PROMOVIENDO LA DIGNIDAD DE LA MUJER

PROMOVIENDO LA DIGNIDAD DE LA MUJER

Artículo redactado por José Jara

Uno de los tópicos sobre la Iglesia que suelen oírse repetidamente consiste en afirmar que desde el cristianismo no se ha hecho prácticamente nada positivo por afianzar la dignidad de la mujer frente al varón o, peor aún, que el papel de la Iglesia ha sido frecuentemente de incomprensión hacia la mujer impidiendo su desarrollo en la sociedad.

Sin embargo, si bien no encontramos grandes declaraciones magisteriales sobre la mujer de modo específico hasta la carta apostólica Mulieris Dignitatem de Juan Pablo II, la acción directa que ha ido poniéndose en práctica a lo largo de los veinte siglos de historia del cristianismo parece mostrar claramente que en este gran periodo de tiempo constantemente se ha optado por los hechos en vez de sólo las simples palabras, teniendo en cuenta también que los cambios de mentalidad no se consiguen siempre de un día para otro.

SUMARIO

1.- DE LOS GINECEOS DE GRECIA AL DERECHO ROMANO

2.- ¿DIACONISAS?  ACLARACIONES

3.- EDAD MEDIA Y TIEMPOS LUMINOSOS

4.- DE LUTERO A NUESTROS DÍAS

DE LOS GINECEOS DE GRECIA AL DERECHO ROMANO

GINECEOS

Como muestra de las ideas preconcebidas que inundan nuestra concepción de la historia y de la sociedad, en una entrevista realizada a una actriz se le preguntaba cual hubiera sido su época ideal para vivir, a lo que ella respondió que, sin duda, la época de la Grecia clásica. Probablemente, como es bastante habitual, quien respondió no era consciente de que las mujeres en esa época no tenían derechos cívicos. No asistían a las grandes fiestas religiosas ni a los teatros y tenían prohibido acudir al gimnasio. Su lugar era el gineceo, una parte de la casa reservada para ellas, donde tejían lana en compañía de sus hijas (que no recibían instrucción hasta que se casaban con el hombre que su padre había elegido). Los varones, tal era la costumbre habitual, raramente invitaban a sus esposas a los banquetes organizados, prefiriendo la compañía de esclavas para divertirse. Respecto a los hijos, el esposo también podía decidir si la mujer debía abortarlo o simplemente abandonarlo después de nacer si no era de su agrado[1].

Afortunadamente, esta visión tan restrictiva sobre la mujer no se mantuvo en el desarrollo de la cultura del Imperio Romano, aunque la autoridad del “pater familias” también era indiscutible, pudiendo decidir no sólo el destino de los negocios familiares sino, al igual que en la Grecia clásica, la aceptación o el rechazo de los hijos que, si eran abandonados, solían ser recogidos por personas que aprovechaban estas vidas indefensas para convertirles en esclavos. Si la mujer quedaba viuda, las decisiones sobre sus bienes materiales pasaban a depender de otro varón de la familia, negándose a la mujer el derecho a decidir sobre los mismos. De hecho, los romanos no sólo aceptaban el divorcio por decisión del varón sino también el simple repudio sin necesidad de justificación consistente ni acusación probada, como muestra la conocida anécdota de Julio César cuando repudió a su mujer aduciendo únicamente que “la mujer del César no sólo ha de ser honrada, sino también parecerlo”.

¿Qué aportó el primitivo cristianismo sobre esta arraigada mentalidad de predominio del varón en la poderosa y consolidada sociedad romana? En primer lugar, se debería tener en cuenta que una de las novedades del Evangelio consistía en enseñar la igualdad del hombre y la mujer, la grandeza de la virginidad, en contraste con la legislación romana que prohibía el celibato[2], la dignidad e indisolubilidad del matrimonio en una sociedad que era plenamente divorcista. Por eso, aunque frecuentemente se ha malentendido a San Pablo cuando exhorta “Mujeres, sean dóciles a su marido, como corresponde a los discípulos del Señor. Maridos, amen a su mujer” (Colosenses, 3), esta segunda parte de la frase supone un gran cambio de paradigma ante la visión instrumentalizadora de la mujer que tenían los varones, circunstancia que se extendía a la prostitución.

