Mes de mayo: Nuestra Señora de Fátima

Mes de mayo: Nuestra Señora de Fátima

He estado una única vez, fue en el año del Centenario de las apariciones de la Virgen y quiero volver más pronto que tarde.

Comencemos recordando unas palabras de San Juan Pablo II, el 13 de mayo de 1982, en la gran plaza de Fátima, ante casi un millón de personas:

“Si la Iglesia aceptó el mensaje de Fátima es porque este contiene la misma verdad y el mismo llamamiento que el del Evangelio».

Hoy, Fiesta de Nuestra Señora de Fátima, es una buena oportunidad para recordar el mensaje de la Virgen en Fátima, aunque solo sean sus primeras palabras. Por la limitación de espacio, solo transcribiré algunas frases de la narración que hizo en su momento Sor Lucía, fallecida el 13 de febrero de 2005 y en proceso de beatificación. Para conocer más detalles, os animo a leer alguno de los muchos libros que lo narran todo maravillosamente bien.

PRIMERA APARICIÓN DE LA VIRGEN. Domingo 13 de mayo de 1917.

«Estando jugando con Jacinta y Francisco en lo alto, junto a Cova de Iría, de repente vimos una luz como de un relámpago. Está relampagueando -dije-. Puede venir una tormenta. Es mejor que nos vayamos a casa.

Cuando llegamos a la mitad de la pendiente, cerca de una encina, que aún existe, vimos otro relámpago y, habiendo dado algunos pasos más, vimos sobre una encina una Señora vestida de blanco, más brillante que el sol, esparciendo luz más clara e intensa que un vaso de cristal lleno de agua cristalina atravesado por los rayos más ardientes del sol.

Nos paramos, sorprendidos por la aparición. Estábamos tan cerca que quedábamos dentro de la luz que la rodeaba o que Ella irradiaba tal vez a metro y medio de distancia. Entonces la Señora dijo:

-No tengáis miedo. No os hago daño.

Yo le pregunté:

¿De dónde es usted?

-Soy del cielo.

-¿Qué es lo que usted me quiere?

-He venido para pediros que vengáis aquí seis meses seguidos el día 13 a esta misma hora. Después diré quién soy y lo que quiero. Volveré aquí una séptima vez».

A continuación, un diálogo encantador entre Lucía, que le pregunta cosas, y la Virgen, que le responde. Luego, la primera aparición termina así:

«Después de pasados unos momentos Nuestra Señora agregó:

-Rezad el rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra.

Acto seguido comenzó a elevarse serenamente subiendo en dirección al Levante hasta desaparecer en la inmensidad del espacio. La luz que la circundaba parecía abrirle el camino a través de los astros, motivo por el que algunas veces decíamos que vimos abrirse el cielo».

 

Antes de esta primera aparición de la Virgen, Lucía, Jacinta y Francisco habían recibido tres apariciones de un ángel.

Primera aparición del Ángel

«Al llegar junto a nosotros nos dijo:

-No temáis. Soy el Ángel de la Paz. ¡Orad conmigo!

Y arrodillado en tierra inclinó la frente hasta el suelo. Le imitamos llevados por un movimiento sobrenatural y repetimos las palabras que le oímos decir:

-Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

Después de repetir esto tres veces se levantó y dijo:

-Orad así, los Corazones de Jesús y de María están atentos a la voz de vuestras súplicas.

Y desapareció».

Segunda aparición del Ángel

«Pasamos las horas de la siesta en la sombra de los árboles que rodeaban el pozo en la quinta llamada Arneiro, que pertenecía a mis padres.

-De pronto vimos al mismo Ángel junto a nosotros.

-¿Qué estáis haciendo? ¡Rezad! ¡Rezad! ¡Rezad mucho! Los Corazones de Jesús y de María tienen sobre vosotros designios de misericordia. ¡Ofreced constantemente oraciones y sacrificios al Altísimo!

