- hicieran cosas que parecieran pecados.

3. Una Inquisición para América.

La introducción de la Inquisición, en el espacio americano, supuso el traslado de la institución a un espacio totalmente diferente al europeo; es por ello que autores como Escandell Bonet, insiste en la existencia de un “modelo americano” de organización y funcionamiento del Santo Oficio. En este sentido, el autor individualiza las siguientes características diferenciales:

  • La cobertura del territorio y organización del propio tribunal, sobre la pauta de la organización eclesial y administrativa del virreinato.
  • La exclusión de los indígenas de la jurisdicción inquisitorial, ya que estaba destinada al control de “cristianos viejos”.
  • El tamaño reducido y el carácter urbano, del contingente de los destinatarios.
  • El control del ingreso de extranjeros portadores de ideas y creencias diferentes a la ortodoxia católica.

En este punto, debemos mencionar que los tribunales locales funcionaron bajo la dependencia – y a la cabeza- del Inquisidor General y el Consejo de la Inquisición,  también conocida como “la Suprema”, con sede en la península.

Autoridades: Inquisidor general y consejeros.

El Inquisidor General, nombrado por el Papa de turno a propuesta del Rey, era la máxima autoridad inquisitorial, en los dominios tanto peninsulares como ultramarinos; mientras que la Suprema estaba integrada por consejeros, que operaban como asesores del Inquisidor general, y le acompañaban en la conducción del Santo Oficio.

Tribunales americanos.

Ahora bien, entre 1569 y 1610, se conformaron los tres tribunales americanos, que estuvieron integrados no sólo por los inquisidores, las máximas autoridades a nivel local, sino también por un plantel de funcionarios, entre los que se hallaban calificadores, fiscales, receptores, escribanos, abogados defensores, tesoreros… entre otros.

Paralelamente, se nombraron gran cantidad de comisarios y familiares, para que ejercieran el control de todo el territorio que se encontraba lejos de la sede cada uno de estos tribunales. La lejanía implicaba decididamente demasiados kilómetros, la vastedad de los territorios comprendidos (ver en el mapa) en la jurisdicción de cada tribunal era inconmensurable.

Tribunal de Lima.

El Tribunal de Lima, por ejemplo, abarcó la extensión del Virreinato, comprendida por las audiencias de Panamá, Santa Fe de Bogotá, Quito, Lima, Charcas y Chile; y catorce obispados: Lima, panamá, Santa Marta, Cartagena, Popayán, Bogotá, Quito, Trujillo, Cuzco, Asunción, La Plata, Santiago, Concepción y Tucumán.

Es decir, el espacio que hoy conforman los estados de Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Paraguay y Uruguay; casi tres millones de kilómetros, cuando los inquisidores en España tenían por cada tribunal espacios que oscilaban entre 5.000 y 6.000 km2 (en la península había 16 tribunales que actuaban sobre un total de 500.000 km2).

Audiencias del Virreinato de México.

Por su parte, el Virreinato de México contaba con tres audiencias: México, Guadalajara y Guatemala; y diez obispados: México, Tlaxcala, Guadalajara, Michoacán, Chiapas, Yucatán, Guatemala, Nicaragua y Antequera.

Además de inmenso, este territorio era discontinuo: se necesitaban meses para llegar a las Islas Filipinas, a las que muchas veces sólo se accedían una vez al año; sin olvidar la existencia de tierras recortadas por cordilleras, ríos caudalosos, lagunas y pantanos que aislaban ciertos espacios.

Tribunal de Cartagena de Indias.

Según fuentes de Alberro Solange, la Inquisición mexicana no tardó en darse cuenta de lo difícil de su tarea, habida cuenta de lo dilatado del distrito, y cuando se creó el Tribunal de Cartagena de Indias, en 1610, que llegó para aliviar al de Lima, solicitaron el establecimiento de un tribunal en Guatemala, que tuviera jurisdicción sobre una parte de América Central. Pero por razones financieras, el pedido fue denegado.

Palacio de la Inquisición, en Cartagena de Indias.

Estas circunstancias, incidieron, no sólo en la característica netamente urbana, que tiñó a estos tribunales a diferencia de los asentados en tierra europea, sino también en la mayor autonomía de la que gozaron, con respecto a los peninsulares; hecho que Escadell Bonet denomina como una suerte de “privatización” de funciones.

Jurisdicciones.

Ahora bien, el carácter urbano del dispositivo inquisitorial americano, puede explicarse, así mismo, en que los destinatarios de su accionar fueron en principio “cristianos viejos”. De esta manera, comisarios y familiares trabajaron en “pueblos de españoles”, sedes episcopales, ciudades o puertos mercantiles; a diferencia de los comisarios y familiares que operaban en la península, que se radicaban en la campaña, puesto que en las ciudades había tribunales.

Población de destino.

Sin embargo, es imprescindible aclarar que si bien los indígenas no fueron susceptibles de ser perseguidos desde el establecimiento formal de la Inquisición, desde los primeros días de la conquista los obispos – y hasta visitadores- actuaron munidos del título de “inquisidores apostólicos”, en distintos puntos de América y los juzgaron por “herejía”.

Juan de Zumárraga.

Sólo a manera de ejemplo, citamos el caso del franciscano Juan de Zumárraga, obispo de México e Inquisidor apostólico, quien a mediados del siglo XVII, en México, enjuició a 19 indígenas bajo la imputación de brujería.

Pero la Inquisición americana no sólo actuó sobre los “católicos bautizados” y “cristianos viejos”- según comprendía a su jurisdicción- sino que también incluyó entre los esclavos africanos, que habitaban el espacio americano, y sobre quienes ostensiblemente no practicaban la religión católica, como por ejemplo, los protestantes, considerados como extranjeros y generalmente asociados a los piratas.