Por contraste, el llamado “Himno al amor”, expresado en su carta a los Corintios es de una belleza literaria difícilmente alcanzable y expone un ideal de vida compartida igualmente exigente tanto para el hombre como para la mujer. En él afirma:

Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada. El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, …” (Cor. 1, 13)

De hecho, la indisolubilidad y la fidelidad en el matrimonio aparecieron inicialmente como exigencias inauditas, no sólo en el ámbito romano sino también en la mentalidad judía del tiempo de la predicación de Jesús quien, a pesar de las reticencias que veía que despertaba su mensaje sobre la vida conyugal, no dudó en afianzarlo ante sus dubitativos primeros discípulos:

Cualquiera que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera y quien se casa con una mujer repudiada comete adulterio” (Lc, 16: 18)”.

Es difícil para nuestra mentalidad actual llegar a comprender el grado de corrupción y de depravación moral en el que estaba sumida la civilización romana desde sus inicios hasta el siglo IV. Conocemos datos sobre los emperadores que, ciertamente, nos dan pinceladas sobre ello. Los hechos del emperador Cómodo, en cuyo harén había trescientas mujeres y trescientos muchachos[3], la lujuria del joven Heliogábalo, las acciones sin freno de Nerón o del emperador Tiberio o de su sucesor, Calígula, parecen la punta del iceberg de la extendida depravación reinante en la que la mujer frecuentemente quedaba reducida a ser alguien sin la mínima independencia o a ser un objeto sexual. Por eso, Minucio Félix[4],  converso del siglo III, podía sin dificultad afirmar “¡Nos acusáis de falsos incestos, pero vosotros los cometéis verdaderos!”

¿DIACONISAS?  ACLARACIONES

Como contraste, habría que mencionar el reconocimiento de la autonomía de la mujer dentro de la Iglesia mediante la institucionalización de la figura de diaconisas para atender viudas y huérfanos, personas excluidas de la comunidad ya en el ámbito judío y que pronto fueron vistas por la comunidad cristiana como necesitadas de una efectiva ayuda para dejar de ser marginadas por su ausencia de recursos de supervivencia. Esta eficaz labor caritativa sobre las mujeres fue encomendada a las diaconisas de las primeras comunidades cristianas, tal como nos han referido diversos textos: 

 «Es cierto que en la Iglesia hay un orden de diaconisas, pero no para ser sacerdotisas, ni para cualquier tipo de trabajo de la administración, sino por el bien de la dignidad del sexo femenino, ya sea en el momento del Bautismo, o de examinar a los enfermos o de sufrimiento, de modo que el cuerpo desnudo de una mujer no debe ser visto por los hombres al administrar los ritos sagrados como el bautismo por inmersión, sino por el diácono.» (San Epifanio, Panarion, 79:3 (AD 377), en JUR, II: 76.)[5]

Enfermería en la Etapa Vocacional

Esta función de servicio y no de búsqueda de poder ha estado siempre presente en la ingente labor humanitaria desarrollada por las órdenes religiosas femeninas que, a lo largo de la historia, han dado muestras incluso de heroísmo en el ejercicio de la caridad sin necesidad de reivindicar un sacerdocio femenino ajeno a la voluntad de Jesús de la que dan fe los Evangelios.