¿Cómo hemos de sacrificarnos? -pregunté.

-De todo lo que pidierais ofreced un sacrificio como acto de reparación por los pecados con los cuáles Él es ofendido, y de súplica por la conversión de los pecadores».

Tercera aparición del Ángel

«Dejando el cáliz y la Hostia suspensos en el aire, se postró en tierra y repitió tres veces esta oración:

-Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Sagrado Corazón y del Corazón Inmaculado de María te pido la conversión de los pobres pecadores».

Julio Íñiguez Estremiana

#EspañaEnLaHistoria. La guerra de las naranjas

#EspañaEnLaHistoria. La guerra de las naranjas

Existen hechos históricos llamativos, no por el acontecimiento en sí mismo, y sí por las circunstancias que lo rodearon. En el presente caso lo sugerente no son, solamente, las partes implicadas, sino el nombre que la historia otorgó a un conflicto entre España y Portugal, en el mismo comienzo del siglo XIX. Gobernaba por aquel entonces el «Príncipe de la Paz», el «generalísimo» don Manuel Godoy y Alvarez de Faria, pacense de pro que no solamente regía España, como favorito de Carlos IV, sino también y según la rumorología cortesana, la cama de la reina María Luisa de Parma.

Lo cierto de esta historia es que Napoleón, señor de Europa, ante el descaro de Portugal de no aceptar romper sus relaciones con Inglaterra y cerrar sus puertos al comercio de los barcos ingleses, comprometió a la España de Godoy firmando el Tratado de Madrid, en 1801, por el cual se comprometía el reino español a declarar, junto con Francia, la guerra a Portugal si esta mantenía su negativa a cumplir con los deseos del Emperador francés. Por descontado, Portugal, confiando en su alianza con Inglaterra, se negó absolutamente a aceptar las pretensiones del francés, desencadenando la «guerra de las naranjas». Fueron solamente dieciocho días de beligerancia, entre mayo y junio de dicho año, durante las cuales los ejércitos españoles ocuparon distintas poblaciones portuguesas, entre ellas Olivenza, moviendo la raya fronteriza entre ambas naciones. Todavía hoy en algunos sectores portugueses siguen manteniendo la llamada «Cuestión de Olivenza», señalando la apropiación de esta población por parte del Reino de España desde aquellas fechas.

Portugal tampoco puso mucho empeño en la contienda, puesto que estaba convencida de que España no deseaba ampliar su territorio, sino, simplemente complacer a Napoleón, de ahí  que el 6 de junio del mismo 1801 se firmase la paz en Badajoz. España retornó  a Portugal los territorios y poblaciones ocupadas, excepción de la susodicha Olivenza y Villareal. La raya entre España y Portugal se fijó en aquella zona utilizando el curso del río Guadiana, aceptándose de hecho, aunque, como queda dicho, no de derecho por la «Cuestión de Olivenza». Y aunque figuraba en el acuerdo la cesión portuguesa de varias de sus provincias para poder exigir a cambio la devolución a los ingleses de Mahón, de la isla Trinidad y de Malta, Carlos IV no puso firmeza alguna en su exigencia de cumplimiento, con el subsiguiente enfado del Emperador francés.

Y en medio de todo ello, cuando el asedio de Elvas por las tropas de Godoy, el favorito y futuro «generalísimo» tuvo la ocurrencia de mandar un ramo de naranjas a la reina María Luisa de Parma, detalle que otorgó el curioso título a la contienda. Debió ser todo un detalle por parte del favorito hacia una reina que, además de una vida privada casi inexistente, en su condición de reina, tuvo trece embarazos y once abortos, dando a luz a catorce hijos, siete de los cuales murieron. Quizás el chismorreo no fue sino una felonía más de Fernando VII, capaz de fraguar un motín de Aranjuez y del retorno del absolutismo, con la derogación de la Constitución de Cádiz. Poco caballeroso el monarca, inicialmente «El Deseado» y luego «Rey Felón», se contrapone con la conducta de Godoy, quien en sus Memorias eleva su caballeresca queja contra aquellos que le adjudicaban una relación carnal con la Reina María Luisa: «En mi vida entendí de guitarra, ni de cantar, ni podía acudir a esas habilidades, que no tenía, para sostenerme en la corte. Yo diré pocas cosas sobre esto, y observaré el decoro que requiere su memoria, como conviene entre españoles». Sean verdad o no, lo cierto es que la intención de aquel Godoy que mandó un ramo de naranjas a María Luisa llenó sus palabras de nobleza.