Suele mencionarse, asimismo, que debido a la magnitud del territorio y el escaso control que efectivamente la Inquisición pudo llevar adelante debido a que gran parte de la población quedó fuera de su jurisdicción, lo que puede ser considerado como una reducida presión inquisitorial, frente a lo actuado por los tribunales peninsulares.

Volumen de autos.

Scandell Bonett lo mide a través del número de juicios incoados por los tribunales locales, comparados con la producción de expedientes judiciales de la época en la península. Sin embargo, pensamos que la cantidad de los autos o expedientes procesados no puede ser la única medida para considerar la existencia de mayor o menor presión inquisitorial. O en todo caso, mirarla desde las particularidades del contexto: en jurisdicciones que estaban fuera del control real de las máximas autoridades inquisitoriales y del Rey, el número de expedientes procesales puede ser significativo.

Volumen de Juicios sumarios.

Más aún, cuando comienzan a trabajarse los archivos de los comisariatos que funcionaban en espacios muy alejados, como el de Córdoba que trabaja bajo la dependencia de Lima: la incoación real de más de 180 sumarias durante el siglo XVIII y principios del XIX, en una ciudad pequeña y de frontera, resulta altamente significativa, sobre todo porque el tribunal se encuentra a miles de kilómetros.

Jurisdicción de los tribunales.

El hecho de que se trataba de tribunales que funcionaban lejos de la metrópoli y bajo las circunstancias ya enunciadas, no era ignorado por los Inquisidores. Todo lo contrario, puesto que elaboraron instrucciones destinadas a regular las actuaciones de los tribunales de México y Perú, con motivo de su creación, ya que se les concedió amplias facultades procesales y sólo debían consultar a la Suprema, las sentencias de muerte, cuya ratificación se reservaba el poderoso órgano colegiado.

Jerarquía entre los tribunales.

En este punto, las Instrucciones de Espinosa, independizaron al tribunal mexicano de la Suprema, aunque lo sujetó a las instancias locales: por ejemplo, cuando surgía una duda sobre la aplicación de tormento o el aceptar una “reconciliación”, el tribunal local podía decidirlo; sin necesidad de acudir a la Suprema.

Recordemos que la instancia local estaba compuesta no sólo por los inquisidores, sino por el ordinario y los consultores, que desempeñaban como jueces de la Audiencia.

Recursos de actuación.

Por su parte, los comisarios, designados desde el tribunal limeño, en su misión de identificar y combatir la “herejía” actuaron munidos, es decir provistos o fortalecidos, del arsenal jurídico mencionado, concentrado en:

  1. Manuales.
  2. Instrucciones para Comisarios.
  3. Edictos de Fe y Anatemas.
  4. Disposiciones específicas que dictaba para un caso en particular, el tribunal.

Va como ejemplo, lo reflejado por la documentación encontrada en la “Sección Inquisición” del Archivo del Arzobispado de Córdoba.

Instrucciones de la Inquisición.

Las Instrucciones para Comisarios fueron dictadas por las autoridades inquisitoriales con el objetivo de asignarles la jurisdicción, competencia y los pasos a seguir en el trámite de las causas que debían llevar lejos del tribunal superior. Podían ser generales y/o especiales.

Entre las primeras podemos citar la Instrucción dictada por la Suprema, en 1569, para todos los comisarios americanos y las competencias eran entregadas a cada uno de ellos cuando las asumían, atendiendo a las características de la jurisdicción, en la que debían ejercer su oficio según los pasos indicados anteriormente.

Edictos publicados.

En cuanto a los edictos de Fe y los Anatemas. Eran verdaderos catálogos en los que se describía con detalle todas las acciones u omisiones perseguidas, y las formas de “cometerlas”; entre ellas se incluían la práctica del judaísmo, del protestantismo, la brujería, etc.

Ejemplar de un edicto en la Nueva España.

Debían ser leídos, cada tercer año, en todas las poblaciones que contaban con un mínimo de trescientos vecinos, durante la Cuaresma. Los inquisidores debían cumplir con este trámite, en la capital y sus alrededores, mientras que los comisarios -debían hacer lo propio- en las  jurisdicciones que se encontraban a su cargo.

Generalmente, tenía lugar en las catedrales – así se hizo en Córdoba-, donde debían asistir de manera obligatoria todas las personas que habitaban el lugar, previo pregón realizado con uno días de anticipación.

Objetivos de los edictos.

La finalidad de esta lectura residía en dar herramientas a los asistentes para identificar la comisión de algunas de estas “herejías” entre conocidos y parientes, para luego denunciarlos ante el comisario.

Ahora bien, aun cuando, en apariencia, estamos frente a un saber letrado, elaborado por y para letrados, puesto que sólo se podía ser funcionario del tribunal quienes lo pudieran acreditar, debemos destacar que entre ellos existieron algunas diferencias originadas por la finalidad que debían cumplir.

Categorías de los escritos.
  • Los manuales, fueron escritos por letrados de alto vuelo intelectual y estaban destinados a otros letrados, que debían cumplir la misión de juzgar o iniciar los procesos, como en el caso de los comisarios. En ellos hallamos un hermetismo técnico típico del discurso legal tradicional, un sin fin de citas, que justifican la autoridad de procedencia de cada norma, pero que también ayudan a ampliar el conocimiento del lector y la típica casuística en la enunciación de las normas.
  • Los edictos, escritos en castellano, eran más descriptivos, el lenguaje perdía tecnicismo, para ilustrar con ejemplos claros, lo que entendían por la existencia de indicios en la comisión de alguna “herejía”, como el “judaizar”.
Destinatarios de los escritos.

Estos contenidos, estaban dirigidos al público que mayoritariamente era analfabeto, o que aun cuando fuese letrado, no poseía el conocimiento de las sutilezas teológicas para juzgar los hechos de los que fuesen acusados.

Lectura pública de edictos.

Su lectura pública, aún como fin instrumental puesto que la mayoría de la población de la época no sabía leer, supuso una oportunidad para la gente tanto de “utilizar los textos como también de familiarizarse directa o indirectamente con los modelos narrativos fijados por la tradición escrita de la élite dominante”.

Asimismo, observamos que en los Manuales se refleja la descripción de los “delitos” al “estilo europeo”, mientras que en Edictos que se dictaban para leer en América, existieron adaptaciones a las “condiciones americanas”. Por ejemplo, en relación a la persecución de las prácticas mágicas locales, que pasaron a ser “heréticas” para los inquisidores.

Denuncias archivadas y catalogadas.

Ahora bien, para saber si realmente cumplían con el efecto perseguido por los inquisidores, si propiciaban las denuncias, debemos acudir a los archivos. Según Francisco de Alberro, tomado como referencia de fuentes de la época, no está en condiciones de responder esa pregunta, o así lo menciona en su obra.

Perfil de los denunciantes.

Sin embargo, para el caso de Córdoba de México, durante el siglo XVIII, estamos en condiciones de afirmar que la mayoría de las denuncias incoadas aparecen en el período de cuaresma, después de la lectura de los mencionados edictos.

Tribunal del Santo Oficio en México.

Y dentro de este grupo, son las mujeres quienes sacuden con mayor asiduidad ante los estrados del comisario, para dar cuenta de tal o cual hecho, individualizando a sus vecinos, amigos y parientes.

Incoación de los procedimientos.

En este sentido, las denuncias jugaron un rol fundamental en el inicio de las causas; y si bien, también los inquisidores o los comisarios podían actuar de oficio- aún a partir de un simple rumor- , la institución trabajó denodadamente para conseguirlas; puesto que obligó a denunciar a todos los bautizados, mayores de 14 años, si eran varones o de 12 años, para las mujeres, independientemente de su estado o posición social, bajo pena de “pecado mortal” y excomunión.

Secreto de sumario.

Utilizando, tanto métodos coercitivos como persuasivos, la Iglesia las convocaba de manera constante desde los púlpitos, y las estimulaba en los confesionarios, llegando a favorecerlas con el secreto procesal, que las liberaba de toda responsabilidad jurídica o moral, (que a su vez los protegía de las posibles represalias de los acusados).

Funciones de los Comisarios.

En este punto, es imprescindible mencionar que los Comisarios – como en el caso del de Córdoba- tenían entre sus labores ineludibles, la recepción de las denuncias, para dar curso a las sumarias y proceder a la detención del o la “hereje”. Quienes en definitiva, debían ser enviados al Tribunal de Lima, para que definiera la situación.

No es casual, por tanto, que en el Archivo del Arzobispado hayamos encontrado gran cantidad de estos documentos.

Denuncias recibidas.

La recepción de la denuncia, constituía un acto solemne, que debía reflejarse en un acta especial, labrada por el escribano que colaboraba con el Comisario, siguiendo las normas del procedimiento inquisitivo, a través del cual se juzgaba a las personas.

Comparecencias.

Ahora bien, una vez que el delator (o delatora) decidía comparecer ante el Comisario, el escribano de turno elaboraba el acta correspondiente, que daba inicio a la sumaria, colocando en primer lugar la data, el momento del día en el que él, o la compareciente, se había presentado, el nombre del Comisario de instrucción, la constancia de que el denunciante lo hacía: “sin ser llamado”, si era hombre o mujer, y al grupo social de pertenencia.

Juramento.

A continuación, se le tomaba juramento y se le obligaba aguardar secreto de cuanto sucediese en esa instancia. Recordemos que el secreto era un componente crucial en el procedimiento inquisitivo, puesto que se entendía que garantizaba las actuaciones del tribunal, lo que en todo procedimiento judicial hoy en día es  llamado secreto de sumario durante la fase de investigación de un procedimiento.

Toma de declaración.

A continuación, el compareciente daba sus datos personales: nombre y apellido, “calidad” (don, doña, grado universitario, esclavo/a perteneciente a… , etc.), estado, lugar de nacimiento, si era vecino de la ciudad, ocupación y edad. Inmediatamente, y previa aclaración de que formulaba los cargos “por descargo de su conciencia”, describía los hechos, mencionaba al presunto culpable- algunas veces añadiendo una somera descripción física-, facilitaba el nombre de quienes habían presenciado los hechos; y en algunos casos hasta formularon apreciaciones personales, sobre el acusado o el suceso en cuestión.

Ratificación los hechos declarados.

Finalmente, ratificaban que los hechos aludidos eran veraces, y previa lectura de la declaración- que realizaba el escribano-, firmaban la declaración, junto al escribano y el comisario de turno. Previamente, habiendo pasado nuevamente por la instancia de reiterar que todo lo actuado se hacía por “descargo de conciencia” y que quedaría en secreto.

En este punto, cabe aclarar que, como se trata de documentos oficiales, entendemos que sus dichos pudieron quedar atrapados dentro de las fórmulas procesales de los escribanos,  quienes les hicieron decir a todos los y las comparecientes, que informaban.

Testigos llamados a declarar.

A partir de entonces, el comisario continuaba la sumaria, llamando a testigos y en algunos casos, procediendo a la detención del o la implicada, que en Córdoba operó en la cárcel capitular.

Interrogación de los testigos.

Los testigos eran interrogados, de manera similar a lo ya referido para quienes comparecieron voluntariamente.

Finalizada la sumaria, se solicitaba la ratificación de todo lo dicho, bajo la atenta mirada de testigos que trabajaban para la Inquisición, para luego disponer su envío a Lima o tribunal de orden superior (junto con el o la detenida, si lo tenían).

Exhortos.

Finalmente, debemos mencionar las múltiples cartas y exhortos recibidos del tribunal de Lima y las que los comisarios enviaron, mediante los cuales se hacían apelaciones de la época a tribunales superiores, con lo que la garantía del procesado estaba presente durante todo el proceso.

4. Conclusión.

A manera de conclusión, diremos que en este trabajo nos hemos concentrado en trabajar un aspecto habitualmente no abordado, a pesar de que siempre se los utiliza como fuentes imprescindibles para realizar las investigaciones.

Pensamos que trabajar desde esta perspectiva, nos acerca, sin lugar a dudas, al pensamiento de quien legisló, de quien codificó, de quienes detentaron el lenguaje para “ordenar” con un fin determinado: “la salvaguarda de la pureza de la verdad”.

A través de su individualización y su rescate, hoy conocemos los instrumentos conceptuales con los que operaban los inquisidores, para poder abordar con mayor riqueza y profundidad lo que aconteció con la Inquisición en América. Como también, que forman parte de un tejido jurídico singular y complejo, en el que aparecen normas y práctica acumuladas y de distintos orígenes.

Los documentos, devenidos en instrumentos necesarios para la prosecución de los fines de este peculiar tribunal, nos devela una Inquisición, discreta, burocrática y hasta silenciosa, a la par de la ostentosa y ceremonialista, que aterrorizaba con el humo de las hogueras, que supo trazar -a través de los papeles- una extensa red. que cubría el territorio de sus dominios, buscando eficacia y eficiencia en la persecución de “herejes” y “herejías”.

Autora :  Carolina Campillay

Bibliografía.
Historia de la Inquisición en España y en América, II: Las estructuras del Santo Oficio.
El Palacio de la Inquisición y las hogueras para herejes
Epílogo
     por Sandra Fernández

Conviene también conocer el porqué y para qué se crearon los Tribunales de la Inquisición e interrelacionar las rutas comerciales en las que intervenían los perseguidos como herejes y piratas, su relación con las rutas de esclavos y la interrelación con financiación del protestantismo, puede verse en la entrada:

Contexto en el que fueron creados los tribunales de la Inquisición en América.

En el anterior artículo, se exponen cuando, donde y cómo se realizaron los tribunales de la inquisición en América, y en qué consistían: conviene además conocer el porqué fueron creados y su origen, para así poder situar los tribunales de la Inquisición tanto en Europa como en América en su contexto histórico.

Por Sandra Fernández González

 

El sorprendente origen de los hospitales

El sorprendente origen de los hospitales

Santuario y sanatorio de Pritaneión, dedicado a Asclepio

Artículo escrito por José Jara – Profesor de Historia de la Medicina. Universidad Francisco de Vitoria

 

¿A quién se deben los primeros hospitales?

 

Puede que muchas personas no sepan responder a la pregunta sobre cómo aparecieron los primeros hospitales. Sin embargo, la respuesta a esta cuestión es la clave para entender muchos otros sucesos que ocurrirían más tarde. Durante los siglos que abarcan la civilización mesopotámica, el desarrollo de la Grecia clásica y los primeros tres siglos del Imperio Romano, a nadie se le ocurrió fundar un hospital.

En este largo periodo de tiempo de las civilizaciones que consideramos el fundamento de nuestra cultura actual, sólo tenemos noticia de la existencia de los templos de Asclepio, en Grecia, como lugar al que acudían los enfermos aquejados de diversos males buscando una curación milagrosa a través del sueño en una noche de estancia en los mismos. 

Hospital de campaña en la Columna de Trajano

Hospital de campaña en la Columna de Trajano

Por otra parte, sabemos de los hospitales militares de campaña denominados valetudinaria que acompañaban en sus campañas a la Legiones del ejército romano, pero en todo este tiempo no hay noticias de auténticos hospitales de crónicos.

Los enfermos se atendían en la propia vivienda familiar o quedaban expuestos a la caridad pública malviviendo de limosnas en las calles de las urbes o, lo que es peor, siendo expulsados de la comunidad con el descalificativo de ser “impuros”.

Santos de Dios: 27 de diciembre: Santa Fabiola

FABIOLA

 

CONSTATINO EL GRANDE

Toda esta situación de desamparo cambió a partir del siglo IV d.C. con el Edicto de Constantino en el año 313, cuando tras ser concedida la libertad a los cristianos para ejercer su religión y participar en la vida pública, una mujer llamada Fabiola, patricia romana, después de su conversión comienza a ejercer una actividad nunca antes descrita en la Roma imperial.

Según cuenta el autorizado testimonio de san Jerónimo “Ella fue la primera que construyó un hospital para acoger a todos los enfermos que encontraba por las calles: narices corroídas, ojos vacíos, pies y manos secas, vientres hinchados, piernas  esqueléticas, carnes podridas con un hormiguero de gusanos, … Cuántas veces, personalmente ella cargó con enfermos de lepra que otros, también hombres duros, no acertaban ni siquiera a mirar. Ella les daba de comer y hacía beber a aquellos cadáveres vivientes una taza de caldo (…). Ni siquiera con cien lenguas o con una garganta de bronce podría nombrar todas las crueles enfermedades  de los sufrientes pobres que Fabiola alivió de modo tan milagroso que muchos sanos llegaron a envidiar a los enfermos”.

JULIANO EL APOSTATA

JULIANO EL APOSTATA

Surge así el concepto de “hospital” como lugar en el que se practica la hospitalidad, la acogida,  con quienes antes se encontraban desvalidos, sin tener adónde ir ni quien les atendiera en el trance sus enfermedades. 

Este revolucionario concepto de asistencia institucionalizada, además, no constituyó un hecho aislado sino que, a partir de su puesta en práctica inicial, dio lugar a una extensa red de asistencia desarrollada por parte de los nuevos cristianos que, de este modo, hacían que palabras de Jesús recogidas en los Evangelios tales como “lo que hagáis con estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hacéis” (Mt 25, 31-46), no se quedaran en letra muerta sino que se convirtieran en un estímulo para una intensa acción de ayuda humanitaria que se fue propagando por el Imperio Romano.

De hecho, resulta muy clarificador para valorar la trascendencia de la nueva situación creada, recordar que cuando el emperador Juliano el Apóstata (331-363 d.C.), llamado así por su apostasía de la religión cristiana en la que fue educado, decidió reimpulsar de nuevo los cultos paganos, una de sus primeras medidas fue intentar convencer a los sacerdotes de esos cultos de que se implicaran en obras asistenciales siguiendo el ejemplo del cristianismo, ya que veía en esa asistencia institucional uno de los motivos por los que cada vez más personas se unían a este nuevo culto religioso.

De hecho, en una carta dirigida al clero imperial, observó que consideraba “vergonzoso que cuando ningún cristiano jamás tiene que mendigar y los impíos galileos sostienen no solo a sus propios pobres sino también a los nuestros, todos ven que nuestro pueblo no recibe ayuda de nosotros”. Es obligado decir que este empeño del emperador tuvo poco éxito y fue recibido con escepticismo por los sacerdotes paganos, que se habían convertido en un tipo más de funcionarios del imperio.

Sin duda, sería deseable que todo esto pudiera ser enseñado a las nuevas generaciones, tanto en el currículum escolar como en los planes de estudio de nuestras universidades, ya que recordar nuestras raíces puede ser el modo más apropiado de valorar todo lo bueno  de lo que somos herederos y beneficiarios gracias a  los que nos precedieron en el camino de la Historia. Todo un reto que deberíamos asumir urgentemente.

REFERENCIAS

  • San Jerónimo. Carta 77, 6. Texto citado en: Luca Borghi. Breve Historia de la Medicina. Ediciones Rialp. 2018. p 60.
  • Paul Jonson. La Historia del Cristianismo (II). Penguin Random House Grupo Editorial SAU. 2018. p 29.

 

El patrimonio español con enfoque femenino (2ª parte)

El patrimonio español con enfoque femenino (2ª parte)

Seguimos haciendo un breve repaso de la mano de nuestra colaboradora y amiga Constanza Carmona por algunas de las mujeres de la historia de España que tanto hicieron por enriquecer nuestro patrimonio artístico y cultural. Mujeres cultas, femeninas, madres, esposas e hijas que vivieron su feminidad con naturalidad y acierto.

Si bien los  365 días del año son idóneos para rendir un homenaje a la mujer, estos días cercanos al 8 de marzo,  queremos resaltar el «genio femenino» al que tanto debemos.

¡El arte nos acerca a lo infinito!

Sigo cronológicamente:

EMPERATRIZ MARIA DE AUSTRIA, cansada de luchar contra el protestantismo quiso, una vez viuda del emperador Maximiliano II, volver a Madrid, ciudad que la vio nacer y corazón de la Monarquía Católica. Convencida de la enorme importancia de la educación en la sociedad, por su influencia en el desarrollo de la persona y el conocimiento de la Verdad que le inmuniza de mentiras y manipulaciones, dejó a su muerte- en 1603- heredera de sus bienes a la Compañía de Jesús para que fundara el Colegio Imperial en Madrid, con su iglesia adjunta, hoy Colegiata de San Isidro. Convertida en una prestigiosa institución, por sus aulas pasaron los más ilustres personajes del Siglo de Oro Español, así como intelectuales posteriores.

 

Reina de España por su matrimonio con Felipe III, MARGARITA DE AUSTRIA, fundó en 1610 el Real Monasterio de la Encarnación en Madrid, de agustinas recoletas, que custodia en el silencio de la clausura un verdadero museo de obras pictóricas, escultóricas y de orfebrería de los siglos XVII y XVIII. ¿Sabían que desde hace siglos forma parte de la tradición, y de la devoción, visitarlo el día de San Pantaleón, cuyo relicario contiene la sangre del mártir que se licua milagrosamente cada año el 27 de Julio?

 

Y qué decir de la abulense Teresa de Ahumada y Cepeda, nuestra mujer quizá más internacional. Maestra de la mística, SANTA TERESA DE JESÚS, primera doctora de la Iglesia Universal, nos ha legado sus valiosos pensamientos escritos ysembró España de conventos carmelitas que, aún hoy activos, enriquecen nuestras ciudades declaradas Patrimonio de la Humanidad.

 

Obligado es recordar a ISABEL DE FARNESIO, reina de España por su matrimonio con Felipe V, recibió una sólida formación intelectual en su infancia. Se interesó por la cultura a lo largo de su vida. Aficionada a la música, el teatro, coleccionista de libros, pinturas, esculturas, etc, llegó a atesorar más de 900 cuadros, de autores flamencos, franceses, italianos y españoles, muchos en el Museo del Prado (entre otros “La Sagrada Familia del Pajarito” de Murillo) y otros en Palacios Reales, hoy de Patrimonio Nacional. Se ocupó personalmente de la decoración del nuevo Palacio de la Granja.