Respecto a esto último, parece importante reseñar que la Reforma Protestante impulsada por Martín Lutero, al disolver todas las comunidades monásticas, tanto de hombres como de mujeres, hizo un flaco servicio al sexo femenino pues dejó a las mujeres sin posibilidad de participación en la vida de la Iglesia, excluyéndolas de todo tipo de actividad eclesiástica institucional. De este modo, los deseos de vivir una vida de oración compartida comunitariamente o de dedicar sus capacidades a labores de asistencia organizadas institucionalmente mediante el apoyo mutuo, tal como se viven en la Iglesia Católica, se vieron frustradas en su totalidad. Quizás del sustrato de esa situación haya surgido la idea adoptada por parte de las comunidades protestante y anglicana de recurrir al sacerdocio femenino para dar cauce al deseo de mujeres de esas confesiones religiosas de vivir una vida consagrada dentro de la estructura eclesiástica, a pesar de que ello ha supuesto romper con lo que marcan las Sagradas Escrituras y la Tradición de la Iglesia refrendada unánimemente por los Santos Padres que han abordado este tema.

EDAD MEDIA Y TIEMPOS LUMINOSOS

Aunque ya es un tópico asociar el concepto de Edad Media con unos supuestos “tiempos oscuros” del desarrollo de nuestra civilización, posiblemente nada hay más lejos de la verdad y son abundantes los tratados y textos eruditos  sobre el desarrollo progresivo de la ciencia y las artes, tanto arquitectónicas, con la deslumbrante edificación de catedrales, como de la pintura o la literatura y la poesía expresada a través de cantigas, leyendas o cantares épicos sobre los héroes de ese tiempo, a los que habría que sumar el amor cortés expresado en los ideales de caballería que configuran sagas heroicas de la época. Para no extendernos sobre este tema sobre el que hay abundante literatura especializada, merece la pena volver a ahondar sobre lo que supuso la defensa de los valores de la dignidad femenina en esta época y quizás el contraste más aclaratorio sea ver la consideración que las mujeres recibieron a partir del siglo VII con la aparición del Islam.

Como punto de partida, no se suele ponderar adecuadamente lo que supuso la defensa del matrimonio monógamo e indisoluble en la civilización de inspiración cristiana frente a la aceptación de la poligamia en el mundo musulmán. Sin embargo, la poligamia ha sido y sigue siendo un punto de inflexión que ha supuesto una fuente de humillación para no pocas mujeres y que tuvo su máxima expresión en la instauración de harenes o serrallos como lugar de confinamiento de las mujeres para uso y disfrute sexual del varón que regentaba dichos lugares y para los que se contaba no sólo con la aquiescencia del pueblo, que colaboraba a ello, sino también con la degradante existencia de eunucos como guardianes encargados de mantener la reclusión de estas mujeres, esposas y concubinas, del dueño del harén.

Según la Enciclopedia Iránica, la práctica de tomar grandes números de esposas o concubinas y mantenerlas en áreas apartadas solo empezó en Irán con las primeras conquistas de los medos. Por ejemplo, Estrabón en su Geografía escribe que:

«La costumbre entre los medos]de que los reyes tengan muchas esposas es más general, se encuentra también entre las tribus de las montañas, pero no se les permite tener menos de cinco. De igual manera, a las mujeres les parece honorable que los esposos tengan tantas esposas como puedan, y consideran que es un infortunio tener menos de cinco.» El objeto de estas prácticas era el de tener muchos hijos.

(Harenes)

Una muestra del afán de acaparar mujeres para usarlas como objeto de consumo sexual aún se recuerda hoy en día en la conmemoración anual en León del Tributo de las Cien Doncellas que los habitantes del reino de Asturias y León se vieron obligados a aportar repetidamente al Emirato de Córdoba.  Parece  constatado que en 788, los condes Arias y Oveco se rebelaron contra el rey Mauregato y lo mataron como venganza de haber otorgado a los moros tal tributo a pesar de lo cual, Abderramán II posteriormente se atrevió a exigir de nuevo esta humillante sumisión. Asimismo, en la iglesia románica de Carrión de los Condes se encuentra un antiguo cuadro que representa la liberación del tributo[6]. Se podrían contar muchas más cosas sobre la situación de la mujer existente en varios países islámicos que todos conocemos. Frente a esto, la civilización cristiana occidental de la Edad Media supuso un muro de contención, no dejándose contagiar por esa visión tan restrictiva sobre los derechos de la mujer.

Medieval Illustration Depicting Christine de Pisan Presenting Manuscript to Isabel of Bavaria

Estampa de mujeres en el Edad Media

De hecho, durante el amplio periodo de tiempo de la Edad Media hay múltiples testimonios de mujeres que llevaron a sus esposos o familiares hacia el cristianismo, citándose como algunos ejemplos ilustres a Clotilde, esposa del rey Clodoveo de los francos, Euduvigis de Bohemia o Olga de Kiev, provocando incluso que pueblos enteros aceptasen el cristianismo a través del ejemplo de conversión de sus reyes. Estas mujeres debieron encontrar en los ideales cristianos una fuente de liberación y no de opresión frente a la visión del paganismo, ya que en caso contrario es poco probable que hubieran actuado de este modo. Simultáneamente, en esta época vemos que incluso ejércitos organizados fueron capaces de aceptar el liderazgo femenino en el campo de batalla, como ocurrió con Matilde de Inglaterra, Isabel, la loba de Francia, o Margarita de Anjou, sin poder olvidar el caso particular de Juana de Arco, pero quizás el mayor exponente de mujer respetada y valorada en su tiempo sea el de Leonor de Aquitania quien, no sólo participó en la segunda cruzada sino que fue una hábil diplomática tejiendo conspiraciones y alianzas entre los poderosos de su tiempo y que nos dice mucho sobre la consideración de la mujer en esa época.

Asimismo, es significativo comprobar el progresivo, aunque lento, cambio de mentalidad respecto a la capacidad de la mujer para participar en tareas profesionales estimadas por su gran responsabilidad. De modo que, mientras en el siglo IV a.C. la mujer que quería ejercer la medicina no parecía tener otra opción que disfrazarse de hombre, como fue el caso de Agnódice. En el siglo XI, vemos que en plena Edad Media en Salerno, cerca de Nápoles, se funda la primera escuela médica laica  a la que ya tenían acceso las mujeres. En ella, las estudiantes de medicina podían acceder a conocimientos médicos amplios, más allá de los relacionados con las tareas de las parturientas. De hecho, una de las figuras más relevantes de esta escuela fue una mujer, Trótula de Salerno, cuyos escritos sobre ginecología fueron referencia durante varios siglos.

En el ámbito estrictamente eclesiástico también es de destacar cómo se fue dotando a las mujeres de una cada vez mayor responsabilidad ya que, si bien en la primera época del monacato los conventos femeninos estaban puestos bajo la custodia y protección de monjes varones, progresivamente esos lazos fueron desapareciendo y se aceptó que religiosas, como la famosa Hildegarda de Bingen, lograran dirigir sus propias comunidades con completa autonomía. El exponente máximo de esta aceptación quizás sea el monasterio de Santa María la Real de las Huelgas, en Burgos, ya que este monasterio cisterciense acumuló tales privilegios, autonomía y poder desde el siglo XII que sus abadesas gobernaban la vida monacal, pero también medio centenar de villas y sus tierras. Gracias a su propio fuero impartían justicia y controlaban impuestos. En resumen: estaban por encima de la curia episcopal y sólo debían obediencia al Papa. Algo similar respecto al status femenino hubiera sido impensable en otras culturas de esa época.

Sería conveniente hacer referencia a la monja alemana Hroswitha o Roswitha de Gandersheim que vivió en el siglo entre 935 y 1002, quien por un viaje que realizó a Córdoba, durante el califato de Abderramán III, dijo de esta que era el ornamento del mundo.

DE LUTERO A NUESTROS DÍAS

Luther and his Family, Engraving by L Schulz after original Painting by Gustav Adolph Spangenberg.