Francisco Gilet.

Bibliografía

War of the Oranges. In Encyclopædia Britannica, 2005 (Encyclopædia Britannica Premium).

Memorias críticas y apologéticas para la historia del reinado del señor D. Carlos IV de Borbón. (Consultables en Google Books). Manuel Godoy.

Fernando VII. Un rey deseado y detestado. Emilio La Parra López.

#EspañaEnLaHistoria. Portugal por el rey de Castilla. Cruce del río Duero

#EspañaEnLaHistoria. Portugal por el rey de Castilla. Cruce del río Duero

Hasta el capítulo anterior tenía pensado desarrollar el artículo pero…

¡No he podido evitarlo!

Releyendo el documento no puedo dejar de recordar una película, el ‘ataque cinematográfico’ ya me ha dado otras veces. En este caso me viene a la mente un clásico del cine bélico ambientado en los episodios de la Segunda Guerra Mundial como es la película de ‘Un puente lejano’ (‘A bridge too far’), basada en la operación Market Garden por la cual las fuerzas aliadas trataron de tomar en una sola operación los puentes hasta el Rin asignándose los objetivos entre americanos, británicos y polacos.

La 101ª División Aerotransportada americana tomaría Son en Breugel y Veghel.

La 82ª División Aerotransportada americana tomaría Grave y Nimega.

La 1ª División Aerotransportada británica junto con la 1ª Brigada de Paracaidistas polacos tomarían Arnhem y Oosterbeek.

Más en concreto recuerdo la escena del paso del río Waal en Nimega por parte de Robert Redford en el papel del Major Julian Cook. En nuestra empresa de Portugal también tuvimos nuestro particular Robert Redford por el paso en barcas del río Waal.

En el caso español me refiero al Capitán Serrano por el paso en barcas del río Duero, operación clave que ponía punto final a la campaña de Portugal por la cual Sancho Dávila tiraba la última ficha sobre el tablero con la conquista de Oporto.

 “…Haviendo el Capitán Serrano ganado la barca (de que en el Capítulo antes d’este se hizo mención) fue con ella del otro cabo de Duero con el mayor silencio que pudo a buscar por la ribera si havía algunas barcas para procurar ganarlas y traellas d’esta otra parte, y fue tal su ventura que topó atrechos en la ribera algunas casas que tenían barcas para su servicio, y fuelas recogiendo y llevando con sus arcabuzeros el río abaxo. Y a la entrada de algunos riachuelos en Duero, halló también algunas, que serían por todas veynte barcas, y como no pareciessen más en toda la ribera se recogió con ellas junto a una casa, donde se atrincheró con los diez y ocho arcabuzeros que tenía. E imbió a dar aviso a Sancho de Ávila, y a pedirle gente para guardarlas, el qual visto lo que passava se holgó mucho y le embió dos compañías de arcabuzeros del tercio de Lombardía, la una era del Capitán don Claudio de Biamonte, y la otra del Capitán Miguel Benítez, y cincuenta mosqueteros del mismo tercio, los quales llegaron a buen tiempo adonde el Capitán Serrano estava con las barcas, y allí estuvieron hasta que llegó Sancho de Ávila. Y a los diez y ocho partió el campo, y llegó a legua y media de la ciudad de Oporto (…). Y a los veynte del mes mandó poner a punto las veynte barcas, para que otro día siguiente por la mañana començassen a passar a Duero. Y luego a los veynte y uno de octubre, después de haver puesto las barcas en buena orden, amaneció a la orilla de Duero y començó a embarcar su gente con orden de que como fuessen desembarcando hiziessen alto de la otra parte del río, tomando los puestos mejores que hallassen y affirmándose en ellos hasta que fuessen desembarcando más cantidad y se pudiesse formar esquadrón…”.

[DE ESCOBAR, Antonio – CAPÍTULO XLIX]

¡Con esta licencia cinematográfica ya termino!

Pero me sirve para volver a destacar que muchas de las tácticas que se nos muestran como novedosas en la actualidad nuestros gloriosos antepasados, con los medios disponibles y la tecnología existente en aquellos tiempos, ya las empleaban.

El éxito, evidentemente, depende de la tecnología y medios pero depende en mayor medida de la iniciativa y compromiso de los generales, almirantes, subordinados y del conjunto de ‘los señores soldados’.

Y siguiendo con las conclusiones, no es solo aplicable al ‘arte de la guerra’, también es aplicable a los proyectos personales y profesionales del ‘arte de los negocios’.

Aunque es bien sabido que sin medios económicos, humanos y materiales entre poco y nada se podrá conseguir, tanto antes como ahora.

¡Que se lo digan a Felipe II y en general a la Hacienda española durante siglos!

Por cierto…

A quien le interese saber el motivo del título, Portugal por el rey de Castilla, le recomiendo leer el CAPÍTULO III de la obra de Antonio de Escobar, documento base para el desarrollo del texto.

 

Vicente Medina

 

BIBLIOGRAFÍA

  • DE ESCOBAR, Antonio

Relación de la felicíssima jornada… que hizo… don Felippe… en la conquista de Portugal, ed. de Amparo Alpañés Anexos de la Revista Lemir (2004) ISSN 1579-735X

  • HistoCast 150 – Álvaro de Bazán y las Islas Terceiras
  • GÓMEZ BELTRÁN, Antonio Luis

Islas Terceiras. Batalla Naval de San Miguel, ediciones Salamina

  • ASTRANA MARÍN, Luis

Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

 

#EspañaEnLaHistoria. Portugal por el rey de Castilla. San Gián de Hueras

#EspañaEnLaHistoria. Portugal por el rey de Castilla. San Gián de Hueras

Retomamos la Guerra de Sucesión portuguesa.

A continuación dos acciones en el cerco al castillo de San Gián, que si debemos hacer caso al autor resultaba ser el más poderoso de todo el reino de Portugal tanto por su construcción como por su estratégica posición, al igual que por el armamento que en él se tenía instalado por parte de sus defensores.

La primera de ellas protagonizada por el buen oficio de la artillería naval y los ‘reflejos tácticos’ de Don Álvaro de Bazán, que respondiendo con milimétrica perfección a la acción de la armada portuguesa que operaba desde la desembocadura del Tajo supo hacerles frente y detener los movimientos del poderoso galeón portugués Graxao, que trataba de aliviar la presión ejercida por la infantería del Tercio de Nápoles sobre las defensas del castillo y buscaba aprovechar la falta de apoyo de la artillería terrestre que todavía se estaba trasladando desde la posición del desembarco en Cascáis hacia las posiciones indicadas por el Duque en el sito del castillo.

 “…A los ocho de agosto partió el real desde Cascaes a Sant Gián de Hueras, que a la sazón estava por don Antonio, y junto a este pueblo havía un gran castillo en la marina, el qual es el más fuerte y artillado que hay en todo Portugal, porque de un lado le bate la mar y tiene la muralla muy gruessa y de buen edificio, está terrapleno de una banda a otra que parecía inexpugnable, y por la parte más alta rodeado de cestones junto a las almenas. Tenía este castillo veynte y dos pieças gruessas de batir, que algunas tenían por junto al fogón dos varas de medir de gruesso, y havía más de cien sacres y esmeriles, y mucha cantidad de ingenios de fuego en barriles con pólvora, pez y alcrevite, todo confacionado para arrojar de arriba quando le quisiessen dar asfalto. (…) Y luego por la mañana el galeón portugués llamado Graxao, que era el más gruesso de toda su armada, y traýa sesenta pieças en quatro hileras, dos por cada banda, començó a disparar con todas sus pieças, ansí a nuestra armada como a la infantería que andava cerca de la marina y del castillo, que por entonces nuestra artillería no havía llegado de Cascaes. Estava el tercio de Nápoles en cerco del castillo con buenas trincheras, de donde le mosqueteava para entretener hasta que llegasse de Cascaes nuestra artillería. Y a este tiempo, el Marqués de Santa Cruz imbió por un lado del castillo, arrimados, los tres galeones que havían sido ganados en Setúbar junto al castillo de Otán, los quales llegaron tan junto al castillo de Sant Gián que d’él ninguna pieça les podía hazer daño, por estar tan arrimados, y desde allí pelearon con los galeones de Portugal que estavan un gran trecho primero que los demás vaxeles de su armada, hasta que los hizieron retirar con ellos, y nuestros galeones se bolvieron a su armada. Y el tercio de Nápoles siempre mosqueteava a los del castillo, que a nadie dexavan asomar por las almenas, y a muchos derribaron en ellas de los que salían a hazer su tiro, y las pieças del castillo mataron aquel día en la campaña dos soldados del tercio de Lombardía, y otro quedó malherido…”

[DE ESCOBAR, Antonio – CAPÍTULO XXVII]

En el cruce del puente del Alcántara vimos el apoyo de la artillería de la fuerza naval. pero muy especialmente del arma de caballería sobre la infantería, combinación de armas que definiría la propia personalidad de los Tercios durante siglos con el trabajo conjunto de las armas de piqueros, arcabuceros, mosqueteros y caballería por todos los teatros bélicos europeos con el cada vez más extenso uso del arma de artillería que progresivamente iría tomando más peso en la historia bélica europea.

En los dos últimos hemos visto ejemplos de cobertura de fuego de la artillería naval en apoyo a la infantería en dos escenarios muy diferentes como son un desembarco y un cerco sobre un castillo.

Ahora veremos un caso diferente, dentro del sitio ya mencionado a San Gián de Hueras, como es la cobertura de la infantería a la artillería, eliminando el riesgo que suponen los tiradores ubicados en las elevadas defensas. al igual que dificultar la labor de los artilleros enemigos.

Escenas similares. ¿Cuántas veces no las habremos visto en las numerosísimas películas bélicas de Hollywood?Cuando el protagonista elimina de un certero disparo al francotirador enemigo desde una posición de elevado riesgo para su integridad personal.

Pues en este caso nuestros protagonistas son soldados del Tercio de Nápoles y, como en las películas, tampoco nos faltan las bajas propias provocadas por los certeros defensores.

 “…Día de Sant Lorenço, a los diez de agosto, amaneció nuestra artillería plantada sobre el gran castillo de Sant Gián de Hueras, y en esse punto començó la batería con la puxança possible, y los del castillo hazían lo mismo, tenían en lo alto levantadas dos banderas, y el tercio de Nápoles que cerca d’él estava hazia gran estorvo y daño a los arcabuceros que de lo alto disparavan. Y estando en esto, disparó el castillo una gran pieça con la qual mató cinco mosqueteros del tercio de Nápoles, que a los dos d’ellos les llevó las cabeças, y a otro le dio por una hijada que le despedaçó el medio cuerpo, y la misma bala llevó a otro una pierna por la rodilla, y a otro un braço, de que murieron…”

[DE ESCOBAR, Antonio – CAPÍTULO XXVIII]

“…Haviendo durado la batería día y medio sin haver echo ningún effecto a causa del terrapleno, fue el Duque a reconocer el castillo y llevó consigo los ingenieros, y acordó de mudar la batería. Y a los once de agosto, quando amanecía, estava nuestra artillería duzientos passos más cerca del castillo por un lado a la parte de la marina para tentar por allí si estava también terrapleno, y batiole todo aquel día con veynte pieças. Y a puesta de sol, el Duque salió a ver la batería y a reconocer otra vez por aquella parte el castillo, del qual vino una gran bala que dio junto a donde el Duque estava, y quando anocheció tenía abierto el castillo por la parte alta de un gran lienço, que por aquel costado tenía, un boquerón que llegava ya del medio abaxo, y de ancho bien ocho varas de medir. Y el día siguiente, en siendo el alva, prosiguió la batería por la misma parte y le yva derribando y abriendo más abaxo, de manera que se descubría una plaça de armas, que en medio del castillo havía, encima del terrapleno, y también le havían derribado por una esquina otro gran pedaço. Y entendiose que la noche antes havían sacado del castillo dos barcas cargadas de muertos y heridos y los llevaron a Belén. Tenía el castillo una puerta falsa pequeña del otro cabo de la batería que salía a la marina, por la qual algunas vezes salían arcabuzeros por detrás de unas peñas y disparavan y bolvíanse al castillo. Y estando algunos de los nuestros junto a él, echaron de lo alto ingenios de fuego con que quemaron tres soldados de diez que havían ganado una peña que a una esquina d’él estava dentro en el mar, para ayudar a defender mejor desde allí que no le entrasse socorro ni pudiessen salir los de dentro. (…) Estava otro castillo frontero d’este dentro del mar, a tres millas, en una ysleta, el qual se llama San Miguel de Barra, y también estava rebelde. Éste defendía la entrada de la barra para que nuestras naves no tuviessen passo para llegar a pelear con el armada portuguesa, que estava cinco o seys millas más abaxo junto a la torre de Belén…”.

[DE ESCOBAR, Antonio – CAPÍTULO XXIX]

A lo largo del capítulo hemos estado viendo las operaciones desde una visión ‘técnica’ e histórica, pero resulta esencial resaltar la parte humana de los hechos, documentados por el autor del libro, destacados en los párrafos anteriores como es ‘el arriesgado oficio de soldado’ tanto en aquella época como en la actualidad.

Normalmente se destaca el heroísmo en las acciones bélicas, pero no se deben olvidar las bajas que en la mayoría de los casos no resultan tan heroicas como ya vimos en la huida al final de la Batalla de Alcántara y se ha vuelto a recordar en la toma del castillo de San Gián.

¡Vamos a por la última!

Terminamos en una semana.

Vicente Medina

 

BIBLIOGRAFÍA

  • DE ESCOBAR, Antonio

Relación de la felicíssima jornada… que hizo… don Felippe… en la conquista de Portugal, ed. de Amparo Alpañés Anexos de la Revista Lemir (2004) ISSN 1579-735X

  • HistoCast 150 – Álvaro de Bazán y las Islas Terceiras
  • GÓMEZ BELTRÁN, Antonio Luis

Islas Terceiras. Batalla Naval de San Miguel, ediciones Salamina

  • ASTRANA MARÍN, Luis

Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

 

#EspañaEnLaHistoria. Portugal por el rey de Castilla. Estuario del Tajo

#EspañaEnLaHistoria. Portugal por el rey de Castilla. Estuario del Tajo

Hasta aquí en los dos capítulos anteriores se ha venido destacando la preparación y capacidad de mando de dos de los grandes protagonistas como son su Majestad y el Duque, pero…

¿Qué hay de la tercera persona clave, el Marqués de Santa Cruz, a lo largo de la campaña?