 

Fue BARBARA DE BRAGANZA fiel y eficaz consejera política de su esposo Fernando VI, de quien fue valioso complemento y apoyo. Las crónicas la describen bondadosa, piadosa, inteligente, de fina sensibilidad y muy culta. Hablaba varios idiomas, amante de las artes, de la lectura –reunió una importante biblioteca- y, sobre todo, de la música. Tocaba varios instrumentos, compuso alguna obra y fue mecenas de la voz más afamada de su tiempo, la del italiano Carlo Broschi, el “castrati Farinelli”, y del músico Doménico Scarlatti durante años.

 

Fundó en 1750 el Real Monasterio de las Salesas Reales (Iglesia de Santa Bárbara) en Madrid para vivir los años de su viudedad y ser allí enterrada, consciente de no poder serlo en el Escorial al no haber tenido descendencia. Aunque no llegó a estrenarlo, hoy el que fuera palacio adjunto, es la sede del Tribunal Supremo. El capricho de una reina, exquisito ejemplo del rococó en España.

 

No podemos olvidar a la madrileña María Josefa Pimentel y Téllez-Girón, CONDESA-DUQUESA DE BENAVENTE Y CONSORTE DE OSUNA, quien tuvo una activa presencia en la vida intelectual de la época. Mujer inteligente e ilustrada, protegió y ayudó generosamente a literatos, científicos, arquitectos y pintores. Escritores como Leandro Fernández Moratín, Cadalso, Samaniego y José Iriarte eran habituales en las tertulias que organizaba en los salones de su palacio. Don Ramón de la Cruz estrenó varias obras allí. Además, quiso ocuparse personalmente del cuidado y la educación de sus 9 hijos (aunque 4 fallecieron en la infancia), a quienes dedicaba todo el tiempo que podía.

Contrató a Luigi Boccherini para enseñarles música. Fueron ella y su marido quienes introducen a GOYA en la corte, hasta llegar a ser nada menos que pintor de cámara. Ella le encargó números lienzos destinados al nuevo palacio de EL CAPRICHO, a las afueras de Madrid, que conserva uno de los jardines más bonitos del siglo XVIII.

Para su decoración también hizo venir de París a los mejores paisajistas y arquitectos del momento.

 

Educada con esmero en la corte portuguesa, MARÍA ISABEL DE BRAGANZA recibió una exquisita formación artística. De carácter sencillo y afable, se convierte en Reina de España por su matrimonio con su tío Fernando VII. Su corta vida, pues murió con 21 años a consecuencia de un parto, no le impidió tener un papel determinante para la cultura española. Propició que también las mujeres recibieran clases en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Fue ella quien motivó la fundación ¡nada menos! del Museo del Prado, una de las principales pinacotecas y más visitadas del mundo.

Ya afirmaba Santo Tomás: “Lo bello es aquello que, una vez visto, complace”. ¡Cuánta necesidad de belleza tenemos!

 

Y me permito terminar con ISABEL II, “la reina de los tristes destinos” como la llamó el inmortal Galdós. Reina desgraciada en lo personal, cuestionada desde su nacimiento como heredera al trono de su padre Fernando VII, encontró refugio en la música, pasión heredada de su madre la napolitana María Cristina de Borbón– quien había fundado en 1830 el Real Conservatorio de Música-. Los conciertos de música vocal e instrumental en Palacio eran continuos, con la participación entre otros de Franz Listz.  Protegió y dotó a numerosos artistas musicales. Fomentó la Zarzuela y la ópera. A ella debemos la construcción del Teatro Real de Madrid en 1850, digno coliseo para la capital de España, donde se han representado obras de los más destacados compositores por los mejores divos y orquestas del mundo. Creó en 1856 las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, donde artistas desconocidos pudieran darse a conocer al gran público, ganar medallas, menciones honoríficas y becas de formación. Obras como “El testamento de Isabel la Católica” de E. Rosales, “Don Pelayo en Covadonga” de L. Madrazo,” El primer desembarco de Colón en América” de D. Puebla, “La rendición de Bailén” de Casado del Alisal, “La conversión del Duque de Gandía” de Moreno Carbonero, “Los fusilamientos del tres de mayo en la montaña del Príncipe Pío” de V. Palmaroli, entre otros, fueron premiadas en distintas ediciones. Obras destinadas a resaltar momentos gloriosos de la historia de España. Las Exposiciones fueron un verdadero acicate para el resurgimiento del arte español, que premiaba a los mejores.

 

No es posible abarcar aquí todas las mujeres españolas que de alguna manera se implicaron en el servicio a la humanidad, que es lo propio de la cultura. Mujeres orgullosas de su condición femenina y que contaron con el apoyo, respeto y colaboración de los hombres de su entorno.

Por supuesto, no sólo rendir homenaje a las mujeres importantes y famosas del pasado o las contemporáneas, sino también a las anónimas, que expresan su talento femenino en el servicio a los demás en lo ordinario de cada día.

 ¡ES MUCHO LO QUE LA SOCIEDAD DEBE AL “GENIO FEMENINO”!

 

Constanza Carmona Soriano   

Historiadora del Arte

Directiva de la Asociación para la Difusión y Promoción del Patrimonio Español.                            

 

 

El patrimonio español con enfoque femenino

El patrimonio español con enfoque femenino

Tenemos la inmensa suerte de poder compartir con vosotros este artículo de nuestra colaboradora Constanza Carmona, historiadora del arte y Directiva de la Asociación para la Difusión y Promoción del Patrimonio Español.

