Oct 23, 2018 | Actualidad
En marzo de 1738, el parlamento británico envió al rey Jorge II de Inglaterra una petición para que iniciara las acciones necesarias para frenar los supuestos agravios que los comandantes de los navíos españoles, infligían a los comerciantes británicos en el las costas americanas. El primer ministro Walpone no estaba muy por la labor de hacer declaraciones de guerra, ya que la marina británica no se encontraba en sus mejores momentos y el imperio Español, a pesar de la grave crisis de la guerra de Sucesión, era todavía muy de temer y retrasó todo lo que pudo la declaración de guerra formal. Walpone tenía razón y el tiempo se la dió, el imperio Español era hueso duro de roer, pero mientras tanto el 10 de julio de 1739 el rey Jorge II autorizó las acciones navales de castigo.
La primera acción de importancia de esta guerra fue el ataque al puerto de La Guaira. Dicho puerto se encuentra en las costas venezolanas y en aquellos días estaba controlado comercialmente por la “Real Compañía Guipuzcoana de Caracas”, sociedad de capital privado que junto a la “Real Compañía de Comercio de Barcelona a Indias” fueron el origen de la Compañía de Filipinas y fruto de la nueva política imperial española de liberalizar el comercio entre la península y América.
La gestión administrativa de la ciudad estaba en manos de dicha compañía privada, pero no así la militar. Al mando de las fuerzas que defendían la zona estaba el brigadier Gabriel de Zuloaga, mientras el mando directo militar lo ostentaba el Capitán Francisco Saucedo. Ambos buenos profesionales y bien informados de los movimientos enemigos. Esta fue una característica del conflicto. Los servicios de espionaje españoles fueron de primer orden y con ellos se suplieron la falta de medios materiales.
El conflicto se iba a desarrollar en el mar y en 1739. Esto quiere decir que el disponer de una flota en estado de revista era muy importante. Sin embargo, este no era el caso de la armada española de la época. Se disponía de alrededor 40 navíos para proteger un litoral de longitud formidable y encima muchos de los calificados como navíos no eran más que fragatas de dos puentes. La Guerra de Sucesión y los últimos años de Carlos II habían hecho estragos. Pero como dijimos antes, lo que realmente era bueno eran los servicios de espionaje y, fruto de la información obtenida, Gabriel de Zuloaga estaba al corriente de lo que se le venía encima.
En 1739 los navíos Princess Louisa, Strafford y Norwich, al mando del capitán Thomas Waterhouse entran en la rada de La Guaira con bandera española, con la intención de engañar a la guarnición y saquear los barcos que se encontraran en el puerto. Pero los españoles les estaban esperando. Dejaron que se acercaran y, cuando estuvieron a tiro de los cañones, les saludaron convenientemente.
Waterhouse se tuvo que retirar con graves daños en sus navíos, pero ahí viene lo que fue una característica de esta guerra. Los británicos eran realmente malos en el mar, pero fueron muy competentes en la propaganda. Waterhouse vendió su fracaso diciendo que en el puerto no había nada que saquear y que no valía la pena malgastar las vidas de sus soldados en aquella empresa.
Fue la tónica general de la Guerra del Asiento, o de la Oreja de Jenkis, según los británicos. Solo obtuvieron algunos éxitos, como la rendición de Portobello, y múltiples fracasos, como el fiasco del cerco de Cartagena de Indias. Sin embargo tienen una calle y famoso mercado famoso en Londres para festejar casi el único éxito, saqueo de Portobello, y nosotros tenemos olvidados a los defensores españoles que, con pocos medios, consiguieron derrotarles en numerosas ocasiones.
Manuel de Francisco
Fuentes:
Singladuras por la historia naval
Todo a babor
Oct 22, 2018 | Actualidad
La Asociación Enraizados no podía estar ausente en este acontecimiento, celebrado en Valladolid del 15 al 19 de octubre, que ha brindado la posibilidad de conocer con más profundidad la grandeza del Descubrimiento del Nuevo Mundo y la inconmensurable participación activa de la Reina Isabel. Todos los conferenciantes y ponentes resaltaron en sus intervenciones (claras, instruidas y fundamentadas) tanto el inicial impulso de Isabel a la aventura de Colón, como las condiciones, exigencias e instrucciones que acompañaron tal decisión real.
Isabel, desde el primer momento, dudas científicas aparte, entendió la oferta de Colón no solamente como la búsqueda de una nueva ruta hacia las Indias, con las subsiguientes consecuencias, sino, y fundamentalmente, como una expansión de la fe católica más allá de su amada Castilla. Todos los ponentes, desde el Rector Magnifico de la Universidad de La Plata hasta el Arzobispo Primado de Toledo, resaltaron, desde un principio, la legalidad del acto del Descubrimiento, al amparo del Dominus orbi, Derecho Internacional del tiempo, surgido de la posición preeminente del Sumo Pontífice. Y desde tal perspectiva temporal debe contemplarse todo el devenir inicial y posterior del descubrimiento de unas tierras halladas más allá de las torres de Hércules.