El transporte de las tropas desde Setúbal a Cascáis, el propio desembarco en Cascáis y la cobertura sobre la infantería en el castillo de San Gián de Hueras no habrían sido posibles y probablemente el desenlace de las operaciones hubieran sido muy diferentes.

También es cierto que la oposición encontrada por el Marqués de Santa Cruz fue realmente baja, en parte por el apoyo a la causa de Felipe II por los mandos de la mayoría de las fortalezas en la costa del Algarve por donde la armada navegaba pero también por la ‘capacidad de convicción’ que su propia presencia generaba.

“…Partió el Marqués de Santa Cruz con el armada desde Cáliz para Setúbar, adonde el Duque le estava aguardando para embarcarse, a ocho de julio del dicho año. Y llegó a la barra de Ayamonte a los treze del dicho, y la villa de Castromarin, primer lugar del Algarbe que allí estava, se rindió luego al Marqués, (…)  y a los diez y nueve llegó a Faro, y aquel día no se quiso rindir, mas el día siguiente lo hizo. Y dexando allí dada la orden que convenía, se partió y fue a Villanueva de Pórtima, y dos leguas antes que llegasse el armada, la salió a recebir una caravela con banderas de paz, (…) y el Marqués fue de passo dos leguas más adelante y llegó a la ciudad de Lagos, y a segundo día se rindió, (…) Y luego partieron hasta llegar dos leguas del cabo de Sant Vicente, adonde estava una muy gran fortaleza, que llaman Sacres, fuerte y bien artillada; tenía dentro dozientos soldados, los quales se mostraron muy leales a su Magestad, porque en el punto que el armada llegó se entregó al Marqués, (…) Y de allí partió, el Algarbe abaxo, noventa millas, sin dar fondo hasta que llegó a Setúbar…”

[DE ESCOBAR, Antonio – CAPÍTULO XIII]

Debo reconocer que a lo largo de estos tres capítulos me he ido haciendo ‘auto-spoiler’ al ir adelantando que iba a centrarlo en la magistral combinación de fuerzas y armas empleada a lo largo de la campaña, incluso por el anuncio de los próximos episodios que se tratarían.

A estas alturas ya lo mejor es descubrir el contenido de los capítulos restantes que se desarrollarán tras el presente:

Cobertura de la artillería naval a la infantería en el desembarco en Cascáis.

Cobertura de la artillería naval a la infantería en el cerco al castillo de San Gián.

Cobertura de la infantería a la artillería en el cerco al castillo de San Gián.

Bueno… y una licencia que me permitiré como punto final de los relatos, espero que me disculpen.

¡Empecemos!

Nos encontramos con el ejército y la armada atascada en Setúbal, con este escenario hay dos opciones posibles como es subir con todo el ejército a Santarém, el camino más esperable, o dar un giro radical a la táctica más previsible sorprendiendo al enemigo.

El Duque eligió lo segundo, por un lado simula un ataque terrestre hacia Santarém ocultando que el movimiento principal sería embarcar a gran parte de la fuerza en una increíble maniobra superando el estuario del Tajo por mar hasta Cascáis, cerca de Estoril, el principal problema del plan sería elegir un punto de desembarco seguro y lo más cercano posible a Lisboa para no perder la sorpresa y la iniciativa que se había llevado en toda la campaña, este aspecto fue resuelto por uno de los aliados portugueses fieles a Felipe II como era el propio señor de Cascáis, Don Antonio de Castro, que conocedor de aquellas tierras pudo indicar el mejor punto de la costa donde crear, primero, la ‘cabeza de playa por el Capitán Rodrigo de Baldés del Tercio de Nápoles’ y, posteriormente, ejecutar el desembarco con la celeridad imprescindible para el éxito de una operación en la que la sorpresa resultaba esencial. En toda la operación la capacidad de la artillería naval de las galeras españolas resultaría clave en el éxito del desembarco.