Un repaso sobre el «genio femenino» en nuestra historia. Grandes mujeres que con la ayuda de también grandes hombres y sin enfrentamientos, han contribuido a enriquecer nuestro Patrimonio cultural. 

El artículo, lo vamos a publicar en dos entregas para que puedas empaparte bien de su riqueza. Aquí dejamos la primera parte. Esperamos que lo disfrutes.

EL PATRIMONIO ESPAÑOL CON ENFOQUE FEMENINO

Siempre es un buen momento para hablar del “genio femenino”. Y, aunque no es necesario esperar al día 8 de marzo, tan politizado e ideologizado por desgracia, su proximidad hace oportuno traer a la memoria el nombre de mujeres grandes de la historia de España que apostaron por la auténtica belleza, en particular de nuestro Patrimonio artístico y cultural. El común denominador es entender la Belleza como puerta de entrada a la Verdad y la Bondad, ya que cualquier manifestación artística, ya sea pintura, arquitectura, escultura, música, poesía, ha de entenderse como expresión del genio creador del hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios.

¡El arte nos acerca a lo infinito!

¡Son tantas las mujeres que podían estar en este artículo, que elegir se ha hecho difícil! Intentaré seguir un orden cronológico.

paneondereyesEmpecemos por DOÑA SANCHA LEÓN, hija de Alfonso V. Es la gran benefactora de LA COLEGIATA DE SAN ISIDORO DE LEÓN, junto con su esposo, el rey Fernando I. Uno de los conjuntos arquitectónicos románicos más destacados de España, por su historia, arquitectura, escultura, y por los valiosos objetos suntuarios que ha conservado. La hija de ambos, DOÑA URRACA DE ZAMORA, mujer fuerte y valiente, dedicó sus esfuerzos a continuar la obra de sus padres que se plasmaron en la bellísima decoración pictórica del Panteón Real, considerada “la Capilla Sixtina del Románico”. Asimismo, hizo magníficas donaciones como el “Cáliz de Doña Urraca” de oro y ágata, extraordinaria obra de orfebrería y posible Santo Grial según afirman algunos historiadores.

En las postrimerías del siglo XII, en una perfecta comunión de inquietudes, Alfonso VIII de Castilla, atendiendo los deseos de su esposa LEONOR PLANTAGENET, hija de Enrique II de Inglaterra y hermana de Ricardo Corazón de León y Juan sin Tierra-, fundan en Burgos el monasterio cisterciense femenino de las Huelgas Reales joya del románico, enriquecido a lo largo de los siglos con obras excepcionales por sus sucesores al convertirse en Panteón Real. Benedicto XVI: “Ella (la belleza) es un signo visible del Dios invisible, a cuya gloria se alzan estas torres, saetas que apuntan al absoluto de la luz y de Aquél que es la Luz y la Belleza misma (…).

 

ISABEL LA CATOLICA, mujer verdaderamente admirable en todos los sentidos. Como madre, esposa y reina. Sólo su fe recia la confortó del enorme sufrimiento en lo personal los últimos años de su vida. ¡Femenina donde las haya! Adornada de numerosas virtudes cristianas, además de inteligencia y belleza, poseía una gran formación cultural, capaz de conciliar razón y fe. Patrocinó la mayor gesta cultural habida nunca: descubrimiento y evangelización de América. Dictada por un concepto cristiano de la vida, nos ha dejado un inmenso legado cultural, artístico, político, económico y social. Conformó la unidad y la historia de España de su época, convirtiéndola en el estado más avanzado de Europa. Puso los pilares de su grandeza en los mejores siglos de su historia posterior. Supo rodearse de grandes humanistas, hombres de ciencias y letras, y fue mecenas de numerosos artistas e intelectuales. Acogió en la corte a buen número de damas a las que protegió y favoreció. Por ejemplo, Beatriz Galindo fue la elegida para enseñar latín- lengua culta de la época- a sus 5 hijos. Comprometida en su educación, preparó con igual esmero a sus hijos e hijas a fin capacitarles para cumplir- con la máxima preparación y responsabilidad- la misión destinada a su alto rango. Fue para ellos y para sus sucesores punto de referencia en el posterior camino de la vida. El pueblo la admiró y la amó.

 

Se implicó personalmente en numerosas iniciativas artísticas y culturales: enriqueció la Cartuja de Miraflores con el retablo y extraordinarios sepulcros en alabastro de sus padres y su hermano, que encargó a Gil de Siloe. En Toledo, bajo su patronazgo, se levantó el Monasterio franciscano de San Juan de los Reyes del arquitecto Juan Guas, la más valiosa muestra del gótico isabelino en España.

En Ávila, el dominico de Santo Tomás. En Santiago de Compostela el Hospital de los Reyes Católicos y otro más en Granada, hoy imponente sede del Rectorado de la Universidad, eran dedicados a la atención de peregrinos y enfermos. Numerosas instituciones religiosas y culturales recibieron donaciones de esta extraordinaria mujer adelantada a su tiempo, que luchó contra la esclavitud 300 años antes de que lo hiciera Lincoln.

 

La EMPERATRIZ ISABEL, mujer de gran sensibilidad e intuición, además de belleza. Unida en matrimonio a Carlos I, quien sintió verdadera veneración por ella. Compartieron ideales al servicio del bien de sus súbditos. En ella confiaba el emperador el gobierno de España durante sus largas ausencias por Europa. Con una sólida educación humanística, ambos amaron la música con pasión. Testimonio de ello es el patrocinio y mecenazgo de los más afanados compositores y la excelente Real Capilla, una de las mejores de Europa. A la emperatriz debemos la proyección de músicos como el gran organista Antonio Cabezón, “maestro supremo del teclado”, importantísimo para el futuro de la música europea.