Lutero y su familia

Merece también destacarse que la doctrina de la Iglesia respecto al matrimonio ha sido constante, desde San Agustín presentando la unión conyugal como un sacramento por el que el propio acto conyugal puede ser considerado incluso meritorio y santificante según afirma también Santo Tomás de Aquino. Sin embargo, el pensamiento de Martín Lucero al introducir la reforma protestante que posteriormente degeneró en la ruptura más abrupta de la unidad de la Iglesia introdujo un planteamiento equivocadamente puritano considerando a la mujer como una mera ocasión de pecado, aunque lo consideraba perdonable debido a la necesidad de procrear. De hecho, son conocidos algunos de sus textos sobre este tema en los que afirma: “las mujeres evidentemente no pueden servir más que para el matrimonio o para la prostitución” o también “Tan pronto como cualquier hombre sienta en sí la plenitud de los fueros del macho, tome una mujer y no tiente a Dios. Para eso la doncella tiene su sexo de mujer; para que le suministre al hombre un remedio saludable para evitar el onanismo” y, lo que es menos conocido, con esos postulados llegó también a justificar que la poligamia no es opuesta a la Sagrada Escritura proponiendo al rey Enrique VIII que, dejando aparte problemas de conciencia, mantuviera una relación de bigamia con su legítima esposa y con su concubina nombrándolas reinas a ambas simultáneamente[7]. Afortunadamente, suponemos que la influencia de su pensamiento respecto a la consideración de la mujer en el ámbito protestante no fue aceptada por los reformadores posteriores.

Actualmente, podríamos afirmar que la emancipación de la mujer y el reconocimiento de sus derechos inherentes a su dignidad han dado un paso de gigante en el siglo XX y, aunque la Iglesia no formó parte activa del movimiento sufragista que reclamaba el derecho al voto femenino,  sí que podemos decir que las obras asistenciales impulsadas por la Iglesia Católica se han posicionado, incluso de forma muchas veces heroica,  promoviendo el acceso de la mujer en países en vías de desarrollo a la educación y a actividades de formación profesional que permitan su desarrollo autónomo y su revaloración en la sociedad. Son ejemplo de todo esto las misioneras que dedican su vida a estas labores fomentando escuelas, hospitales, y dando formación a mujeres sin importar su procedencia étnica o religiosa.

Asimismo, es de destacar la evangelización y la inculturación de tribus africanas, como los temibles barabaig en Tanzania, llevándolos a abandonar la violencia a través de la presencia de religiosas, o el proyecto Harambee, que promueve en Kenia formación específica para mujeres. En nuestras sociedades supuestamente civilizadas, una de las actividades más valientes y comprometidas es también la atención directa a las mujeres que han adoptado la prostitución como forma de vida y para las que no se ha ofrecido una alternativa a pesar de que deseen salir de su situación. De nuevo, las personas vinculadas a la Iglesia están ahí, en primera línea luchando por los derechos de la mujer, al igual que en la asistencia a mujeres con embarazos en situación de vulnerabilidad que no desean abortar si se les dan las ayudas necesarias para llevar sus embarazos a término. Como vemos, en todas estas ocasiones las palabras solas no bastan y son las obras las que nos muestran lo que ha sido el persistente compromiso de la Iglesia con la dignidad de la mujer.

[1] Perrudin F, Beaumont E, Allemand S.. Civilizaciones antiguas. Editions Fleurus., 2000. p 38-39.

[2] Hamman, Adalbert. La vida cotidiana de los primeros cristianos. Ed Palabra SA. Madrid, 1985. p 61-67.

[3] Op cit p 63

[4] Op cit p 63

[5] Diaconisas: Citado en «Religión en Libertad, Mujeres Sacerdotes«

[6] «El tributo de las 100 doncellas»

[7] Ravasi, Javier. Luterándonos. Vida y obra de un fraile alemán. Parresía Ediciones. Madrid, 2017. p 41-43.

Semblanza I de Isabel la Católica

Semblanza I de Isabel la Católica

ISABEL LA REINA

Enraizados va a publicar durante los próximos meses unas líneas dedicadas a la causa de beatificación de la Reina Isabel I, las cuales consistirán en una breve semblanza, hechos históricos, documentos, imágenes, anécdotas, transcripciones de sus escritos, en fin, elementos que ayuden a conocer con mayor profundidad la vida de la, esperemos, futura Beata.

A su vez, se añadirá un apartado en donde se relaten los favores, inspiraciones, ideas y hechos acontecidos que cuenten con la intercesión de la Reina Isabel.

Concluirá con la estampa de la oración solicitando la mediación de la Sierva de Dios, para que interceda por cualquier intención y rogando por la pronta beatificación de esta mujer, reina y católica.

SEMBLANZA

Isabel nació un 22 de abril del año de Nuestro Señor 1.451, en la villa abulense de Madrigal de las Altas Torres, en la comarca de La Moraña, al norte de la provincia, según cuentan entre las cuatro y las cinco de la tarde. Lo más importante es que era jueves, no un jueves cualquiera sino JUEVES SANTO, quizá un signo de predilección de lo que será su fidelidad a Dios y su amor por la eucaristía. Su tenacidad, templanza y capacidad de gobernar se destacaban desde su niñez. Casi llegada la adolescencia, fue bruscamente separada de su madre y llevada a vivir con su hermano Alfonso, en la corte hedonista de su hermanastro el Rey Enrique IV, mostrando ya señales de su inteligencia y fortaleza.

Con el nacimiento de su querido hermano Alfonso el 15 de noviembre de 1.453, también en Madrigal de las Altas Torres, se habían cerrado las posibilidades de reinar a Isabel, siendo su futuro, una boda “de estado” con un rey, príncipe o alto dignatario de otra corte para sellar algún pacto o tratado. Esto implicaba un alejamiento de su familia y tierra. Sin embargo, Dios se llevó a su hermano en Cardeñosa el 5 de julio de 1.468, siendo enterrado en la burgalesa Cartuja de Miraflores, cerrando la sucesión varonil de la casa de Trastámara. Alfonso es conocido como “el Inocente”.

Isabel queda como única heredera del trono de su hermanastro Enrique. Se desposa con Fernando II, sucesor al trono de Aragón, quien comparte el ímpetu de su mujer, uniendo así los reinos de Castilla y de Aragón, y llevando a cabo la reunificación política de las Españas. Juntos, además de tener cinco hijos, llevarán a cabo grandes hazañas : el descubrimiento de América y su evangelización; la defensa de la dignidad de toda persona siendo especialmente la Reina precursora de los derechos fundamentales o humanos (al reconocer a los indígenas igualdad de condición en cuanto a su dignidad humana); su imprescindible aporte a la Reconquista, etc.. Isabel muere el 26 de noviembre de 1504 dejando un legado que cambió el mundo.

Destaquemos una de las virtudes de la Reina. En este caso la virtud de la obediencia, del respeto a la autoridad legítima y a la verdad. Isabel siempre reconoció a su hermano Enrique como el Rey legítimo. Aprendiendo así a obedecer, aprendió a mandar, anticipando lo que siglos después indicaría un santo español: Cuando hayas de mandar, no humilles: procede con delicadeza; respeta la inteligencia y la voluntad del que obedece.

NOTICIAS

Está anunciado el Congreso Internacional Isabel I de Castilla, una mujer, una reina, una cristiana. Se iniciará en noviembre del presente año y finalizará en el mismo mes del siguiente año. Esperemos y recemos para que durante el mismo su Beatificación sea un hecho. Se adjunta el cartel promocional.

Este es el video promocional del Congreso, en el que todos los Enraizados estaremos representados y D.M aportaremos nuestros granito de arena:

En el 2.018 se realizó el Simposio Internacional, Isabel la Católica y la Evangelización de América, entre otras muchas ponencias, por su interés reproducimos la del R.P. Javier Carnero, Postulador de la Causa, que informa sobre la misma, en este video:

FAVORES RECIBIDOS

Si cree que por la intercesión de Isabel ha obtenido algún favor: encontrar un pendiente perdido, recuperar unos documentos, encontrar un trabajo, recobrar a un amigo, etc., comuníquelo por favor a la oficina de la Causa (isabelcatolica.va@planalfa.es) con copia al correo de la Asociación Enraizados (reinaisabel@enraizados.org). No solo se precisan actos o acontecimientos extraordinarios para su inscripción en el libro de Beatos, también cabe una aureola de santidad merced a pequeños y a veces insignificantes favores obtenidos por su intercesión.

Hasta el momento uno de los más destacados es el de Roy Yearling, de Michigan (Estados Unidos), tenia diagnosticado un cáncer de páncreas en octubre de 1998 con mal pronóstico. Su esposa Sylvia y el resto de la familia empezaron a rezar desde entonces, con gran fervor, la oración a la Reina Isabel todos los días por su completa curación.

Cuando el doctor se negó a hacerle un TAC, argumentando que era perder el tiempo porque Roy iba a morir ― la “eutanasia” entonces estaba muy activa en Michigan, por el asesino “doctor” Kevorian con unas 130 muertes probadas, que fue sentenciado a una condena de entre 10 a 25 años en prisión, de los cuales sólo cumplió ocho (1999-2007) ―,   la familia encontró un nuevo médico, que le practicó finalmente la prueba el 25 de enero de 1999.

Para su sorpresa, el tumor había desaparecido. El doctor no supo qué decir a la familia del paciente cuando esta fue a visitarle, pues se había preparado para explicarles el crecimiento del tumor y se encontró con que este ya no existía. Desde entonces, Roy recuperó todas sus fuerzas y pudo volver a trabajar.

El entonces postulador de la Causa para la beatificación de Isabel la Católica, el padre claretiano Rafael Serra, visitó la casa general de Miles Jesu en Roma para obtener más información sobre la curación extraordinaria de Roy Yearling.

Miles Jesu es un Instituto de vida consagrada, fundado por el claretiano español Padre Durán en Arizona, Estados Unidos, en el que participan laicos, que tiene como una de sus principales misiones difundir la devoción a la llamada laical a la santidad, con especial devoción en sus orígenes a Isabel la Católica.

Tras aquel encuentro, el padre Serra confirmó que Roma había iniciado una investigación exhaustiva e imparcial, con médicos ateos o de otras religiones, del caso, como si se tratase de un verdadero milagro inexplicable a la sola luz de la ciencia.

La razón de Miles Jesu, de propagar la devoción a la Reina, tiene razón de ser porque a su fundador, el Padre Durán, le curó la misma Reina: Durán recibió la curación de un gravísimo derrame cerebral que le tuvo en coma 4 días, con pronósticos médicos de muerte irremediable, hasta que sanó en el mismo momento en que ofrecían por él una Misa ante la tumba de la Reina Isabel.

Por su parte, y como se recogió en el Diario ABC, Su Eminencia el cardenal Darío Castrillón Hoyos, prefecto de la Congregación para el Clero, afirmaba que el «verdadero milagro de la Reina Isabel la Católica fue América». El milagro es un milagro histórico constatable, resplandeciente y siempre creciente, que es esa América que habla y reza en español. Esa América fue impulsada en su descubrimiento, defendida en sus primeros súbditos y amparada por la Reina Católica de una forma ejemplar, no sólo como gobernante, sino como mujer de inmensa fe.

¿QUÉ PUEDO HACER?

Sabemos que lo más importante es la gracia de Dios. En sus manos está este proceso y, en realidad, toda la Historia.

Pero los Enraizados, pobremente, queremos ponernos a disposición de la gracia con nuestra oración y nuestra acción. Por ello, si quieres colaborar con el Proceso de la Reina Isabel te proponemos:

1.- Encomiéndate a ella: Reza la oración que incluimos al final de este correo como Anexo.

2.- Organiza una Misa para pedir su beatificación en el día de su «cumpleaños»: 22 de abril. Si estás interesado rellena tus datos aquí: https://forms.gle/Tk6vdxBzmej3P1j99. Acércate a tu Parroquia o Iglesia o Convento que conozcas y encarga la Misa. Rellena tus datos en este formulario . Si tienes alguna duda de cómo hacerlo llámanos  (915048065)

3- Un gran amante de la Reina ha puesto en marcha esta iniciativa sobre la Reina: https://www.facebook.com/Catolicareyna. Síguele e interactúa con este perfil

4.- Si quieres ser voluntario de esta campaña echándonos una manos en el día a día en función de tu tiempo llámanos al 915048065

5.- Recoge firmas para pedir su pronta beatificación descargándote este documento (https://drive.google.com/file/d/1bUjP5AhOQWSlrif2J8UNXRcYgPWCFggL/view?usp=sharing) y mándanoslas a reinaisabel@enraizados.org

6.- España en la Historia, iniciativa de Enraizados, apoya la Causa de la Reina publicando un artículo al mes de sus prestigiosos colaboradores. Puedes leer el primero dedicado a los años de infancia de la Reina aquí: Isabel la Católica: Hija, hermana, infanta, Princesa y Reina de Castilla – España en la historia (espanaenlahistoria.org)

5.- Escribe una carta al Papa (Twitter: @Pontifex_it o @Pontifex_es), y a la Congregación para la Causa de los Santos en el Vaticano indicándoles tu devoción a Isabel (Twitter: @CauseSanti; Correo electrónico: info@causesanti.va)

ANEXO: ESTAMPA PARA PEDIR SU INTERCESIÓN

NOTICIA MALA DE LA SEMANA: “Frivolizar con el aborto”

NOTICIA MALA DE LA SEMANA: “Frivolizar con el aborto”

Pie BebeA cualquiera de nosotros, cuando se nos habla del ‘aborto’, no podemos dejar de pensar en una situación de extrema gravedad en la que un bebé pierde la vida y una madre afronta una decisión y un proceso que la marcará de por vida.

Pero no todo el mundo debe opinar lo mismo, ya que en una famosa revista de difusión mundial se recomienda que para pasar ‘el trago’ no hay nada mejor que – celebrarlo y recordarlo – con un regalo.

¡Mucho mejor si ese regalo se lo hace la mejor amiga, o el mejor amigo!

Hasta aquí la situación ya pinta como grave pero…

¿Y si a esto se añade que la revista en cuestión va dirigida a adolescentes?

Pues debo decirles que no es ficción, es la pura realidad y ha ocurrido este pasado mes de febrero en EE.UU.

Hay una revista que en su versión destinada a adolescentes de una importante marca a nivel mundial de uno de los mayores grupos editoriales así lo hace.

Publicó un artículo en el que se recomiendan una serie de regalos a hacer a tu amiga para subirla el ánimo después de que está haya realizado un aborto afirmando que:

“But she shouldn’t have to feel ashamed, because she made the right choice for her situation. She is not ready to carry a pregnancy to term — and that’s OK

“Pero no debía sentirse avergonzada, porque había tomado la decisión correcta para su situación. Ella no está lista para llevar un embarazo a término – y eso está bien

No sé a ustedes, pero a mí me cuesta considerar la muerte de un bebé como algo tan ‘normal y que está bien’.

No creo que un regalo pueda bastar para ayudar a superar los fuertes daños tanto físicos como psíquicos que conlleva a esa madre, mucho más si hablamos de una joven madre adolescente.

Lo siento pero me cuesta mucho poder considerar la muerte de un ser humano como algo tan frívolo que sirva como motivo de celebración y recuerdo, con unos fines tan claramente económicos y comerciales de una nueva línea de venta de productos de regalo.

Ante esta situación, ¿qué podemos hacer?

Desde mi punto de vista debemos hacer dos cosas:

Como padres, hablar con nuestros hijos y ayudarles a seleccionar lo que leen y con quien lo leen, amarles dándoles valores y principios que mantengan a lo largo de toda su vida, educándoles como nuestros mayores hicieron con nosotros.

Como adulto, difundir diciendo a quien nos quiera escuchar que con estos temas no se puede frivolizar. Nunca se puede tomar como algo natural la muerte de un ser humano por pequeño que este sea, y desde luego no pensar en esas muertes como una oportunidad comercial y de venta de una nueva línea de productos.

Aunque parezca imposible de creer, ¡debemos proteger la vida humana!

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