“…Visto que don Diego de Meneses pretendía que nuestro exército no saliesse a tierra, se dieron nuestras galeras tan gran priessa a disparar que la cavallería e infantería portuguesa començó a yrse retirando de la marina, porque los balazos les davan en medio de sus esquadrónes, y como llegasse una gran bala y diesse al medio de su cavallería, se entendió desde las galeras que les havía hecho notable daño, porque al punto se juntaron con gran corrida de cavallos a la parte donde havía herido el balazo. Y como ellos vieron que ya yva muy de veras, desde aquel punto començaron a recoger su cavallería e infantería, que havía andado hasta allí atravessando la campaña de una parte a otra, y hizieron alto, embeviendo sus esquadrónes y atalayando lo que en la tierra y mar de nuestra parte passava. El artillería de las galeras no cessava de disparar para que los portugueses no pudiessen llegar a la marina a estorvar que los castellanos dexassen de desembarcar, y luego las galeras començaron a echar esquifes a la mar y a entrar en ellos nuestra infantería, y los del primer esquife que tomaron tierra fueron el Capitán Rodrigo de Baldes, del tercio de Nápoles, con cinquenta mosqueteros, los quales envistieron luego a ganar una serreta alta y redonda, que cerca de la marina estava, y al subir como yvan disparando, mataron dos portugueses de a cavallo y tres de a pie, que yvan huyendo a juntarse en sus esquadrónes, y estos que cayeron avían llegado a reconocer. Y como yvan desembarcando los nuestros, se yvan juntando y subiendo la serreta, en la qual como llegassen a lo alto, començaron a mosquetear y hazerse fuertes en ella porque los portugueses no se la ganassen, que según pareció havía hecho punta la cavallería portuguesa para subirla. Y como vieron que ya los nuestros estavan en lo alto y los que más yvan desembarcando subían con mucha ligereza, dexaron de acometer a ganarla, y en poco espacio la serreta estava llena de nuestra infantería, la qual desde allí descubría toda la campaña, y se devisavan bien claro todas las banderas de los portugueses, ansí las de la cavallería como infantería. Y como los nuestros se diessen gran priessa a desembarcar, yvan formando sus esquadrónes y marchando hazia los contrarios, unos por la marina y otros por la campaña, dándoles caça y mosqueteando, los quales mataron quatro de a cavallo y prendieron dos y los traxeron al Duque. Y como los portugueses vieron que los acometían con gran ímpetu, temieron de manera que dieron en huyda sin querer travar escaramuça con los nuestros, antes corrían con gran furia la buelta de Cascaes, que dos leguas de allí estaba…”.

[DE ESCOBAR, Antonio – CAPÍTULO XIX]

“…A los treynta de julio acabaron de desembarcar antes de mediodía, tan libremente que no uvo quien se lo contradixesse, y se fueron luego hazia donde estava el Duque en la hermita…”

[DE ESCOBAR, Antonio – CAPÍTULO XX]

Con esta magistral operación combinando la capacidad naval y artillera de la Armada española junto con la acometida legendaria de los Tercios se superaba un enorme obstáculo geográfico como representa el cruce del estuario del Tajo a la vez que se sorprende por completo a las fuerzas defensoras de la capital portuguesa.

Con este ‘sin igual golpe de mano’ terminamos la tercera de las entregas, nos quedan dos más.

¡Hasta la próxima semana!

Vicente Medina

BIBLIOGRAFÍA

  • DE ESCOBAR, Antonio

Relación de la felicíssima jornada… que hizo… don Felippe… en la conquista de Portugal, ed. de Amparo Alpañés Anexos de la Revista Lemir (2004) ISSN 1579-735X

  • HistoCast 150 – Álvaro de Bazán y las Islas Terceiras
  • GÓMEZ BELTRÁN, Antonio Luis

Islas Terceiras. Batalla Naval de San Miguel, ediciones Salamina

  • ASTRANA MARÍN, Luis

Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

 

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