De ahí la validez de las Bulas papales que cubren todo el acontecer de Isabel. Acudir a su testamento y al codicilo, dictado con escasos días de antelación a su muerte, nos deja con toda claridad y sin lugar a duda, el espíritu y deseo evangelizador impulsado por Isabel, que se plasma en la incorporación, ya en el segundo viaje, de frailes, para, en posteriores desplazamientos, incorporar no solamente religiosos sino también artesanos, maestros, mujeres de vida honesta, con una misión evangelizadora y una instrucción de culturización de la población indígena que se hallase en la tierras descubiertas o por descubrir.
Isabel dejó definida la senda a seguir por Castilla y por su sucesor, sea su hija Juana, sea su nieto Carlos. Y así fue, fundamentalmente por parte de Carlos y de Felipe II. Isabel estableció que los moradores de las nuevas tierras se convirtieran en súbditos iguales al resto de habitantes de Castilla. Las Leyes de Indias significaron el primer Derecho de Gentes, considerándose como un monumento legal. Y es que Castilla se encarnó en Isabel e Isabel se fundió con Castilla. Leer el Testamento en este apartado puede significar el entendimiento pleno del pensamiento, carácter y misión de Isabel en la Historia universal.
Mientras la conciencia cristiana denunciaba el decaimiento de las órdenes religiosas, conociéndose que el mal se hallaba en la raíz de la conducta, el ansia evangelizadora de la Reina era tal que emprendió la necesaria reforma de las órdenes religiosas buscando la complicidad del Cardenal Cisneros. Tal decisión implicó que se adelantase a la Reforma trentina, levantando un muro a la penetración del luteranismo en España. Las reformas de las órdenes religiosas, sacándolas de sus monasterios o conventos, hicieron posible que cientos de religiosos, franciscanos y dominicos,viajaran al Nuevo Mundo tanto para cristianizar a los moradores como para culturizarlos. Para ello, no se quedaron en las costas, en los puertos, sino que, aprendiendo las lenguas indígenas, penetraron en su interior, levantaron hospitales, colegios, iglesias, poblados, ciudades… La espada estaba presente, sin embargo la cruz la seguía con todo vigor y con ella la justicia y la cultura. Comprobar las diferencias entre las colonizaciones inglesas, francesas u holandesas nos abre los ojos acerca del celo evangelizador de los españoles, propiciado e impulsado en sus mismos inicios por Isabel, ejemplo de cristiana defensora de la dignidad del hombre y deseosa de que todos sus súbditos fuesen iguales ante la justicia.
Sin prejuicio alguno cabe decir que Castilla no colonizó, sino que su Reina trasladó la cultura grego-romana a la América que hoy conocemos, guiada por su inquebrantable fe, piedad y justicia. Y si, como mencionó un distinguido ponente eclesiástico, la santidad de Isabel es plenamente asumible, también lo es que América, merced a ella, en palabras del uruguayo doctor Garriquiry, se ha convertido en la reserva de Occidente, conservando la fe, la justicia y el sentido de imperio cultural que España y Europa, en su conjunto, están perdiendo.
En tal línea, William T. Walsh, en su obra «Isabel la Cruzada», editada por Enraizados, fija el Descubrimiento de América como el acontecimiento más importante para la Humanidad después del nacimiento de Cristo. No resulta extraño, pues, que ponentes y asistentes, laicos y eclesiásticos, no tuvieran rubor alguno en calificar a Isabel, la Católica, como «Madre de América».
Francisco Gilet.
Oct 22, 2018 | Cultura, Libros, Peticiones
En la historia de España tenemos grandes héroes. Algunos de ellos los recordamos en nuestra página web enraizados.org en “España en la Historia” (actualmente lo puedes ver en la sección de noticias).
También, desde hace unos meses, estamos dando a conocer los libros de nuestros amigos “Gestas de España”, que publican historietas infantiles sobre personajes históricos. Tras Blas de Lezo, ahora le llega el turno a Agustina de Aragón, una gran mujer (que, sin embargo, nadie reivindica).
Si quieres enseñar a tus hijos, a tus sobrinos, a tus nietos… a cualquier niño (o adulto sin mucha idea de la Historia de España) quien fue Agustina de Aragón, puedes comprar este libro de Gestas de España. Para ello hemos preparado varias ofertas:
- Por 7 euros puedes conseguir el libro “Agustina de Aragón y el sitio de Zaragoza” (5 euros para socios de Enraizados).