Fascinados ambos por la belleza de la Alhambra de Granada, donde pasaron su luna de miel, y no queriendo tocarla, encargan construir al arquitecto Pedro Machuca en 1531 un solemne palacio junto a ella, más acorde con las nuevas necesidades, para pasar temporadas. ¡Obra única, Renacimiento italiano puro!

 

 

DOÑA JUANA DE AUSTRIA, inteligente hermana de Felipe II, regente del reino en varios momentos, trabajó incansablemente para que su casa natal se convirtiera en el Real Monasterio de clarisas de las Descalzas en Madrid, en 1572. Refugio de nobles y princesas que renunciaron a todo, menos a la Belleza, fue enriquecido en siglos posteriores con asombrosas obras de arte. Tan sólo subir la grandiosa escalera nos da una idea de lo que nos aguarda. Decorada al fresco por encargo de Sor Ana Dorotea, hija de Rodolfo II, es un espectáculo digno de ser disfrutado. Una vez dentro del recinto monacal, se suceden lienzos de Tiziano, A. Moro, Sánchez Coello, Van Dyck, Rubens, esculturas maravillosas por los mejores del Siglo de Oro.

Sin olvidar los fabulosos tapices de Rubens con el tema “El triunfo de la Eucaristía”, que regaló la infanta ISABEL CLARA EUGENIA. Imperdonable sería no mencionar que el gran compositor renacentista Tomás Luis de Vitoria fue elegido Capellán del monasterio. El más grande polifonista español de todos los tiempos y uno de los mejores de la Europa de su tiempo. ¡La mejor música sacra para el esplendor de la liturgia!

Alejada de todo posicionamiento político o ideológico, que tanto ha distorsionado la justa defensa de la dignidad de la mujer y su igualdad de derechos, apoyo el feminismo basado en el respeto propio y ajeno de la feminidad, de la mujer orgullosa de serlo. Feminismo no es confrontación ni competencia con el hombre. Es, en mi opinión, promover cuanto lleve a su pleno desarrollo y equilibrio vital. Educación- responsable- integral: humana y profesional. Es valorar su maternidad y su papel insustituible en la familia, célula de la sociedad, que no debe ser motivo de discriminación, sino favorecido por el ordenamiento jurídico, laboral, fiscal y económico.

¡ES MUCHO LO QUE LA SOCIEDAD DEBE AL “GENIO FEMENINO”!

Constanza Carmona Soriano

Historiadora del Arte

Directiva de la Asociación para la Difusión y Promoción del Patrimonio Español

 

Vídeo Entrevista – Importancia de Isabel la Católica en la Historia

Vídeo Entrevista – Importancia de Isabel la Católica en la Historia

Un buen amigo de Enraizados ha publicado este video sobre Isabel la Católica, se trata de Josemari Alonso Alonso de Linaje: Escritor, divulgador: valores, familia, vida, educación y libertad. Emociones, razones y Transcendencia.

A realizado una entrevista a Jose Velarde Castro, presidente de la Asociación Enraizados que defiende la Historia de España. La Asociación apoya a la Comisión de Isabel ( La Católica ) y defiende la Pro-Beatificación de Isabel.

Preguntas que Josemari Alonso, desde su canal de YouTube que formula a nuestro presidente:

-¿España es la primera globalización?

-Isabel de Castilla:

  1. ¿Qué rasgos destaca como persona?
  2. ¿Isabel como Reina?
  3. ¿Isabel y las leyes de Indias?
  4. ¿Por qué es importante defender la verdadera historia de España y la figura de Isabel la Católica?

La imagen de una mujer aparecía en un Sello de los Estados Unidos en 1892, esa mujer era la reina española Isabel de Castilla, La Católica, con el que se conmemoraba el IV centenario aniversario del descubrimiento de América.

Dos de los hechos más importantes en su reinado se culminó con la llamada Reconquista de la Península Ibérica, se descubrió el continente Americano, legando una obra política impresionante, suspensión del comercio de los esclavos llegados de la otra orilla del Atlántico.

Una de las grandes mujeres de la historia universal en la que se ha manifestado en todo su esplendor el género femenino es sin duda la Reina Isabel primera de Castilla. Estamos ante uno de los personajes más manipulados y peor interpretados y juzgados de nuestra historia.

Tuvo una profunda vida religiosa, tenía una gran afición por la gramática, la pintura, la filosofía y aprendió latín. Comprometida con España demostró ser una gran mujer esposa y una gran madre, con Fernando ll de Aragón, su marido, con quién contrajo matrimonio Isabel. Juan fue el único varón que tuvieron, muerto a los 19 años además de Isabel, Juana, Catalina y María.

En su testamento dispuso que la enterraran al lado de su esposo de quien no quería separarse nunca, ambos descansan hoy en el llamado sepulcro de los Reyes Católicos de la capilla real Granada.

Unos días antes de su fallecimiento en 1504, mandó redactar su testamento, es una autobiografía de la Reina, una declaración de fe donde están recogidos todos los signos precursores de los derechos humanos y la abolición de la esclavitud.

Hoy día, reivindicar la figura de Isabel de Castilla, Isabel I de España o Isabel la Católica, es un deber de conciencia y la mejor manera de iluminar ese periodo histórico.
En Isabel podemos encontrar ese ejemplo práctico de la mujer trabajadora, esposa, madre y reina. Su papel histórico representa el bien común de la sociedad de su época en la nueva España, la Europa moderna y el Nuevo Mundo. La persona defensora de los derechos fundamentales de la persona.

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