- Por 8 euros te enviamos el libro con una chapa y un marcapáginas (6 euros para socios).
- Por 9 euros puedes hacerte con el libro, la chapa y el marcapáginas y un librito para aprender a rezar el Rosario junto con una meditación de cada misterio (7 euros para socios).
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Para hacer el pago, puedes hacerlo por paypal o haciendo una transferencia a la siguiente cuenta bancaria: ES11 1465 0100 9119 0000 1688 (concepto: Agustina)
(Estos precios son para envíos dentro de España. Para fuera de España, la persona que hace el pedido tiene que hacerse cargo de los gastos de envío).
Es hora de que conozcamos la verdadera historia de España. De que homenajeemos a nuestros héroes y demos a conocerlos a las próximas generaciones.
La vida de estos héroes nos inspirará para defender España en el siglo XXI.
Si buscas un regalo formativo para niños, o quieres leerles un cuento que además les sirva como ejemplo por la noche (o que ellos lo lean), te recomiendo Agustina de Aragón y el Sitio de Zaragoza.
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Oct 18, 2018 | Actualidad
El San Juan Nepomuceno no fue un barco cualquiera y tampoco lo fue su historia. Fue botado en el astillero de Guarnizo en Cantabria. En principio, su construcción se había ordenado dentro del tercer sistema de construcción empleado durante el siglo XVIII en la armada española y esto nos lleva a plantearnos algunas preguntas: ¿Tercer sistema de construcción? ¿Cómo se diseñaban los navíos en el siglo XVIII en España?
A pesar de lo que mucha gente piensa y las películas de Hollywood proclaman, los navíos españoles que surcaban los mares no eran en lo más mínimo producto de un diseño rutinario y fruto de una administración deficiente. Al final del siglo XVII, la armada del imperio español había, efectivamente, caído en su punto más bajo y sus sistemas de proyecto y construcción dependían del criterio de los maestros de ribera. O sea, que cada navío era hijo de su padre y de su madre.
Con la llegada al trono de Felipe V todo cambió. Dicho monarca encargó a Gaztañeta la implantación de reglas de diseño que normalizaran la construcción de los barcos de la armada. Esto hizo abaratar los costes de construcción y conseguir que la técnica no se perdiera con la muerte de los maestros de ribera. España, como no, fue pionera en la normalización de las artes de construcción en la armada y fue imitada por el resto de potencias mundiales, pero los españoles de aquella época no se durmieron en los laureles y siguieron investigando y mejorando el procedimiento.
Hasta cinco sucesivos sistemas de construcción se vieron en el siglo XVIII, y de ellos cabe destacar el segundo, promovido por Jorge Juan Santacilia, ya que por primera vez se implantaron cálculos científicos y de ingeniería en el diseño. Al tercer sistema, cuyo artífice fue Francisco Gautier, perteneció el San Juan Nepomuceno.
Hay otro aspecto importante de la vida de este navío, y es que fue protagonista de uno de los escasos motines que sucedieron en la armada española. Y decimos escasos porque en comparación con lo sucedido en la marina inglesa y francesa durante este siglo, los episodios de rebeliones y motines fueron realmente escasos, y esto dice algo en favor de los marinos españoles al mando de nuestras naves. El hecho sucedió en 1805 y es de destacar que no hubo ningún derramamiento de sangre, ni fue nadie ajusticiado, por intercesión de su capitán Cosme Damián Churruca.
Apenas unos meses más tarde, Churruca murió al mando del San Juan Nepomuceno, durante la batalla de Trafalgar, donde acabó más que derrotado, sobrepasado, por el ataque de seis navíos ingleses.
El navío fue apresado y enviado a Gibraltar, pero su estado era tan lastimoso que nunca fue operativo y los ingleses lo emplearon como pontón y lugar de recepción de autoridades a partir de 1808. Se colocó una placa con el nombre de Churruca en la cabina que él había ocupado como muestra de respeto a nuestro compatriota. En 1818 fue desguazado.
Manuel de Francisco
Fuente:
Jorge Juan Santacilia: marino y científico
Sistemas constructivos navales
Oct 10, 2018 | Actualidad, Cursos, Doctrina Social de la Iglesia (DSI)
El pasado viernes algunos de nuestros voluntarios participaron en el programa «En forma» de Radio Ya. Javier Espinosa, profesor del curso de Doctrina Social de la Iglesia que estamos impartiendo online, habló sobre qué significa la DSI y por qué es importante para los católicos. Por su parte, los voluntarios de nuestro proyecto «España en la Historia» Francisco Gilet y Vicente Medina hablaron de Isabel la Católica y el simposio que la semana próxima se celebrará en Valladolid, y de la batalla de Lepanto, de la que el pasado 7 de octubre celebramos el aniversario.
Os dejamos aquí el podcast: